Arensman repite triunfo en La Plagne; Pogacar y Vingegaard llegan tarde

Tour de Francia | Etapa 19

El esloveno, que lanzó un par de ataques durante el último puerto, encarga su cuarto Tour de Francia en los Alpes

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Thymen Arensman celebra su segundo triunfo en esta edición del Tour de Francia

LOIC VENANCE / AFP

El suizo Hugo Koblet solo ganó un Tour de Francia, el de 1951. El pédaleur de charme, en francés el ciclista con encanto, era un enorme seductor que subido a la bicicleta alcanzó tanto la fama como la gloria. Conocido como el James Dean del ciclismo por su cabello refinado, pero también porque ambos murieron en un accidente de tráfico, no hubo mejor corredor a comienzos de los cincuenta. En aquel Tour hizo cosas nunca vistas, como retar al pelotón con una escapada de 140 kilómetros y pararse a metros de la meta para asearse, peinarse y entrar arreglado para las fotos. En París aventajó en más de 20 minutos a los Coppi, Bartali, Bobet, Robic, Ockers y Géminiani, los mejores de la época. Como el encantador Koblet, el dominio de Tadej Pogacar en este Tour es tal que si lo hubiese necesitado podría haberse parado para peinarse o tomarse un refresco antes de cada meta y aun así llegar de amarillo a la meta de los Campos Elíseos.

En la última etapa de alta montaña en los Alpes, un infierno más corto pues la jornada fue reducida 30 kilómetros por un problema de contaminación animal en uno de los valles que debían recorrer los ciclistas, Pogacar pareció volver a ser el corredor furioso que convirtió en títeres a sus rivales en los Pirineos. Tras amarrar el botín que había venido a buscar, la etapa de ayer era ideal para celebrar un nuevo triunfo. Pero, ciertamente, el esloveno parece haberse aburrido de este Tour. Con sus declaraciones y su forma de correr alimenta la sensación de tener ganas de que esto se acabe ya. En La Plagne, donde había decidido ganar, no peleó al final por la etapa para sorpresa de todos. “Ataqué al principio y seguramente podríamos habernos ido con Jonas. Pero decidí mantener mi ritmo. Arensman estaba muy fuerte”, intentó explicarse en la rueda de prensa.

Pogacar atacó dos veces en el último puerto, pero al final decidió no pelear por el triunfo

Y sí, por segunda vez en este Tour, y con la misma agonía que en la llegada a Superbagnères, el neerlandés Thymes Arensman resistió el extraño empuje de los hombres de la general en las terribles rampas de La Plagne. Como en los Pirineos, nada más cruzar la meta se cayó sobre las vallas. Se tiró al suelo y se retorció de dolor. Esta vez el sabor de la gloria fue más exquisito, pues si robarle un triunfo a Pogacar y Vingegaard es harto imposible, lograrlo dos veces en apenas seis días es una gesta que podrá contar a sus nietos.

Controló la etapa UAE, que no dejó que Primoz Roglic pudiese soñar con el triunfo tras escaparse desde lejos. No pudo contenerse Pogacar y a falta de 14 kilómetros para la meta hizo la primera selección. Alcanzó a Arensman, el más prematuro en su ofensiva, pero el neerlandés, indetectable en este tipo de etapas, volvió a atacar con la connivencia de los cuatros primeros de la general, unidos en grupo. Repitió su ofensiva el esloveno a falta de siete kilómetros para la meta, pero viendo que Vingegaard no se le despegaba, decidió dejarlo así.

No hubo más ataques hasta que a falta de 300 metros lo hizo el danés, quizás buscando un triunfo que todavía no ha conseguido. Demasiado tarde. Arensman ya había plantado su bandera en lo más alto de la cordillera.

Se acabó la montaña y con ello el Tour de Francia. Salvo catástrofe, Tadej Pogacar se subirá al podio de París el próximo domingo y estará acompañado de su inseparable Vingegaard y del alemán Florian Lipowitz. Pero lo importante no parece ser ahora mismo el podio. ¿Se aburre Pogacar? Preguntado directamente por ello en la rueda de prensa posterior, el esloveno esconde la cabeza como un crío y esboza una sonrisa. Y su respuesta no convence a nadie. “No, no, estoy cansado”

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