El fulgor de la anaconda

POR LA ESCUADRA

"Cómo se nota que ha llegado el Barça!”, nos dijo riendo Sergio Busquets. Los dos equipos de rodaje, uno para El nou clam , de 3Cat, y otro para el filme del 125 aniversario del Futbol Club Barcelona, una veintena aproximada de personas en total, habíamos ocupado la zona de vestuarios del estadio del Inter Miami, envolviéndolo de mantas negras, cámaras, trípodes e iluminación. Teníamos que grabar la entrevista y las intervenciones de Leo Messi, Luis Suárez, Jordi Alba y Sergio Busquets.

Si de estos meses de locura, preparando el 125 aniversario, tuviera que destacar alguna impresión, seguramente sería esta: haber podido ver el efecto del “más que un club” entre algunos de sus técnicos y jugadores.

He podido ver el efecto del “más que un club” entre algunos de los técnicos y jugadores del Barça

Los aficionados lo tenemos lo bastante identificado y resuelto. Para nosotros, el Barça es más que un club porque a lo largo de su historia ha tenido una relación de simbiosis con la identidad catalana y sus afanes políticos, porque se ha auto-impuesto la excelencia y la ejemplaridad en los frentes deportivo, social, cultural y cívico, porque, contra mil cantos de sirena, sigue siendo propiedad de sus socios, porque es un club multi-deportivo, porque ha desarrollado un estilo de juego reconocible y admirado por todo el mundo, porque ha encontrado la manera de transmitirlo a las nuevas generaciones de jugadores, gracias a la mejor escuela de fútbol del mundo, que es la Masia. Pero los jugadores y técnicos, que a buen seguro son conscientes de todas estas bondades, tienen otra manera, añadida, de sentir en sus almas, cabezas, brazos y piernas, el “más que un club”.

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El FC Barcelona celebra 125 años de historia. Cartel conmemorativo.

Mané Espinosa / Propias

Tan pronto como el Barça es más que un club para su afición, aquello que hacen sus deportistas deja de ser tan solo la práctica de un deporte profesional. Y el deportista, que es alguien que ha dedicado la vida a afilar unas habilidades muy específicas, apostándolo todo, quizá más allá de lo que sería sensato, a una carrera con un porcentaje tan esmirriado de éxito, valora muchísimo que haya alguien en el otro lado, una institución tan grande como el Barça, que otorgue a estas habilidades una relevancia y una trascendencia, que quizá también están más allá de lo que sería sensato.

Mientras visten azul y grana, jugadores y técnicos se pasan la vida relativizando los excesos que cometemos los aficionados a la hora de valorar su trabajo.

Ni cuando vamos bien somos los mejores, nos dicen a menudo, ni cuando perdemos, los peores. Pero cuando se marchan a otros clubs, y por fin ya nadie carga tanto las tintas sobre cada una de sus acciones, cuando la anaconda se ha hecho gusanillo, aunque los reencuentras satisfechos por haber podido acceder a este nuevo estadio más tranquilo de sus vidas, es decir “Barça” y ver cómo encienden la mirada.

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