Usted le sobra al fútbol

PELOTAS FUERA

El fútbol es un invento de pobres robado por los ricos. Esta afirmación ha hecho fortuna esta semana en redes sociales y resume el sentir de muchos aficionados tras saberse que el partido de Liga entre el Villarreal y el Barça de esta temporada se jugará en Estados Unidos. ¡Vuelve la lucha de clases!... esta vez a cuenta del balón.

“¡Ánimo, chavales, que solo duele la primera vez!” es lo más animoso que puede decirse a quienes así razonan. No es que su queja no tenga fundamento o que su indignación no esté plenamente justificada, solo que llega completamente a destiempo. Deberían saber estos nostálgicos que el tiempo que idolatran lleva ya muchos años muerto y enterrado. Tomen nota, queridos: la grada rugiente del estadio hace mucho que dejó de ser el corazón del fútbol.

El aficionado local que paga el abono ya no es un actor principal, sino puro relleno al fin y al cabo

El aficionado local, orgullosísimo del abono que paga religiosamente y que antes que él sufragaron su padre y su abuelo, ya no es un actor principal en esta película. Ni siquiera para secundario de lujo le alcanza. Los guionistas, pasito a pasito, lo han reducido a la condición de extra. Necesario, sí, para dar lustre al espectáculo y que este brille en todo su esplendor. Pero puro relleno al fin y al cabo.

Se equivoca quien advierta una conspiración de poderosos tras este cortinaje. Nadie le ha robado el fútbol a nadie. Ha sucedido simplemente lo inevitable con las cosas que adquieren valor. Las casas de pescadores que ahora son los enclaves turísticos más glamurosos del mundo fueron en su día el hogar de gente sencilla que apenas tenían para sobrevivir en un entorno de lo más hostil para la vida cómoda. Hoy las habitan unos días al año personas de alto poder adquisitivo y el entorno ha adquirido un aspecto paradisíaco. La propiedad cambió de manos porque se hizo apetecible. Lo mismo ha sucedido con el fútbol.

Al aficionado añorante hay que sacarlo de su autoengaño a bofetadas. Obligarlo a poner los pies en el suelo para que asuma que en la fiesta del fútbol no es más que el último de la fila. Que asuma que únicamente cuando todos los demás –televisiones, patrocinadores, órganos rectores, directivos de toda clase y condición, etcétera– están convenientemente saciados y empiezan con los eructos de satisfacción, se le permite a él llevarse las sobras a la boca. De ahí los horarios imposibles, las jornadas incomprensibles y, de un tiempo a esta parte, también las competiciones locales, Liga española incluida a partir de esta temporada, jugadas total o parcialmente en el extranjero.

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Hay una frasecita que se usa de modo recurrente para demostrar que en un proyecto no sobra nadie, ni siquiera el que ocupa el escalón de responsabilidad más modesto. Reza así: nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios. ¡Qué bonito si fuera cierto! Pero es fácil advertir que, si alguien sobra en el entramado del fútbol, ese no es otro que el leal aficionado local. Usted, por ejemplo.

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