En cambio, Marruecos era pura energía cuando tenía la posesión, hipnotizados los jugadores de Regragui, veloces siempre mirando hacia el área contraria. Amallah o Boufal se atrevían desde lejos. Había que probar. Pese a que el dominio era luso, en la gafiya roja del Al Thumama el instinto tiraba más hacia el otro lado del estrecho de Gibraltar.