La pelea entre Nike y Adidas por un niño de 13 años explica la fiebre del fútbol base: “La locura de padres y agentes es la misma”

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Entrenadores de fútbol base, agentes y padres debaten sobre un negocio “cada vez más temprano” ya sin códigos: “Si no les llamamos, los llaman otros”

El infantil del Barcelona en la pasada Liga Futures

El infantil del Barcelona en la pasada Liga Futures

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David Moreno tiene 13 años, es infantil y ahora mismo, señalado por los técnicos de La Masia, es el niño con más futuro, con toda la prudencia que existe detrás de tal afirmación. Fluye por el verde con el balón pegado a su zurda, es interior y domina el espacio y el tiempo con la clase de los elegidos. Pero el camino es largo y puntiagudo. Tanto, que recientemente originó, sin quererlo, una guerra entre Nike y Adidas. Con un acuerdo con la marca de Oregon, la firma alemana, que en su día le ‘birló’ a Leo Messi (2006) y a Lamine Yamal (2023) a su competidora, lo tanteó. Para ser más precisos, se lanzó a por él. “Las cifras eran brutales”, explican fuentes conocedoras de este caso. Finalmente, Nike contraatacó. Y el niño, quien conoce la punta del iceberg de lo que empieza a generar, siguió como estaba.

El caso de David Moreno es la cúspide de una pirámide que funciona con la misma lógica y que alimenta el negocio del fútbol base en los grandes clubs. “Ha evolucionado y ha ido a peor. Ahora hasta en benjamines (niños de nueve años) ya las agencias de representación captan jugadores”, explica un técnico de un gran club español que fue profesional.

Uno de los ejemplos es Hugo Fernández, alevín del Real Madrid que forma parte de la cartera de jugadores de Gestifute con Jorge Mendes y tiene un contrato con Nike. Lo captó con diez años. Tiene 31.000 seguidores en Instagram. Lo comparan con Luka Modric. “Son niños negocio”, define el mismo técnico y recuerda la situación de David de la Víbora, bautizado como ‘nuevo’ Marcelo por su estilo y su pelo.

Era reconocido en los campos; incluso él contó que en un partido en el País Vasco tuvo que venir la Policía a ayudarle a salir del vestuario por el revuelo creado. Fue un icono, le aumentaron los seguidores en redes, fue objeto de campañas publicitarias... pero los entrenadores dudaban. “No creíamos que llegara a ese nivel”, dijo la misma fuente, pero el ‘monstruo’ ya se había creado. “Un futbolista desde fuera tiene que ser una máquina, un robot... y rendir”, se sinceró recientemente en AS y Relevo. Y se quitó la melena. Jugó en la Kings League y sueña con la MLS. “La prensa forma parte de este sistema, los agentes tienen poder. Una mañana miro la web de un diario deportivo potente y me encuentro como noticia más importante a un chico del Juvenil B del Real Madrid... El centrocampista total era el titular”, explica el técnico.

La rueda empieza a girar antes. “Cada vez la captación es más temprana porque hay más competencia”, cuenta uno de esos ojeadores que se dedican a ver partidos, detectar talento y convencer a los padres. Prefiere guardar el anonimato. “Nosotros lo que buscamos es generar una relación de confianza con los padres. No ganamos dinero, es una inversión a futuro”, explica.

“Pongo ejemplos: ahora tenemos un chico del Atlético y hemos hablado con el club para que le den una ayuda porque vive fuera y tiene que viajar bastantes kilómetros”, explica. “Los padres tienen muy poca cultura deportiva, la excepción es el padre que razona y tiene paciencia”, relata el mismo entrenador de élite. “No sé qué es más locura, los representantes que buscan o los padres que quieren que les busquen. Se retroalimentan”, explica un padre cuyo hijo también juega en el FC Barcelona desde hace varias temporadas.

Los padres tienen poca cultura deportiva, la excepción es el que razona”

Un agente de fútbol base

“Los padres de los niños que sobresalen en fútbol-7 buscan tener varias agencias de representación para comparar ofertas. Algunas te ofrecen dinero, otras te acercan a marcas deportivas, otras te proporcionan el material...”, añade. E, incluso, deja claro que para ellos lo inmediato prima más que el futuro a largo plazo: “Las familias más necesitadas se cogen al primer hierro caliente y cómo no firman nada -hasta los 16 años no es válido- cada año están con una diferente”, remacha.

Los agentes reconocen que todo se ha convertido en una selva y no hay códigos. “Nuestra política es no coger a niños menores de 14 años, pero nos dimos cuenta que cada semana, a los padres, les bombardeaban a llamadas. Si no los cogemos nosotros, los cogen otros. Así que hemos tenido que hacer excepciones”, advierte el ojeador que pone en el centro del negocio a los padres. “Nos hemos encontrado de todo. Un padre que nos dice que hablemos con el club para presionar porque a su hijo no lo han convocado dos partidos seguidos; u otro que contrató un preparador físico para que esté con su hijo todo el verano, cuando nosotros le recomendamos que desconecte, especialmente en edades tempranas. Tenemos que hacer malabares”, explica.

Nuestra política era no coger menores de 14, pero los llaman otros”

Agente de fútbol base

Con las marcas al acecho (“los delanteros tienen más opciones que los defensas o porteros, si marcas goles te regalan las botas”, relata otro padre), los agentes pendientes de cualquier niño mayor de nueve años y los padres -la mayoría de ellos- aceptando el juego, llegan las guerras de robos de jugadores cuando alcanzan los 16. Es lo que se advierte en el mundillo como la llegada de los Tiburones, que pueden mejorar las condiciones económicas y proyectar las carreras. Tienen toneladas de millones. Hay captaciones que se hacen hasta por mensajes de Instagram a los propios niños.

Jorge Mendes se llevó a Lamine Yamal tras toda una etapa con Iván de la Peña. Un caso sonado y lleno de habladurías. Pero hay otros más desconocidos que reflejan como el sistema es troncal: Joel Pleguezuelos, excentral juvenil del Espanyol, fichó por el Real Madrid en 2025 y dejó a sus agentes de toda la vida para irse con los de Vinícius. “Los agentes tienen poder en Valdebebas”, sentencian. “Vas a un torneo de la Liga Promises y aquello es la selva”, definen. “Ahora iremos a Arnedo (La Rioja), que es el torneo por excelencia de los representantes”, explica otro de los padres acostumbrado a ir. Suele ser la primera semana de septiembre.

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Hay otras agencias que juegan más sucio. Una de origen brasileña ofrece 3.000 euros a la familia por firmar a su hijo. Llegó al Barça. “La gente del mundillo ya sabe quién es el mejor Sub-9 o Sub-10 del país”, relatan.

Otro caso sonado fue el de Bryan Bugarín, un niño de 12 años que pasó del Celta al Real Madrid. Los vigueses vetaron a su agencia de representación (Intermedia Sport Player) y eso afectó al primer equipo.

Forman parte de los niños negocio del fútbol. Llegan pocos, pero el sistema no puede ser más mercantilista.

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