El regreso de una final de la NBA a Indiana, de la mano de los Pacers, 25 años después, reverdece memorias. No de las finales de 2000, sino atrás, mucho más atrás. En el estado de los hoosiers —apelativo para los habitantes de Indiana— el baloncesto es un religión, particularmente en categoría colegial. Es otro tipo de baloncesto, alejado del streetball de las canchas públicas de las grandes urbes. Es un baloncesto canónico, colectivo, eficaz. Es el distingo de un estado a menudo caracterizado como rural y atrasado. Es, de alguna manera, su orgullo. Como reza el adagio local, “en 49 estados es baloncesto... Pero esto es Indiana”.
Todo empezó en 1954, con el milagro de Milan. El High School de Milan, Indiana, logró coronarse campeón del estado. Todo el colegio tenía solo 200 alumnos, para una población total de menos de 1.500 personas. Menos que los 1.600 alumnos que asistían a clase en Muncie, su rival en la final. En el último partido derrotaron ante 15.000 espectadores en el Butler Fieldhouse de Indianapolis con una canasta en el último segundo de Bobby Plump. Antes de la final, el entrenador del equipo, Marvin Wood, midió la cancha del Butler Fieldhouse para demostrar a sus jugadores que era de las mismas dimensiones que su gimnasio en Milan y quitarles el miedo. Todo ello quedó retratado en la película Hoosiers (1986), en la que Gene Hackman daba vida a Wood.
Crispus Attucks heredó el título de Milan en 1955, y repitió en 1956. Fueron los títulos que rompieron la barrera racial: Crispus era una escuela solo para negros, en un momento en que a los jugadores de esa raza se les miraba como inferiores. Liderados por Oscar Robertson, criado en Indiana, Crispus rompió moldes y abrió las puertas a los equipos de razas mixtas. Robertson, por su parte, hizo una carrera formidable: ganó el oro olímpico en Roma ’60, hizo historia en la NBA —fue el primer jugador en promediar un triple-doble en una temporada— y logró ser campeón de la competición en 1971, haciendo tándem con Lew Alcindor, poco después conocido como Kareem Abdul-Jabbar.

Estatua de Larry Bird en el campus de la Universidad de Indiana St.
El 'paleto' de French Lick
En 1956, cuando Crispus se hacía con el campeonato escolar de Indiana, venía al mundo en French Lick, un pueblo del mismo estado de apenas 2.100 habitantes, Larry Joe Bird. Bird es el epítome del baloncesto en Indiana. Aunque abandonó la universidad del mismo nombre para conducir a la pequeña Indiana State a la final universitaria de 1979, el Hick of French Lick —el paleto de French Lick, como le llamaban en sus inicios— fue tres veces consecutivas MVP de la NBA, tres veces campeón de la misma competición y conductor de los Pacers como técnico hasta la final del 2000. Bird sigue siendo, además, la única persona que ha sido nombrado Mejor Jugador de la NBA, Mejor Entrenador y Mejor directivo.
Saga real
John Wooden, Indiana y el baloncesto en la sangre
El entrenador más laureado de la NCAA —10 títulos con UCLA—, el ya fallecido John Wooden, es, seguramente, el mayor representante de la pureza del baloncesto de Indiana. Nacido en ese estado, se educó en la universidad de Purdue, también de Indiana. Su entrenador fue Ward Lambert, contemporáneo de Phog Allen, que llevó los métodos que este aplicaba en la universidad de Kansas a Purdue. Allen había sido alumno de su antecesor en el banquillo de Kansas. No era otro que James Naismith, el inventor del baloncesto.
Si Indiana está orgullosa de su programa de baloncesto escolar, no lo está menos de su programa universitario. Con Universidades como la propia Indiana, Notre Dame, Purdue o Butler —todas en la élite de la competición universitaria la NCAA— los hoosiers de Indiana son la joya de la corona. Cinco veces campeones de la competición universitaria (1940, 1953, 1976, 1981 y 1987, estos tres últimos títulos bajo el mandato de Bobby Knight), de sus aulas han salido jugadores como Isiah Thomas, Quinn Buckner o, más recientemente, Victor Oladipo.

Larry Bird, junto a Reggie mIller en 1998.
Aunque los Pacers de Indiana triunfaron en el baloncesto profesional de la ABA en la década de 1970, no fue hasta mediados de la de 1990 cuando el equipo se sumó a la élite de la NBA. De la mano de Reggie Miller, los Pacers desarrollaron una rivalidad histórica con los New York Knicks que escondía el enfrentamiento entre el baloncesto purista de Indiana frente a la rocosidad del baloncesto urbano.
Aquellos Pacers rozaron el título con la mano pero sus propios errores, representados en el incidente de The Malice at The Palace —una pelea en la que varios jugadores saltaron a la grada y recibieron sanciones históricas—, les privó de una oportunidad. Con Larry Bird de nuevo en los despachos como consultor, los Pacers esperan llevar a Indiana el único título del que el estado adolece: el de campeones de la NBA. Y honrar así la larga tradición de una de las cunas, si no la cuna, del baloncesto.