Lugar y fecha: Razzmatazz 2 (8/XII/2025)
Puntuación: ★★★★✩
El infante que se muestra en la carátula de New boots and panties!!, el álbum inaugural de Ian Dury, es su descendiente. Sin embargo, Baxter Dury superó hace mucho la influencia del pionero de la new wave. Ha ido forjando su identidad vocal a lo largo de una trayectoria que ahora suma su octavo disco de estudio, un Allbarone publicado en septiembre, el cual vino a promocionar en un Razz 2 que resultó insuficiente. Esto es comprensible si consideramos la exitosa transformación que ha aplicado a su estilo musical, el cual ahora se centra en el post-disco y la música electrónica de club, sin descuidar por supuesto su núcleo pop ni su particular forma de cantar, que resalta los pasajes hablados.
Llegó junto a un trío que incluía una sólida y esencial sección rítmica y una teclista vocalista que aportó un contrapunto ideal de inocencia pop. De este modo, el artista principal podía liberarse en su rol de rapsoda cáustico y crooner de calle, aferrado a un pie de micrófono, sudando abundantemente mientras coreografiaba temas que, desde sus primeras presentaciones de Alpha dog y Hapsburg , ya dejaban claro que las contundentes líneas de bajo funk y las oleadas de sintetizadores marcarían la pauta. En medio de todo esto, él se da espacio para gritar como un poseído, ya sea al interpretar The night chancers, la flamante Mockingjay o un Almond milk que, de hecho, grabó con Jason Williams de Sleaford Mods.
Su estilo hooliganesco y su sensualidad encajaron maravillosamente en Aylesbury boy, siempre con el ritmo perfecto de batería y bajo. O en el sarcástico Kubla Khan, que en lugar de la grandilocuencia de Coleridge, narra la historia de un mafioso del próspero distrito londinense de Chiswick, con un aire casi punk-funk. Similar al tema principal, un Allbarone que evoca la influencia de LCD Soundsystem, creando un clímax robótico contundente para satirizar en la letra la cadena de pubs All Bar One y reflexionar sobre la soledad actual.
Los éxitos pasados, como Miami o Cocaine man, estuvieron presentes, pero nada se comparó con el cierre espectacular en forma de rave, comenzando con un Schadenfreude que aborda el deleite perverso de presenciar el fracaso ajeno a través de un trance rítmico que, fiel a su título en alemán, evoca el sonido kraftwerkiano, y concluyendo con la interpretación de Baxter (these are my friends), su tema junto al maestro del techno Fred again, en medio de una euforia colectiva.

