“Hasta los cojones de todos nosotros”

por la escuadra

Ya lo dijo el bueno de Estanislao Figueres, presidente de la Primera República española: “Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. No se me ocurre mejor definición del estado de ánimo de los aficionados vintage –ya preferiría pertenecer a una grada de animación juvenil– ante el circo de tres pistas montado a cuenta del arbitraje en España. Basta ya. Por compasión, por caridad, por la memoria de Paco Gento, Kubala o el bueno de Zariquiegui, el primer colegiado español que pitó en la Unión Soviética y que con el arbitraje y el sudor de su frente logró abrir una tienda de deportes en Pamplona...

¡Así no hay quien viva futbolísticamente!

Tiene mérito haber fanatizado la tecnología y lograr que el árbitro nunca pase desapercibido

El año 2025 es un deterioro del arbitraje sin precedentes hasta el punto de que compromete y arrastra, lodo abajo, todo el espectáculo del fútbol y lo empieza a convertir en un tostón teatral del que no se salvan actores, directores, apuntadores, tramoyistas, y hasta el mismísimo público. De ahí que hayamos llegado al extremo de invitar al show a filólogos ingleses y expertos en la lectura de labios para terminar siendo indulgentes con Jude Bellingham, al que le han caído dos partidos, y gracias, porque no se puede dar la chapa a un árbitro en pleno partido como se la dio él en El Sadar, pese a que aquel, en varias ocasiones, le pidió calma. Quizás hubiese entendido mejor shut up, asshole, and play!

Todo es surrealista y delirante. El VAR se está utilizando esta temporada un 60% más que en la primera temporada de implantación. Y así nos luce: se sanciona de forma distinta en un mismo partido agarrones en el área (ver Barça-Rayo).

Lejos de dar tranquilidad al colegiado, el VAR en modo intervencionista termina por descentrar al árbitro de campo. Los goles se celebran a medias y soy de los que siempre ha defendido que el uso de la tecnología se limite al fuera de juego y al ojo de halcón en la portería. El resto de competencias terminan por desvirtuar el espíritu del juego hasta el punto de que incluso las manos estaban más claras antes que ahora...

¡El Real Madrid lloriqueando por los arbitrajes! ¿Barcelonitis? ¿Han pensado en lo que sentirán todos aquellos equipos de clase media a los que han perjudicado las decisiones arbitrales ante un Madrid o un Barça? Son muchos y también son hijos de Dios...

El actual clima es insoportable, y mucho me temo que seguirá hasta el final de temporada por lo ajustado de la cabeza y la cola de la tabla. ¡Y qué poco ayudan jugadores y entrenadores! Francamente, era más divertido, intrascendente y hasta equitativo hablar de los árbitros antes del VAR. Hemos conseguido fanatizar la tecnología. Tiene mérito.

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