Barça: creador de contenidos

Por la escuadra

El Barça es una máquina de generar contenidos: ofrece ingredientes espectaculares antes, durante y después de los partidos. Antes, con la cuenta atrás de las inscripciones de Joan Garcia y Marcus Rashford, resueltas in extremis, sin haber logrado que entendamos la cuadratura del círculo entre el fair play , las conexiones cerebrales de Javier Tebas y la adicción a la adrenalina de Joan Laporta. Durante, con una victoria justa, contaminada por un arbitraje extraño que, aplicando el reglamento, deja abierta la puerta a que los de siempre interpreten que se adultera la competición. Después, con la crítica de Hansi Flick, insatisfecho con el rendimiento del equipo en la segunda parte.

Y hablando de adulterar: el Barça también protagoniza la polémica de un posible partido en Miami contra el Villarreal. Con buen criterio, muchos jugadores, entrenadores y aficionados creen que se trata de una deslocalización que contamina los valores de la competición. Con cierta inocencia, hemos recuperado la afirmación según la cual el fútbol pertenece a los aficionados. Puede que sí, pero los aficionados solo cubren un porcentaje testimonial de los presupuestos de los clubs. Y eso significa que, aplicando el lema ancestral del “quien paga manda”, es fácil imaginar cómo acabará esta historia.

Ingenuamente, recuperamos la idea de que el fútbol pertenece a los aficionados

Es un debate que confronta principios y realidad. La realidad es cruelmente capitalista, e impone unos niveles de competitividad, rentabilidad y masa salarial que parten de una necesidad de ingresos que roza la ciencia ficción. Diría que fue Jagoba Arrasate quien habló de hipocresía y quien dijo que mientras nadie se rebele, los actores principales de este espectáculo seguirán “chupando del bote”. Y el bote es, como en otros deportes, transnacional y, si le conviene, borra las fidelidades locales para imponer una lógica que convierte el romanticismo de la afición en una aplicación de móvil o una prestación robótica con, eso sí, una cuenta corriente de la cual extraer ingresos típicos, atípicos y tan tóxicos como el patrocinio de una república africana en guerra.

BARCELONA, 25/06/2025.- El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, atiende a los medios durante la presentación de vídeo podcast #{emoji}147;La Llotja del 125#{emoji}148;, en el Palau de la Música en Barcelona. EFE/Alejandro García

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta

Alejandro García / EFE

Del partido de Mallorca, también queda la proyección de Lamine Yamal como gran protagonista del juego. En el ámbito de la creación de polémicas artificiales, existe cierta inquietud para saber si el jugador derivará hacia una egolatría individualista o si se mantendrá al servicio del interés colectivo. Es un debate estéril, que la estadística y la historia desmienten. Los mejores Pelé, Best, Cruyff, Maradona, Ronaldinho o Messi, ¿anteponían el lucimiento personal o lo entendían como la forma de liderazgo hacia el éxito de un equipo? No es, que conste, un debate nuevo. En 1927, el escritor Yuri Olesha escribió la novela Envidia (Ed. Acantilado), que incluye una vigorosa descripción de un partido de fútbol. El narrador se centra en la actitud de dos jugadores confrontados, un alemán y un soviético. Olesha distingue entre el deportista profesional, que contribuye a la evolución del juego y del resultado, y el profesional que solo se centra en el propio éxito. Si en 1927 esta inquietud ya circulaba entre los aficionados, hoy tenemos la suerte de haber comprobado que la vanidad en el liderazgo y el rendimiento y la solidez competitiva de un equipo no son incompatibles.

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