Ni más verticales ni más compactos. Minutos antes del encuentro el técnico del Girona, Míchel Sánchez, pedía a sus hombres que mejoraran en esos dos aspectos con respecto a la temporada pasada. Pero el espectáculo que brindó su equipo hasta el descanso resultó lamentable. Después los brotes verdes no fueron suficientes porque la distancia ya era insalvable pero al menos la herida no se hizo más grande.
En un partido marcado por el calor (34 grados al inicio), con un mar de gorras distribuidas por la grada para protegerse del sol, el verdadero sofoco se lo dio el equipo gerundense a su afición. Un auténtico espectro en el encuentro que abría el campeonato de Liga. Un desastre. Sin alma. Sin competitividad. Sin colmillo. Regalando el partido desde el principio ante el Rayo. Con un nombre propio. El del portero Gazzaniga, con una actuación de pesadilla tanto en el primer tanto como en el tercero. El guardameta le dio el gol hecho a De Frutos para el 0-1 tras una pifia con el pie. El balón lo había retrasado David López y Gazzaniga no supo contactarlo con acierto. Lo dejó muerto y el futbolista del Rayo lo rentabilizó.
La primera parte de los de Míchel no tuvo ni pies ni cabeza; después Joel Roca y Lemar ofrecieron orgullo
Sin tiempo para encajar el golpe Krejci (qué calamidad) perdió el cuerpo a cuerpo con De Frutos, que se internó por la derecha y asistió a Álvaro para que marcara sin problemas el segundo tanto.
Ya estaba el Girona como la pasada campaña. Sin respuesta. Con los brazos bajados. Y eso un equipo tan bien armado como el Rayo lo iba a aprovechar con creces.
Míchel había determinado un once sin fichajes y con los mismos futbolistas que en ejercicio anterior el resultado estaba siendo igual de deficitario. Con el eterno Stuani en Uruguay por el fallecimiento de su padre y con Abel Ruiz lesionado el delantero centro del Girona, Miovski, no tocó el balón hasta al filo de la media hora. Lo hizo para perderlo, entre siseos de la afición, que le despidió con bronca cuando fue sustituido.
El ariete se marchó antes del descanso. Fue el sacrificado por Míchel cuando el calamitoso Gazzaniga resultó expulsado. El portero quiso recortar a De Frutos dentro del área, perdió la pelota, le derribó, cometió penalti y vio la roja. Isi transformó la pena máxima y el Rayo aún pudo alcanzar el entreacto con más renta. El estadio montó en cólera, incluso con gritos contra el palco.
Un escenario impensable porque la parroquia había acudido en masa y casi llenaba el recinto. Había ganas de ver al Girona pese a la temperatura pero lo que estaba ofreciendo su equipo no había por dónde cogerlo.
Restaba la segunda parte y con un futbolista menos el Girona debía al menos mostrar un poco de orgullo. Por eso Míchel recurrió a uno de sus futbolistas más corajudos, Portu. Entró por Asprilla, también silbado en la primera mitad. El fichaje más caro de la historia del Girona no enseñó nada, como en la pasada Liga. Tímido, sin desborde y sin aquellas cualidades que se le suponían cuando el equipo de Montilivi apostó por él.
Nada parecía estar cambiando en el partido, con el Rayo moviendo el balón con tranquilidad, pero David López protagonizó una recuperación, Tsygankov penetró por la derecha y el joven de Camprodon Joel Roca (una pizca de esperanza) redujo diferencias.
Míchel aprovechó el momento para meter a dos fichajes, Hugo Rincón y Vitor Reis, y después también haría debutar al ex del Atlético Lemar. El francés mostró detalles de su calidad. Él y Joel Roca fueron los que al menos dieron un cierto consuelo a la grada.
Mientras el Rayo, que la semana que viene afronta la previa de la Conference, dejaba pasar los minutos. Ya no cambió nada más. El Girona tiene mucho por mejorar.