¡Vea al Barça en Miami!

Por la escuadra

Salvo cataclismos o aplazamientos, la UEFA autorizará hoy la disputa del Villarreal-FC Barcelona del campeonato (¿nacional?) de Liga en Miami, ocurrencia que cuenta con el apoyo de los dos clubs y la Federación Española de Fútbol.

El partido figura en el fin de semana del 20-21 de diciembre, ideal para que socios y seguidores de ambos conjuntos separados por 280 kilómetros pasen la Navidad en Miami Beach, a 7.539 kilómetros, con excursiones opcionales para fotografiar caimanes, hacer las compras de Reyes o visitar la casa de Hemingway en Key West. Un traje a medida de las entradas Vip’s.

Llevar a Florida un Villarreal-FC Barcelona es la enésima burla a la dignidad del aficionado

¿Y los militares de baja graduación, los parados de larga duración y los mutilados de guerra? ¡También están invitados! El fútbol es un deporte popular, muy del pueblo –hoy llamado ciudadanía–, sin exclusiones ni clases sociales, etcétera, etcétera...

Un arco azulgrana para recibir a los campeones de la Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España. Una alfombra con el logo del 125 aniversario del Barcelona. Y una atmósfera que recordó que, efectivamente, la entidad está más viva que nunca. Todo para recibir al Barça de Flick, que, con la megafonía rugiendo sus nombres, se dirigió al círculo central. Mientras sonaba el We are The Champions y una lluvia de confeti y pirotecnia azulgrana inundaba Montjuïc, este Barça, el del Dream Teen, dio una vuelta de honor al estadio. Celebrando lo ganado y lo que está por venir.

La cara de ilusión de Gerard Martín, Héctor Fort, Marc Casadó o Bernal lo explicaban todo. La mirada de agradecimiento de Lamine Yamal, Pedri y Hansi Flick, los más aclamados de la noche, también. Y la sardana que dibujaron todos destiló la unión de un equipo que ha cerrado un año inimaginable. “Llevo algunos títulos con este club y este ha sido especial”, reconocía su capitán, Ter Stegen. “Estoy realmente feliz, la ciudad y el club son maravillosos”, apuntaba por enésima vez Hansi Flick. “Somos campeones. Vamos a por más el año que viene”, prometía Pau Cubarsí. “Me quedo con la sensación de triunfo”, sentenciaba Balde. Todos se hicieron una foto de familia en la que recordaron al fallecido doctor Carles Miñarro y también a Ferran Torres, recientemente operado de apendicitis.

Celebración del Barça la pasada temporada 

La experiencia es ilusionante. Sería el primer partido de Liga jugado fuera del territorio español, innovación que abre una ventana de oportunidades y un nicho no fúnebre. Con el tiempo, los aficionados del Levante, Girona o Real Oviedo podrán ver a su equipo en el municipal de Rabat, disputar la permanencia en Kazajistán o jugar a puerta cerrada en la residencia de Kim Jong Un.

El Real Madrid ha solicitado que no se juegue el partido en Miami y sus razones tendrá –entre ellas, no sentar precedente–, al igual que la Asociación de Futbolistas Españoles. Aquí todo el mundo va a lo suyo de modo que en la entrada de las sedes de la RFEF, la UEFA o la FIFA bien podrían inscribir esta leyenda a modo de bienvenida:

–¿Qué hay de lo mío?

El sindicato de los futbolistas se opone al desplazamiento –pese a lo descansado que se viaja en Business– por razones de salud de los jugadores. Bueno, si es por eso...

El aficionado ni tiene sindicato ni derechos televisivos ni pinta nada, aunque pague la fiesta, no ya vía entradas o abonos sino como espectador, consumidor y lo que podríamos llamar perfecto pagafantas . Su papel empieza a ser lamentable porque la mayoría de clubs y federaciones le ha perdido el respeto y cada temporada le hacen tragar un más difícil todavía. Ahora ya se atreven a jugar partidos al otro lado del Atlántico, píldora dulce porque pronto llegarán destinos menos aceptables y más discutibles o lejanos que Miami, previsiblemente dictatoriales.

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