Ave, Raphinha

La prórroga

Ave, Raphinha
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Pasa de vez en cuando. De repente hay partidos que emiten señales antes de empezar que uno entiende que son para sí mismo y no sabe muy bien por qué. A saber: Raphinha con el brazalete de capitán, la grada del Camp Nou cantando el himno a capela enviando a freír espárragos la megafonía y Koundé acertando en el primer pase fueron promesas encriptadas de gran espectáculo que había que saber interpretar. Yo lo hice. (Hay gente que cree en el horóscopo, qué quieren que les diga). Si a eso añadimos la titularidad de Pedri, hoy en día medio equipo, y un juguetón Lamine Yamal, que no son ni el uno ni el otro elementos esotéricos sino apuestas seguras, difícil era que no se diera bien la cosa.

Cierto es que el Atlético de Madrid venía en racha y generaba temor, pero el Spotify Camp Nou, aunque a medio hacer, no tiene nada que ver con Montjuïc y el aliento final de la grada sonó deliciosamente a viejo aunque sea nuevo: entendió que su papel era ayudar al grupo de Flick a sostenerse cuando la alineación, ya sin Pedri, Raphinha, Lewandowski y Dani Olmo, más lo necesitaba.

Ya no se concibe este Barça sin los liderazgos del brasileño ni de Pedri, jugador-mentalista

Señales.

Raphinha, el líder

En el fútbol de élite (y no digamos en el Barça) hay pocas cosas más difíciles de lograr que cambiar la dirección de un pulgar señalando al suelo cuando se hace de forma unánime. Esa era la situación de Raphinha después de sus dos primeras temporadas como azulgrana. Se le valoraba la honradez (mal asunto en un delantero), pero se había impuesto en el ambiente la conclusión de que le faltaba calidad. Nico Williams molaba más pero, entre que este club hace tiempo que no ficha lo que desea y la fuerza de voluntad y fe de este fenomenal tozudo, el tipo se quedó por sus narices y se transformó, a sí mismo y a la opinión que se tenía de él.

Raphinha, capitán ayer, se señala el escudo tras lograr el gol del empate

Raphinha, capitán ayer, se señala el escudo tras lograr el gol del empate

Albert Gea / Reuters

Raphinha es hoy el líder espiritual del Barça, la afición le sigue a dónde sea y la prensa especializada se ha rendido a su manera de entender el fútbol, el súmmum de la modernidad al combinar presión sin balón (tiene la mentalidad defensiva de un central de los años setenta en espacios cortos) y dinamismo y verticalidad en ataque. El pulgar no solo apunta hacia arriba, Raphinha es el que lo maneja porque se ha ganado ser el nuevo césar.

La perla, Pedri

Va demasiado rápido este Barça a gusto de Pedri pero el canario, mentalista, es el único jugador capaz de bajarle las pulsaciones cuando clama el cielo que le hace falta. Si el equipo azulgrana ha echado en falta a Raphinha, a Pedri no deberían dejarle salir del campo ni lesionado. Anoche Flick se saltó el Excel y lo intentó, porque no concebía el alemán el partido sin su brújula, algo que compartíamos todas las personas que estábamos en el campo. Se le fundieron los plomos a Pedri y cayó el Barça como equipo de fútbol. Ya se ha dicho que la asistencia del tercer tanto, obra de Ferran Torres, la compartieron Balde y un intangible de gran poder: la afición chutando como en los viejos tiempos.

Señales.

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