Esto no es una novedad cualquiera, es un acontecimiento. Un acto de justicia. Tampoco es un libro de cómic como tantos otros, sino que estamos ante un verdadero libro de arte sobre uno de los mejores historietistas que ha dado el cómic: Josep Coll (1923-1984). Coll es un clásico eternamente moderno porque sus lecciones como historietista no tienen fecha de caducidad, como tampoco el humor atemporal y absurdo de sus gags. Siempre es un buen momento para descubrirlo o redescubrirlo. Coll. Trayectoria de un historietista insólito (Norma Editorial) es una sobresaliente antología de sus historietas y portadas que cuenta con más de 200 páginas y una impresión excelente. La edición y los textos son de Luis Garbayo Erviti, gran conocedor de la obra de Coll.

El dinamismo de Coll en 'TBO'. Historieta reproducida como original en el libro ‘Coll. Trayectoria de un historietista insólito’
A partir de la década de 1950, los alargados personajes de Coll y sus divertidas historietas con pocas palabras o mudas se convirtieron en una de las marcas inconfundibles de la popular revista TBO, esa que dio nombre a los tebeos (un término, digámoslo también, mucho más bonito y acertado que el de cómic o historieta). Su estilo, tan personal como inimitable, hacía que sus páginas fueran reconocibles de inmediato. De Coll, el lector guardará en la memoria esos náufragos en islas desiertas, esos exploradores en la selva, o esos tipos que leían distraídos el periódico mientras caminaban por una ciudad definida con cuatro exquisitos trazos.
Sus personajes son flexibles, casi de goma, y se mueven con un dinamismo imparable. En TBO, Coll crea una especie de línea clara autóctona, distinta a la desarrollada por Hergé con Tintín. Su estilo de dibujo es limpio y pulcro, pero a la vez cálido gracias a la dulzura de su trazo, que parece acariciar el papel. Sus viñetas se apoyan en la repetición y el punto de vista fijo para producir, a ojos del lector, un sorprendente efecto de movimiento. En el libro, Garbayo explica bien estas y otras claves del arte narrativo de Coll, como la construcción geométrica de sus viñetas. La ciencia de Coll.

Una historieta de náufragos de Coll en 'TBO'
Las historietas recopiladas en Coll. Trayectoria de un historietista insólito confirman la maestría del autor como dibujante y como narrador. En sus cómics, Coll supo utilizar como pocos el instante decisivo, como diría Cartier-Bresson hablando de fotografía, y la elipsis. Y ahí está su magia, porque dominar la elipsis es dominar el arte de contar una historia en viñetas. Porque sin elipsis no hay cómic. Sin esa ausencia que se esconde entre dos viñetas consecutivas, sin ese fragmento de la historia que el cómic nos oculta y el lector debe reconstruir en su cabeza no hay historia, no hay relato, no hay tebeo.
Personalidad
Su estilo, tan personal e inimitable, hacía que reconocibles sus páginas de inmediato
Así, con su obra, Coll nos está señalando la naturaleza misma del cómic, nos recuerda que este es un lenguaje plástico y narrativo muy particular. Que no es literatura, ni es pintura, ni es cine. Se podría explicar qué es el cómic tomando como caso de estudio una sola página de Coll. Porque sus páginas solo pueden existir gracias al lenguaje del cómic.
Josep Coll nació el 8 de enero de 1924 en Barcelona. Este año se cumple, pues, su centenario. En un país que supiera valorar a sus mejores artistas o que, simplemente tuviera un poco de memoria con los grandes nombres de la cultura, este habría sido el año Coll. Se hubieran reeditado sus obras y uno de los grandes museos del país hubiera hecho una retrospectiva exponiendo los originales de sus historietas. Pero eso no ha ocurrido. Mientras en Francia, el Centro Pompidou ha dedicado todas sus plantas (sí, todas) a una exposición monumental sobre el cómic, aquí no ha habido ninguna gran institución interesada en homenajear a uno de los más brillantes historietistas del país. Un autor, el talento del cual genera dos cosas poco habituales: cariño y consenso. Cariño hacia su obra y consenso hacia su genialidad, porque no cabe duda del talento de Coll; es algo palmario, evidente.

Portada de Coll para 'TBO', reproducida en el libro junto a las demás que hizo para la revista
Además, ese homenaje a Coll hubiera permitido recorrer la historia de la historieta desde la tradición hasta la modernidad porque a través de Josep Coll se pueden revisar dos épocas esenciales de la historieta española. Serviría para explicar que en los años de la posguerra la historieta era un medio de masas gracias a revistas como TBO o como su rival, Pulgarcito, partidaria de un humor más blanco la primera y de un humor más ácido y gamberro la segunda. Serviría para explicar que en la década de 1980 una cierta modernidad del cómic pasó por la llamada nueva línea clara y que Coll fue entonces reivindicado como un maestro. Serviría para explicar la dificultad de hacer del trabajo de historietista una profesión, como le ocurrió a Coll, que en 1964 decidió volver a hacer de albañil porque ganaba más del doble que haciendo historietas.
Reivindicación
Coll permite recorrer la historia de la historieta de la tradición a la modernidad
No, en el año de su centenario no ha habido la gran retrospectiva que Coll se merecería, aunque sí una pequeña pero muy meritoria muestra en el Centre Cívic Urgell organizada por el propio Garbayo. Pero por suerte, Norma Editorial ha tenido la sensibilidad y el coraje de editar un libro mayúsculo sobre un autor gigante. La obra de Coll es una lección permanente e inagotable para lectores de todas las edades. Lo dicho: un acontecimiento.

Portada del libro compilado por Luis Garbayo Erviti, ‘Coll. Trayectoria de un historietista insólito’