Manchester City, la caída del equipo perfecto

Cambio de ciclo

Tanto por ritmo como por estructura, el conjunto de Guardiola se ha convertido en previsible y endeble y suma 13 derrotas esta temporada

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Un cabizbajo Josep Guardiola, en una imagen frecuente esta temporada 

David Ramos / Getty

"Un poco sí. Ya estamos cambiando cosas”. Estas fueron las palabras de Pep Guardiola cuando se le preguntó si la eliminación en la Champions suponía un fin de ciclo. Y es que el Manchester City ha pasado de ser el mejor equipo del continente a un conjunto frágil. Una caída basada en varios puntos.

El ciclo del fútbol moderno

El fútbol actual es como la informática. Todo va muy rápido. Se analiza todo al momento, los rivales te contrarrestan antes y la exigencia continua acorta los ciclos de los equipos de éxito. Y aquí es donde hay que buscar la primera explicación, en los nuevos tempos del deporte actual. El cuadro citizen muestra señales claras de agotamiento. Le cuesta mantener el ritmo y la concentración cada tres días. Algo que entra dentro de los parámetros lógicos de un equipo que ha ganado seis Premier League y una Champions League. Lo que sí sorprende es lo acusado y abrupto del bajón esta temporada.

Entre la idea y los perfiles

En lo futbolístico hay un problema por encima del resto. Porque el City se ha quedado a medio camino en su identidad de juego. Una identidad con el sello permanente de Pep Guardiola y que siempre ha pasado por una gran proactividad tanto con el balón como sin él. Ahora mismo, es un equipo que no presiona arriba de manera efectiva y que, a su vez, se expone igualmente con la línea defensiva muy alta. Por ejemplo, los citizens no consiguieron ni una sola recuperación alta en la primera parte del partido de vuelta de la Champions en el Bernabéu. Pero es que, además, los dos primeros tantos madridistas llegaron en jugadas en las que el rival ataca la espalda del cuadro inglés. Algo que responde directamente a los perfiles actuales de la plantilla. Después de la salida de Walker y la pérdida de prestaciones de sus puntales defensivos (Ruben Dias, Stones o Gvardiol), el City ya no cuenta con ningún defensa corrector para ganar carreras al espacio contra primeros espadas mundiales. Tampoco arriba, donde el estado vital de los De Bruyne, Gündogan o Bernardo Silva ha dejado muy mermada la voracidad del equipo en la presión alta y la de después de perder el balón.

Sin margen para la sorpresa

Otro de los puntos para entender al gran City fue la variedad táctica. Guardiola empezó el proyecto revolucionando la Premier League con el juego de posición y combinación, luego pasó a jugar con falso nueve (Ferran Torres o Foden), después añadió la sorpresa de los laterales por dentro, con la llegada de Haaland adaptó el juego coral a la figura de un nueve y, en la versión más reciente, optó por crear la superioridad con un central (Stones) siendo el cuarto mediocampista. Es decir, plantear estímulos tácticos nuevos para ser indetectable. Algo que no está ocurriendo esta temporada. Tanto por ritmo como por estructura, el City se ha convertido en previsible.

Falta de profundidad y de solidez

Todos esos factores han revertido en una marcada disminución en las dos fases del juego. Los citizens acumulan 52 goles a favor y 35 en contra en los 25 partidos disputados en la competición doméstica hasta ahora en lo que significa una media de 2,08 tantos a favor. Es la primera temporada de Guardiola en la que su equipo no alcanza un promedio de 2,2 goles. Pero, lo más impactante, se aprecia en lo defensivo. En ninguna de las temporadas con el técnico al mando, se habían superado los 0,90 goles encajados por partido mientras, en este 2024-2025, el ratio se eleva a un balance desfavorable de 1,46. Es decir, que el City ha pasado de ser un equipo sólido a un conjunto endeble. Un síntoma revelador del momento. Como también lo es la falta de profundidad mostrada en muchos de sus partidos. La mayoría de sus atacantes más habituales se exceden en el juego al pie y olvidan las rupturas al espacio. Sólo Savinho y Doku parecen tirar de este recurso. El primero es el único que juega con cierta asiduidad. La reciente llegada de Marmoush tiene que servir para ganar en este aspecto.

El factor Rodri

Nunca un jugador puede explicar las causas del rendimiento de un equipo. Porque este deporte depende de tantos factores que sería irreal. Pero si algún caso se acerca a esta globalidad es el de Rodri para Guardiola. Y es que, cuando en el minuto 21 del partido ante el Arsenal del 22 de septiembre el mediocentro cayó lesionado, el City era líder de la Premier. Y a partir de ahí, muchos de los problemas actuales afloraron de golpe. La baja del actual Balón de Oro ha provocado un efecto mariposa. Porque su influencia en el juego era abrumadora. Por su perfecto posicionamiento, él era el hombre clave para la correcta ocupación de los espacios. También un distribuidor que daba sentido y seguridad a las posesiones (88 pases de media por partido a una fiabilidad del 93%). Y por último, intuición y piernas para las recuperaciones altas y los repliegues. Valores vitales todos ellos para la manera de jugar del City. Además, su ausencia ha aumentado los daños colaterales porque no existe un sustituto de su perfil en la plantilla. La llegada de Nico responde a esa falta.

Las individualidades deciden menos

Desde lo colectivo aflora lo individual. Y futbolistas que habían marcado las diferencias a lo largo de estos años ya no lo hacen. Kevin de Bruyne está promediando 1,9 disparos y 1,6 pases clave por partido cuando normalmente estaba por encima de los tres de media en ambos aspectos. Bernardo Silva ha bajado unas diez participaciones de media por encuentro respecto a sus números habituales y ya no es tan efectivo en el regate (0,7 de éxito por encuentro). Ruben Dias es más vulnerable, Gündogan sólo ha anotado dos goles cuando siempre firmaba dobles figuras y hasta la frecuencia anotadora de Erling Haaland es alta pero no está entre sus mejores promedios (gol cada 96 minutos).

Aspecto mental

Y por último, hay que señalar a la mentalidad. El Manchester City actual es un bloque inseguro desde lo mental. Los citizens han acusado cada golpe de manera exagerada y, la mayoría de los futbolistas que antes se sentían invencibles, ahora no creen.

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