Cuando ganar tiene penitencia...

Por la escuadra

Tadej Pogacar empieza a recordarme a Eddy Merckx, y esto no es un elogio –como sería lo lógico–, sino un sentimiento contradictorio, posiblemente antideportivo y un punto ruin: los deportistas que ganan continuamente, con aparente facilidad, sin emoción, terminan por parecerme unos tiranos de los que solo espero que un libertador les descabalgue (salvo que se llamen Nadal o Indurain, los nuestros).

Eddy Merckx, el Caníbal, ganó cinco Tours y 34 etapas. Lejos de aplaudir y admirar al campeonísimo, ver al tipo recorrer Francia de amarillo con aquella facilidad hizo que mi interés por cada Tour desapareciese en cuanto veía que, otro año, el ciclista belga iba a dominar la gran ronda.

El síndrome Merckx me persigue: si ya sé quién va a ganar a las primeras de cambio, apago el televisor

¿Por qué somos injustos con ciertos campeones y terminamos criticándoles si lo ganan todo, cumpliendo su obligación? No es envidia –imposible en estos casos–, sino un mecanismo interior que imputa a los campeones el pecado de ganar y ganar, en lugar de responsabilizar a los competidores por no dar la emoción que anhelamos de un Tour.

El síndrome Merckx me persigue. En cuanto una competición queda decidida en el ecuador –o antes, caso del presente Tour– pierdo el interés y dejo de aportar audiencia, ese criterio tan determinante en el deporte actual. La emoción de los finales ajustados desaparece. La lista de ejemplos personales es amplia y muy injusta, porque atribuir al campeón la responsabilidad es lo más antipedagógico del mundo.

El corredor belga Eddy Merckx en la III Escalada a Montjuïc, en 1966

El corredor belga Eddy Merckx en la III Escalada a Montjuïc, en 1966

Propias

El balonmano es un ejemplo. ¿Cuándo perdió el FC Barcelona su última Liga? ¡Hace quince años! Salvo que uno sea un adicto al balonmano, la competición se limita al interés por ver si el Barça pierde algún partido...

Toni Bou, admirable deportista que transmite valores intachables. Lo cierto es que se ha adjudicado 19 títulos mundiales de X-Trial y 18 de Trial GP, o sea 37. No quiero ni imaginar lo desmoralizante que debe ser Toni Bou para sus competidores...

Menos abrumador pero igualmente desalentador para un voyeur del motociclismo es la temporada de Marc Márquez. Enfila al noveno título mundial y transmite tal superioridad que cuesta, no siendo un forofo, interesarse por las carreras.

El deporte es cada vez más televisión. Las retransmisiones han ganado tanto gracias a la tecnología que uno puede quedar atrapado por la natación sincronizada, el remo o una carrera de sacos. Pero si no hay emoción y todos sabemos cual será el final de la película –en teoría el deporte es mayoritariamente cine de suspense–, penalizamos al campeón indiscutible.

Paradojas de la condición humana...

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