Hay aquí, en el Saló de Cent del Ajuntament de Barcelona, un abanico de amantes del baloncesto.
Están Aíto García Reneses, Audie Norris, Jordi Robirosa, Juan Carlos Navarro y Álex Mumbrú. Y en el atril, Juan Montes toma la palabra y bendice a Pau Gasol (44), le bendice como le había bendecido hace casi treinta años, cuando el gigante de 2,15m era un chaval alto, flaco y tímido que no lo tenía del todo claro, no creía en sí mismo al 100%.
–Pero yo sí que le veía el talento –dice Montes, entonces director técnico de la base del baloncesto azulgrana, pocos años más tarde entrenador del primer equipo–. Y eso, a pesar de que Pau iba agotado: estudiaba Medicina y se entrenaba mañana y tarde, y jugaba poco. Lo que pasa es que un día Aíto me dijo que necesitaba cuatro jugadores del B para completar un entrenamiento del primer equipo. Y allí colé a Pau. Y al acabar la sesión, Djordjevic (entonces estrella de los azulgrana) dijo: ‘Tenemos a un Kukoc en el filial...’. Y así se le empezaron a abrir las puertas, en especial al año siguiente, cuando Seikaly flaqueaba y Pau se lució en la Copa del Rey y en las finales de la ACB.
Aquello ocurrió en el 2001.
‘Tenemos a un Kukoc en el filial...’. dijo Djordjevic. Y así se le empezaron a abrir las puertas a Pau”
Las hemerotecas y los nostálgicos recuerdan aquel año.
Tan fulgurante fue su proyección que, un curso más tarde, Gasol ya estaba en la NBA, en Memphis.
–Convertirme en el segundo baloncestista español que salta a la NBA fue un honor –interviene Pau Gasol ahora (el primero había sido el malogrado Fernando Martín)–. Pero de lo que estoy más agradecido es de mi entorno. De mis compañeros de viaje, de mis entrenadores, de mis padres y de mis hermanos. Mantener el equilibrio entre la ambición, el perseguir los sueños y el tener los pies en la tierra no ha sido fácil. Si lo he logrado es gracias a ellos. No me olvido de aquellos partidos de baloncesto en la canasta de mis abuelos, con mi padre y con Marc. O del dilema que se me planteó en mis inicios, cuando me llamaban del Joventut, del Manresa, de otros equipos ACB, y yo decía que quería crecer en el Barça a pesar de que mis abuelos eran pericos... En fin, podríamos hablar durante horas.
Agustí Gasol, el padre, asiente.
Y reflexiona en voz alta:
–Siempre me he preguntado cómo los abuelos, que ya no están, llevarían hoy el hecho de que su nieto fuera un personaje tan popular. De hecho, a mí me alucinaría mucho ver a mis nietos logrando algo así.
(Las voces de Ellie y Max, los hijos de Pau Gasol y Catherine McDonnell, acompañan el discurso de Agustí Gasol).
Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, se delata: le delata su discurso, repleto de detalles del baloncesto. Habla de la camiseta de los Lakers, de la amistad entre Gasol y Kobe Bryant y del salto icónico de ambos hermanos, Paul y Marc, en el All Star del Madison Square Garden en el 2015. Dice que el apellido Gasol ya luce en el Hall Of Fame de la NBA y en el de la FIBA, y mientras le concede la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de Barcelona, proclama:
–Ahora ya estás también en el Hall Of Fame de tu ciudad.