Si a mí me duele, a los otros les está matando
Sebastian Kienle
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–Fue mi novio, Arnau, quien me lio en esto –me dice Marta Sánchez (30).
(Y de paso subraya su nombre: “Marta Sánchez, sí, ese es mi nombre, como el de la cantante”).
En realidad, nuestra Marta Sánchez no iba para cantante, y tampoco para triatleta de ultrafondo, sino para sirena: cuando era jovencita (más jovencita que ahora: acaba de entrar en la treintena) nadaba en la residencia Blume de Esplugues, nadaba a las órdenes de Bet Fernández y Esther Jaumà, pero las cosas no le salían del todo, o no le salían tal y como ella esperaba, y a los 17 años dijo basta:
–Porque la natación artística tiene una fecha de caducidad corta, ¿sabe? Y yo había soñado con ser olímpica pero ya no lo veía claro y el esfuerzo tampoco me compensaba y en aquellos años había decidido buscar una mejor nota para entrar en la Facultad de Ingeniería. Y cuando llevaba un semestre en la universidad conocí a Arnau y...
–¿Y qué?
(Desde nuestra pecera en las oficinas de Ironman en Barcelona, distingo la coronilla de Arnau, sentado como está en el sofá de una sala anexa; a veces, el hombre, bombero de profesión, se da la vuelta, nos contempla y sonríe).
Marta Sánchez, en Barcelona
–Pues que es un loco del triatlón, y me metió en su mundo, y dejé Ingeniería y pasé a estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFE) en Vic, y me sumergí en los triatlones.
–¿Pero cómo se conocieron?
–Yo vivía en Llinars del Vallès con mis padres. Me apunté al gimnasio del pueblo. Fui a nadar y allí estaba Arnau, nadando también. Él había sido el más rápido de la piscina hasta que aparecí yo...
–¿Arnau se picó con usted?
–¡No, no! En algún momento me paró y me preguntó cómo era posible que yo nadara tan deprisa. Le hablé de mi pasado en la sincro. Me propuso probar con el triatlón, como él. Al día siguiente me sacó a correr. Y al siguiente, nos estábamos comprando mi bicicleta.
–Eso se llama poder de convicción...
Cuando tuve dinero para cambiar la bici, todo fue distinto: ¡dejé de estar en desventaja con el resto!”
Que le fue bien (que les fue bien), es evidente.
Por eso estamos aquí, hablando de triatlones: tan bien le fue a la pareja que hoy nuestra Marta Sánchez vive de esto, del triatlón: es una profesional que se gana la vida braceando, pedaleando y corriendo, y se pasa el día de aquí para allá, a veces con Arnau, que es su compañero de entrenamientos y también su psicólogo, y le acompaña por los senderos de Osona y en los hoteles de Dubái, Kona o Pucón (Chile), incluso en Iten, Home of Champions, en las alturas del valle del Rift, donde los triatletas montan concentraciones y allí se quedan un mes o dos.
–Y si pedalea por las carreteras kenianas, ¿no le asusta el tráfico?
–Por aquellas carreteras secundarias no pasa un coche. El peligro puede venir de las vacas y las ovejas, que atraviesan en rebaños grandes y por sorpresa.
–¿Y cuándo se profesionalizó usted?
Dice que lleva un año dedicándose en cuerpo y alma.
Que ha sido un proceso lento, de diez años.
Y que en algún momento, por ejemplo tras la pandemia, había llegado a dejarlo.
–¿Y eso?
–Pensé en opositar para bombera.
–¿Y por qué volvió al triatlón?
–Era mi sueño.
Su sueño había sido siempre el de ser una profesional del deporte. Así que se dio un último achuchón, que si sí, que si no, y en abril del 2024 ganaba el Ironman de Port Elizabeth (Sudáfrica), y allí entraba en otra dimensión.
–Con el premio pude invertir en una bicicleta mejor y entrar en otras pruebas.
–¿Tanto cambia una bicicleta?
–¡Dejé de estar en desventaja! Mire, de métodos de entrenamiento ya se sabe todo. Las diferencias están en el material y en averiguar qué te va bien. En la bici, los componentes pueden ser más ligeros y la posición aerodinámica. ¡Bajarle un gramo de peso vale mucho dinero!
–¿Cuánto, por ejemplo?
–Mejorar unas ruedas puede costarte mil euros. Y los acoples, 2.000. Por suerte, todo eso me lo cubren los espónsors: Hoka, Crown Sport Nutrition, Inverse, Compresport, Zone 3...
(El próximo fin de semana debía participar en el Mundial de Ironman 70.3 de Marbella; será baja, víctima de una fractura de estrés en el fémur distal, aunque ella y Arnau, siempre juntos, viajarán para verlo en vivo).


