El manga se cuela en las protestas mundiales

El dibujo como vía de expresión

Las viñetas japonesas calan en la sociedad, hasta el punto de usarlas como denuncia ante las injusticias

A protester with a One Piece flag shouts during a demonstration organised by the
Raquel Cunha / Reuters

Tal vez se hayan topado en alguna manifestación con una bandera que recuerda a la pirata pero cuya calavera porta un sombrero amarillo. Los amantes del manga identifican pronto esta referencia a One Piece, la serie escrita e ilustrada por Eiichirō Oda que lleva publicándose sin interrupción desde 1997. Los protagonistas son Monkey D. Luffy y su tripulación, los Piratas de Sombrero de Paja, que van por los mares en busca de un tesoro (el One Piece). Una trama aparentemente sencilla pero que, en sus muchos giros, esconde mucha más profundidad, pues trata temas como la desigualdad, el racismo, el clasismo y la búsqueda de la libertad. Y es que esta pintoresca banda se enfrenta a menudo a tiranos de diversa índole que oprimen a sus países con todo tipo de fechorías.

Con este contexto, no es difícil comprender que los más jóvenes –los últimos millennials y la generación Z – se hayan apropiado de este símbolo en las protestas contra la opresión y la corrupción en distintas partes del mundo: París, Italia, Perú, Nepal, Indonesia, Filipinas… y, aunque con menor visibilidad, en España. En el salón Manga Barcelona, que hoy cierra sus puertas, también se ha visto estos días pero en un escenario de más jolgorio, de la mano de un fan de la serie o en algún que otro stand de merchandising

Banderas pirata, robots o portadas de viñetas pioneras son ejemplos de cómo el manga sale a la calle

Un pequeño grupo, incluso, se ha hecho una selfie junto al hinchable gigante de Luffy, visible desde casi cualquier punta del salón, y con la famosa bandera, algo roída, que traían de casa. La gran mayoría, en cambio, luce ese símbolo en camisetas, mochilas y hasta tatuajes. “Es mucho más que una simple calavera”, dice orgullosa una adolescente que se la ha dibujado con rotulador en su antebrazo.

Por novedoso que suene, no es la primera vez que un manga se utiliza como arma de protesta. “Simplemente, ahora se ve más por la fuerza de las redes sociales, que logran que todo se viralice más rápido”, apunta el dibujante Carlos Moreno, cuyo último trabajo, Céüs (Norma Editorial), firmado junto a Peterson Céüs y Wakaiki, se ha empleado en el entorno deportivo para reivindicar la gimnasia rítmica masculina, que solo reconoce a las mujeres en el nivel de élite.

El gimnasta Peterson Céüs y el dibujante Carlos Moreno, en el salón Manga Barcelona

El gimnasta Peterson Céüs y el dibujante Carlos Moreno, en el salón Manga Barcelona

Ana Jiménez

El colectivo LGTBIQ+ también se ha apoyado en el manga a lo larga de la historia para reclamar sus derechos. Títulos como In the Sunroom (1970) o La balada del viento y los árboles (1976), de Keiko Takemiya, fueron pioneros en cuanto a mostrar relaciones homosexuales explícitas y abrieron camino en la normalización de estas temáticas. No es de extrañar que todavía hoy en el día del Orgullo sea fácil encontrar alguna pancarta con las portadas de dichos tomos.

La ficción termina siendo la válvula de escape de muchas cosas”

Staff WriterAsesor de contenidos del salón Manga Barcelona.

Más recientes son los memes de Pochita, conocido como el Demonio Motosierra de la serie Chainsaw Man, en referencia a Javier Milei; o los disfraces de robot, un claro guiño a Ataque a los titanes, el manga de Hajime Isayama que relata la lucha de la humanidad por sobrevivir a gigantescas criaturas humanoides llamadas Titanes que los devoran, lo que los obliga a vivir tras enormes murallas. Si bien esta tendencia no está tan extendida como la de One Piece –pues al final es más sencillo dibujar una calavera con sombrero en un trozo de tela que diseñar un disfraz–, es igualmente extendida en distintos países asiáticos. La mayoría de veces, la performance va acompañada de una pancarta que reza el siguiente mensaje: “Aquellos incapaces de sacrificar algo nunca podrán cambiar nada”, una cita icónica del personaje Erwin Smith, un líder dispuesto a hacer sacrificios extremos por la verdad y la libertad de la humanidad.

“El manga es súper amplio y cabe de todo. Y, además, por como es la sociedad japonesa, la ficción termina siendo la válvula de escape de muchas cosas. Lo que no se atreven a hacer público, o no de forma tan directa, lo vehiculan por ahí”, concluye Oriol Estrada, asesor de contenidos del Manga Barcelona.

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