Si el Madrid y el Barça se desvanecieran, España se convertiría en un agujero negro. La gravedad en España son dos clubs de fútbol
‘Ordesa’, Manuel Vilas
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Enrique Arnaldo Alcubilla (68) es magistrado del Tribunal Constitucional y en sus ratos libres le da vueltas a su pasión por los deportes y sus reflexiones me reconcilian con mi oficio, el oficio del periodismo deportivo, estigmatizado en tantas ocasiones.
Me dice:
–Para los escritores deportivos se abren enormes perspectivas. En ese género se crean buenas columnas literarias, se tiene interés por escribir bien, por hacer literatura, por ir más allá y no preguntar solo por lo básico.
–Deme ejemplos.
–¿Cuántos grandes escritores han abordado este género? ¿No ha leído usted columnas de Vargas Llosa? ¿Y de Fernández Flórez? Ambos fueron grandes escritores que también escribían de fútbol. Al fin y al cabo, nada en el mundo genera tanta atención como este deporte. Ya lo decía Valdano: “El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”.
–¿Y usted está siempre pendiente del deporte? ¿Es usted un hooligan?
Sonríe y dice que no con la cabeza.
–Hombre, hay más cosas en la vida, ¿no? En realidad, prefiero ver cine. Además, yo soy más actor que espectador.
–¿...?
–Prefiero jugar antes que ver. Prefiero disfrutar del ejercicio. Lo que yo hago es buscar el equilibrio entre la literatura y el deporte. Es la literatura la que me ha traído hasta aquí, y no al revés. ¿Ha leído usted El periodista deportivo?
(He leído la novela de Richard Ford, me la regaló mi gran amigo Domingo Marchena hace ya unos cuantos años).
–Pues ahí está todo –sigue Enrique Arnaldo Alcubilla–: la literatura le da belleza al deporte, le da palabras, un lenguaje, y autores como Richard Ford convierten todo eso en periodismo de referencia, y lo hace utilizando un lenguaje cuidado y atento cuyo léxico cala en otros espacios, trasciende al mismo deporte.
Pero los deportistas, y en especial los futbolistas, deberían ver que, sin los periodistas, no son nada”
–Deme ejemplos.
–En el lenguaje coloquial hablamos del fuera de juego. O sacamos tarjetas amarillas...
Dani Duch le retrata en las gradas del estadio Vallehermoso, en Madrid, a diez minutos a pie de la sede del TC, y en este lugar sobre todo se corre, se salta y se lanza, se practica atletismo, y por eso me toca preguntarle:
–Pero no todo el deporte es fútbol, ¿no?
–No, desde luego que no. Pero es el deporte que ha transformado la historia. Piense que está cambiando tanto la vida contemporánea que ya no es solo una actividad de fin de semana, sino de toda la semana. A ver, la literatura del fútbol es muy hispanoamericana, es la de Fontanarrosa, Sacheri o el mismo Valdano, todos argentinos. El rugby es de John Carlin y el béisbol, de los estadounidenses o los cubanos. Pero los que abarcan más atención son el fútbol y el boxeo de Joyce Carol Oates, Gistau, Liebling, Francisco Ayala o Ignacio Aldecoa.
Y lanzando nombres y títulos se sumerge en El deporte en la literatura (editorial Espasa), su propia obra literaria, suerte de miscelánea de libros y poemas y películas, incluso de obras de arte, que bucean en el deporte.
Y así pasamos un buen rato, revisando desde Evasión o victoria hasta Open, la biografía de Agassi, pasando por Nabokov (en Football hablaba de un guardameta contemplando a una joven que entra en el campo e imaginándose una conversación junto a ella).
–Y no nos olvidemos del tenis, de El Tenis como experiencia religiosa (Foster Wallace), o del atletismo que nos regalan Murakami y Mc Dougall.
–Pero, ¿qué nos dan los deportistas?
–Hemos cambiado la fe en la política como elemento de transformación por la fe en el balón. Las calles son un deambular de gente joven corriendo, de hombres y mujeres, cada vez más mujeres. Buscamos algo que nos evada de la inflación o la política. Ellos son ahora nuestros héroes.
–Y los deportistas, ¿lo están entendiendo? En la mayoría de entrevistas, los futbolistas se refugian en los tópicos...
–Yo también tengo esa sensación. Dan entrevistas pensadas para cumplir el expediente y cubrir dos minutos del post-partido. Los futbolistas incurren en el tópico, dirían lo mismo tras cualquier partido. No se dan cuenta de que, sin los periodistas, no son nada. Deberían tomárselo más en serio y los clubs deberían educarles más en eso.


