Hay y siempre habrá miles de príncipes, ¡pero sólo hay un Beethoven!
Ludwig van Beethoven
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En el atletismo, esta es la era de los grandes inventos.
Michael Johnson ha creado Grand Slam Track: se trata de una suerte de Diamond League a la americana, concentrada en Estados Unidos y el Caribe, que arrancará en abril, se ciñe a velocidad y mediofondo y trae bajo el brazo una lluvia de millones para los atletas rigurosamente invitados.
Como respuesta, World Athletics ha movido ficha. Los Mundiales del próximo verano, en Tokio, serán en septiembre.
Y en los años pares se disputará The Ultimate Championship, una especie de Campeonato del Mundo a tamaño y horario reducidos (durará tres días) que nacerá en el 2026 en Budapest y se disputará, como el Mundial clásico, en septiembre.
¿Los argumentos?
En todos los casos: las sesiones de Mundiales y Diamond League se eternizan, el rendimiento de los atletas, desmotivados, decae tras agosto y el público se desconecta en múltiples pruebas: nadie enloquece al disputarse semifinales. La parroquia quiere vértigo y duelos directos: no los hay en una semifinal, y tampoco los hay si las recompensas son menores.
¿Queremos audiencias?
El horario debe ser acelerado. Y si algo no trasciende, al cajón.
El presente
Nadie nos da lo que Bolt nos daba: ni Duplantis, McLaughlin o Ingebrigtsen; bueno, ahí viene Gout Gout
Estas son las servidumbres de la era post-Bolt. Nadie, y tampoco Mondo Duplantis, Jakob Ingebrigtsen, Sydney McLaughlin, Yaroslava Mahuchikh, Neeraj Chopra o Noah Lyles, nos da lo que Bolt nos daba.
Y por eso, hay que inventar.
Inventar o esperar.
Esperar a que algún fruto madure: ¿estamos de suerte? Al fondo se siluetea la figura de un adolescente de 17 años, un crío nervudo más veloz que Bolt a su edad.
Se llama Gout Gout, ese nombre y apellido los recordaremos, y hace pocos días, en el verano austral, firmaba 20s04 en el 200 (Bolt a su edad estaba en 20s13) y rompía la plusmarca australiana que el legendario Peter Norman lucía desde México’68 (20s06), desde los tiempos de Tommie Smith y John Carlos (líderes del Black Power, guante negro en el podio), los del volador Bob Beamon, el innovador Dick Fosbury, Kip Keino, rey africano, y el inolvidable discóbolo Al Oerter, oro olímpico en cuatro Juegos distintos.
Si mira atrás, el atletismo se estremece. Cuánta gloria brindaba.
¿Nos la devolverá Gout Gout?