Girona y Espanyol se olvidan del gol en un derbi eléctrico

Girona, 0 - Espanyol, 0

Los porteros fueron protagonistas en un partido de muchas alternativas y poco acierto

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Pol Lozano (d), disputa el balón ante el defensa del Girona, Hugo Rincón.

David Borrat / EFE

Ambos se niegan la condición de rival enconado. Ninguno quiere oír hablar de la animadversión hacia el otro. Como el agua y el aceite, tanto en lo deportivo como en lo social, Girona y Espanyol son polos opuestos, mundos aparte. Hasta en lo futbolístico, con propuestas antagónicas que sus técnicos intentaron llevar al límite en un derbi que, pese a los muchos intentos de ambos en un partido equilibrado pero electrico, fue el primero de la Liga sin goles.

En una semana cargada de partidos ambos técnicos cambiaron varias piezas. Míchel incluso modificó el sistema para acomodar tres centrales y ser más agresivo en la presión. Manolo González sufrió la baja a última hora, que suplió Calero.

La necesidad del Girona no le deja competir con la delicadeza que necesita la propuesta del técnico madrileño. Su encomiable intención brilló por momentos, pero no fue capaz de dominar con claridad a un Espanyol que en Montilivi volvió verse guapo en el espejo durante muchos minutos. La presión en la salida de los blanquiazules generó muchos problemas a un sistema que bebe del manantial que permite poseer el balón. Más maduro para entender los momentos importantes del encuentro en el primer tiempo, el Espanyol ofreció el vértigo de sus transiciones rápidas y los robos en campo contrario como armas, ya habituales pero efectivas, para generar dudas.

Apareció, como siempre, el británico Dolan para ser un lanzacohetes desde la banda derecha y abastecer a toda la pléyade de delanteros. Sin embargo, no fue tarea sencilla batir al discutido Gazzaniga, que se reivindicó en una noche especial para la afición con paradas de mérito. Roberto Fernández, que volvía al once, fue quien más lo probó. En una de esas ocasiones un remate a quemarropa lo rechazó como pudo el guardameta. Pere Milla también sacó su cabeza a pasear y rozó un par de veces el gol, aunque sus remates nunca encontraron portería. Quizás harto de tanto fallo, Dolan centró su posición para intentar lograr lo que sus compañeros no habían podido, pero tampoco él aprovechó un gran pase de Puado al punto de penalti.

Antes había amenazado el Girona con un fútbol más elaborado, nacido desde el talento y la pausa que ofrecen Ivan Martín y Ounahi. Ambos fueron origen y destino de las jugadas más importantes. En la más clara, el jugador vasco puso a prueba a Dmitrovic con un disparo a la escuadra. Pero ese inicio prometedor de los gironins, en el que consiguieron amenazar desde la paciencia, se fue diluyendo ante la capacidad física de los blanquiazules para presionar en campo contrario.

Convertido en un ida y vuelta, el final del primer tiempo se pareció más a lo que necesitaba el Espanyol que el Girona, emboscado por sus propios fantasmas durante buena parte del partido. Míchel logró reconectar a sus hombres al comienzo del segundo acto y llegaron errores (pocos) de la defensa blanquiazul. En uno de ellos Vanat se quedó solo ante Dmitrovic. Un esfuerzo defensivo de Dolan hacia atrás impidió el delantero ucraniano pudiese rematar con comodidad.

El monólogo que buscaba Míchel tampoco se dio en la segunda parte. Un respondón Espanyol siguió proyectándose con peligro. Carlos Romero rozó el gol desde la frontal con un disparo con rosca que se marchó a centímetros del poste. La necesidad apuraba a un Girona otra vez muy acelerado en sus acciones y falto de precisión. A ello sumó errores de concentración en la salida. Robó Pere Milla y en carrera soltó un disparo que no encontró portería.

El carrusel de cambios final sentó mejor al Espanyol, que había dispuesto de las ocasiones más claras. También de las mejores. Y se marchó de Montilivi con la sensación de haber merecido algo más que el empate. En su intención de convertir su campo en un fortín, el Girona también terminó con el gesto torcido, pues disfrutó de un arreón final en el que soñó con el triunfo. Sea como fuere, sigue creciendo el equipo de Míchel, que seguirá en descenso una jornada más.

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