Lawrence, manual de un artista maldito

'Superestrella en las calles'

Una biografía escudriña en la carrera maldita del creador de Felt, Denim y Mozart Estate

Will Hodkingson y Lawrence, durante la entrevista en el hotel Turin de Barcelona

Will Hodkingson y Lawrence, durante la entrevista en el hotel Turin de Barcelona

Joan Mateu Parra

Pocos términos hay tan manidos como el de artista maldito, pero al igual que las meigas haberlos haylos, y Lawrence es probablemente el destilado de todos ellos. A sus sesenta y pico, sentado en el pequeño hall de un hotel del Raval barcelonés, el músico de Birmingham podría ser un turista inglés más si su rostro serio, concentrado en todos los sentidos del término, no se ocultara debajo de la gorra blanca y azul con visera transparente que utiliza desde hace cuatro décadas. Es la misma prenda que luce en la portada del libro Superestrella de las calles. Un año con Lawrence (Contra), biografía elaborada entre paseos que parece una obra de ficción hasta que tienes a su protagonista frente a ti, carne y sobre todo hueso, mientras toma un te con leche antes de perderse, literalmente, en el corto espacio de camino a su habitación en el primer piso.

¿Pero quién es Lawrence? Padre musical de las bandas Felt, Denim, Go Kart Mozart y Mozart Estate, precursor del britpop, compañero de discográfica de Jesus And Mary Chain y admirado por Jarvis Cocker, el mismísimo Pete Townshend afirmó que querría ser como él después de leer el libro escrito por Will Hodgkinson, periodista musical del diario The Times. “Townshend vio a alguien que hizo lo que quiso sin importarle las consecuencias”, apunta Hodgkinson, espigado, ropa vaquera y pelo negro rizado, sentado junto a Lawrence en el hotel. “Pero las consecuencias son difíciles”, matiza, “tienes que convivir con la oscuridad, la frustración y la pobreza. Muchos escritores lo han hecho, pero en el pop la mayoría de artistas lo intentan y, si no funciona, prueban otra cosa”.

Will Hodkingson y Lawrence, durante la entrevisa con motivo de la presentación de 'Superestrella en las calles: Un año con Lawrence'

Will Hodkingson y Lawrence, durante la entrevisa con motivo de la presentación de 'Superestrella en las calles: Un año con Lawrence'

Joan Mateu Parra

Enjuto y de labios finos, da la sensación que Lawrence acaba de salir del libro para sentarse a charlar con su creador y demostrar que lo que se cuenta de él no es ficticio. “Creo que se sorprendió cuando leyó el libro por primera vez y vio que iba a incluir literalmente escenas como cuando necesita mear en plena calle”, recuerda Hodgkinson, reunido junto a su “obra” en Barcelona para presentar el libro. “No estaba muy contento”, reconoce el protagonista, que tal y como hace con el resto de cosas de su vida, intentó (sin éxito) ejercer un control draconiano sobre la obra, desde los temas a tratar hasta el diseño de la portada.

El relato sobre la vida del autor de Primitive Painters es fruto de un año de paseos por las calles de Londres. Entre anécdotas que pueden parecer un chiste, se suceden las visitas a mercadillos populares, barrios de postín donde grita “¡te amo!” A un edificio de ladrillo victoriano, tiendas en las que Lawrence es controlado por los vigilantes como si se tratara de un ladrón, o paradas de autobús donde pandillas de jóvenes insultan al músico. “El libro va de alguien que interactúa con el mundo, pero no de la forma como querría, incluso si se trata de una taza de te, no consigue que se la sirvan de la forma adecuada”, explica Hodgkinson. “Ni siquiera puedes conseguir la bebida más sencilla”, se lamenta Lawrence, que exige la medida exacta de leche en cada taza.

Criado en los suburbios de Birmimgham, hijo de un vendedor ambulante, Lawrence decidió en 1979 que su primera banda Felt, de matices art rock, publicaría diez discos en diez años y después la disolvería, y así fue. En 1992 creó Denim, pop electrónico y colorista con la que compuso en 1997 Summer Smash (traducible como “el choque del verano”), tema que le habría catapultado a la fama de no haberse publicado el mismo día en que Lady Di falleció en accidente de tráfico. La discográfica EMI destruyó todas las copias, Lawrence cayó en la heroína y, cuando la estaba dejando, sufrió la indigencia. Pero una chica se apiadó de él y le recuperó para el arte; así fue como fundó la banda Go Kart Mozart, luego transformada en Mozart Estate, su proyecto actual, con el que este 12 de octubre ha publicado su segundo álbum, Tower block in a jam jar.

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La obsesión de Lawrence por controlar hasta el milímetro todo lo que hace se trasladó a la factura del propio libro, donde quiso imponer normas como no hablar del pasado, “era una idea ridícula, obviamente iba a hacerlo” apunta Hodgkinson, entre risas del biografiado. También prohibió contactar con los miembros de las bandas a las que perteneció, otra idea prácticamente imposible de cumplir, pero que a la postre abrió la puerta a un relato más personal. “Si no vas con cuidado al escribir sobre músicos, acabas hablando de borracheras, drogas y sexo, pero esto no iba a funcionar con él”, comenta el autor, que no quería caer en la típica hagiografía sino narrar una realidad. 

“Muchas estrellas del pop como el propio Lawrence o Nick Cave son gente terrible en muchos aspectos”, comenta en este sentido. “No somos gente encantadora”, reconoce el protagonista. “No puedo soportar que la gente diga cosas buenas constantemente, especialmente en un libro todo parece mentira. Prefiero que el lector se pregunte qué tiene este tipo de interesante, ese es el punto”.

En las páginas de Superestrella Lawrence se destapa como alguien controlador, que expulsó al batería de Felt porque tenía el pelo rizado, “y ese no es el estilo que yo quería”, como reconoce el músico en el libro. La obsesión por convertirse en la banda de art rock definitiva le llevó a controlar la vestimenta de los músicos dentro y fuera del escenario o lo que hacían en su tiempo libre, obligándoles a ir a museos. 

En su vida privada, en el piso donde ha retirado la tapa del váter para que nadie más que él lo utilice, trató a sus novias de forma muchas veces lamentable, y abusó incluso de Hodgkinson mareándole con peticiones disparatadas mientras la mujer del periodista le recriminaba por ceder a sus llamadas. “Es un hombre adulto, deja de preocuparte por él”, se lamentaba. “Mucha gente pensará que Lawrence es una persona horrible, pero tras leer el libro le acaba gustando a todo el mundo. No quiero decir que no sea complicado, o que no me cabree a veces, pero me gusta, creo que en el libro se nota el afecto”. 

“Ahora mucha gente me para en la calle a todas horas para decirme que les ha encantado el libro” explica Lawrence, que en lugar de fotografiarse con sus fans les hace entrega una tarjeta donde reza: “Sí, me encontré con Lawrence”. Lamentablemente, reconoce que nadie se acerca para alabar su música. “El otro día estaba en una tienda de Oxfam y se me acercó una trabajadora, una señora que debería tener 80 años”, relata Lawrence. “Pensé que me iba a echar de la tienda, pero quería decirme que le encantaba el libro”.

Autor de melodías pop pegadizas y eufóricas en ocasiones, las composiciones de Lawrence se han estrellado de forma permanente contra el muro de unas letras demasiado explícitas y negativas para el mercado. “Es algo que la gente ama en la literatura, pero en el pop chocan”, apunta Hodgkinson. “Lawrence puede encontrar una buena melodía pero la utiliza para hablar de cosas horribles como la pobreza, la indigencia, la desesperación o la adicción a las drogas, cosas de las que la gente no quiere oír hablar”. 

Estas temáticas abundan en géneros como el rap, pero en el pop no encuentran su acomodo si se tratan de forma explícita. “Cuando la gente intenta explicar la depresión en una canción para alguien que no la ha tenido utiliza poesía y muchas metáforas”, explica Lawrence. “Yo he querido decir exactamente lo que es: no te bañas, no te lavas los dientes, te escondes, alguien llama a la puerta y no abres”, como explica en la musicalmente alegre When you’re depressed.

Convertido a sus sesenta y tantos en algo parecido a aquella estrella que siempre quiso ser, Lawrence reconoce que le gustaría tocar con Charli XCX por su afinidad con la formación de electrónica PC Music, pero por lo demás se mantiene fiel a su papel de caballero andante del pop. “Debo seguir así, no puedo perder el foco en lo que al público le gusta de mí. No debo cambiar de repente ni hacer nada malo”. El protagonista de la obra, cuyo rostro ha sido inmortalizado en un busto expuesto en una iglesia del barrio de Fitzrovia, se preocupa mucho si le invitan a un gran evento en Londres por lo que piensen los fans de él. “¿Voy, no voy? ¿Pensarán los fans ‘bueno, ya lo ha conseguido’? Sí, y por eso no lo hago”. 

Por la misma razón se niega a recuperar a Felt, ni siquiera cuando un productor americano le puso un cheque de siete cifras sobre la mesa. “”Sería un insulto a la banda”, zanja para tranquilidad de Hodgkinson. “Lawrence es un bicho raro de verdad, no es como toda esa gente que se cree rara pero, cuando Bono les invita a hacer un disco horrible con él, aceptan”, apunta su biógrafo. “Él es quien es, no hay ninguna pretensión, no me preocupa que de repente haga un álbum con Ed Sheeran o algo así”.

Lo único que preocupa ahora a Lawrence es el lanzamiento de su próximo disco. “A veces voy paseando y pienso ¡maldita sea, esta canción es realmente buena! No se me ocurre nadie en la historia de la música que haya escrito una canción tan buena a mi edad”, afirma orillando toda humildad.

- Cada canción que escribe es una obra maestra para él, forma parte de su carácter- añade Hodgkinson con una sonrisa.

- Se vuelven mejores y mejores- apunta Lawrence, hablando casi para sí mismo.

- Él nunca se rinde

- Así es, muchos de mis amigos lo han dejado, sí.

“Las canciones pop son lo mejor del mundo, mis compañeras”, explica este compositor incansable, que todavía sueña con escribir un tema que cante toda una generación. “Dios, si pudiera acercarme a una de estas grandes canciones que todo el mundo puede cantar, y son canciones muy sencillas, que son las más difíciles”. Escribir música que nunca desaparezca es su objetivo: “Siempre intentas escribir otra, y cuando tenemos seis para la banda le añadimos otras diez y ya teneos un nuevo álbum. Pero estas seis canciones viven ya dentro de mí, no puedo dejar de pensar en ellas”.

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