Jonathan Milan se estrena en el Tour y acaba con la sequía italiana

Tour de Francia | Etapa 8

El italiano supera a Van Aert en el sprint en una jornada de transición

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Jonathan Milan celebra su victoria en Laval

CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE

Es a comienzos de año cuando se toman las decisiones más importantes en el ciclismo. Cada equipo analiza sesudamente la conveniencia de llevar a tal o cual ciclista a cada carrera importante. La madre del cordero suele ser quien viaja a Francia para correr el Tour. Y ahí, el Lidl-Trek, equipo americano en el que brillaron los hermanos Schleck, tenía un serio problema: elegir entres sus dos líderes, Mads Pedersen o Jonathan Milan. El primero era y es un experimentado velocista en plena madurez (29), con 55 victorias en sus espaldas. El otro, un joven talento italiano (24) con un futuro asombroso, con 23 victorias pero sin ningún Tour en sus piernas. Y esa lozanía suponía un problema. Pues bien, Steven de Jongh, director del equipo, fue valiente y optó por el segundo, pero de golpe administró toneladas de presión al italiano, que se incrementaron después de que Pedersen reinase en el Giro de Italia con cuatro triunfos parciales, además del maillot de puntos.

La tensión del italiano ha sido evidente en todas y cada una las batallas a las que ha entrado en este Tour. Como cuando la tomó con Biniam Girmay en un sprint intermedio. La derrota por un tubular ante Tim Merlier al día siguiente acrecentó más las dudas en el Trek sobre su elección. Después de todo ese trasiego, la victoria en Laval ha sido el mayor descargo en mucho tiempo del ciclista. Esta vez no dio opción. Volvió a hacer de las suyas para encontrar la posición con algún empujón al límite de lo permitido, es evidente que Milan es un corredor agresivo y displicente, pero cuando lanzó el sprint, nadie pudo discutirle la victoria. Ni siquiera Van Aert, que había estudiado el final y sabía que la ligera pendiente de los últimos metros podría favorecerle.

130 etapas después, un italiano volvió a ganar en el Tour. No había debutado Tadej Pogacar en ninguna grande cuando Vincenzo Nibali venció en Val Thorens en 2019, en el Tour que elevaría a Egan Bernal con solo 22 años. Jonathan Milan, el heredero de Cipollini, el gigante del pelotón, un prodigio de la naturaleza, tuvo que esperar ocho jornadas para levantar los brazos en señal de victoria. Y respiró aliviado en la meta como nunca antes había hecho en sus 24 años. De golpe descargó la presión que sobre sus hombros se había construido desde meses antes. Su historia de éxito continúa -ha cosechado 17 medallas en ciclismo en pista, especialidad en la que ha sido campeón olímpico, mundial y Europeo-. Y ante las pocas opciones para los velocistas en este Tour de Francia, esta victoria supone tener pie y medio en el podio de París con el maillot de puntos.

Pocas veces el Tour ha elegido un comienzo de etapa en un ignoto pueblo de la Bretaña francesa de solo 4.000 devotos habitantes. La excusa de Christian Prudhomme en este caso no era menor. Y es que Saint Méen-le-Grand fue la cuna del hijo del panadero más famoso de Francia, el primer caníbal del ciclismo antes de Merckx y todos sus innumerables sucesores. Un depredador de la bicicleta llamado Louison Bobet que fue el primero en ganar tres Tours de Francia consecutivos, antes que Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Miguel Indurain.

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