Sinner es una máquina perfecta; Alcaraz, un superhéroe

Tenis | Roland Garros

El murciano remonta dos sets y salva tres bolas de partido para colocarse su segunda corona en París (4-6, 6-7 (6), 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (10-2) en 5h29m, la final más larga en la historia del torneo)

Carlos Alcaraz, este domingo en París

Carlos Alcaraz, este domingo en París 

Stephanie Lecocq / REUTERS

I tried to laugh about it

Cover it all up with lies

Boys don't cry, The Cure

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Según avanzaban los días, se iba vaciando la sala de medios: estadounidenses, británicos, alemanes, incluso el gran Nemanja Stanojcic, que es serbio como Djokovic... todos ellos iban empaquetando maletas, rumbo al aeropuerto. 

Se iban antes de que acabase el torneo.

-¡Os esperan en Charles de Gaulle! -pensábamos los cronistas que hemos aguantado hasta el último aliento: revanchistas y crecidos, cantábamos hacia adentro el éxito de nuestro tenista, este Carlos Alcaraz (22) cuyo límite ignoramos.

¿Dónde está?

¡Si le ha remontado dos sets y tres bolas de partido a este Sinner robótico, máquina perfecta y en apariencia inmutable que día a día, ronda a ronda, había ido triturando a todos sus adversarios!

¡Si se ha adjudicado la final más larga en la historia del torneo, en 5h29m, una final insensata y desproporcionada que supera las 4h42m del Wilander-Vilas de 1982 y le concede el segundo título en París y el quinto Grand Slam!

En fin, no perdamos el hilo. 

Como era la última jornada en París, ya éramos mayoría los cronistas españoles y los italianos, y en la tribuna de prensa, la organización había levantado un muro virtual entre españoles e italianos. Había sentado a los españoles en la segunda fila de los pupitres y a los italianos, en la primera.

Y todos habíamos respetado el protocolo salvo el veterano Ubaldo Scanagatta, del portal Ubitennis.es.

-Desde vuestra fila se ve mejor la pista -protestaba.

(Estos italianos hacen lo que quieren, están viviendo en la abundancia: a mediodía, Jasmine Paolini y Sara Errani ganaban el doble femenino ante Krunic y Danilina, por 6-4, 2-6 y 6-1).

En realidad, tanta prevención parecía excesiva: somos analistas de tenis, deporte civilizado donde los haya, todos somos gente de bien, reservamos los fanatismos para otros asuntos.

Otra cosa es lo que iba a suceder abajo, sobre la arcilla.

(...)

¡Es la guerra!

Es la guerra desde el primer golpe, pues Sinner (23) sirve a 208 km/h pero Alcaraz resiste el envite: el murciano estira el juego hasta el deuce e incluso suma tres bolas de rotura. Lo rinde al fin, pero para entonces han pasado doce minutos.

Ahí va una primera declaración de intenciones: en los instantes sucesivos, se repiten las opciones de rotura de Carlitos. Y a los 37 minutos, en su séptima oportunidad, en el quinto juego, el murciano alcanza su objetivo. Se pone 2-3 arriba.

Llegados a ese punto, Sinner lo entiende: este es el Alcaraz que le había derrotado en sus últimos cuatro choques. 

Jannik Sinner, este domingo durante su final ante Carlos Alcaraz en París

Jannik Sinner, este domingo durante su final ante Carlos Alcaraz en París 

Stephanie Lecocq / REUTERS

Entiende que este rival no es Gasquet, ni Lehecka, ni Rublev, ni Bublik. Tampoco es el Djokovic otoñal que se le había entregado en la semifinal antes de anunciar que tal vez no vuelva a jugar nunca más en París.

-Solo tal vez -matizaba el serbio.

¿Y qué hace el italiano?

A la primera ocasión, devuelve la rotura: lo hace elevando el nivel de agresividad y reduciendo la tasa de errores no forzados. Hasta entonces ha registrado demasiados, ya lleva trece. Durante un buen rato no cometerá ni uno más. 

Sinner acelera y acelera, sigue sirviendo a 210 km/h y halla un resquicio en una circunstancia: el viento revuelve la arcilla, que se eleva y se incrusta en el ojo derecho de Alcaraz.

El murciano llama al fisioterapeuta, que le echa gotas y le enjuaga la córnea, pero luego sirve aturdido y entrega de nuevo el saque y por ahí se le escapa la manga.

Pronóstico roto

Antes de que acabase la tercera manga, la Wikipedia publicaba que Sinner era 'el campeón de Roland Garros 2025'

Se intuyen problemas: Sinner gana otros tres juegos de un tirón y el partido parece decantarse de este italiano pelirrojo y patilargo que viste como un niño o como un personaje virtual, como Super Mario, pero se comporta como un mecano perfecto.

En contraste, la camiseta a rayas hace de Alcaraz un jugador de rugby, y es un volcán de sentimientos. 

Ahora lo está pasando mal, se ha evadido por unos instantes y Sinner hace de Sinner: se le monta encima. Asistimos a una de esas desconexiones Alcaraz. El hombre tiene que pensar y recomponerse. El defensor del título del 2024 mantiene un diálogo interior, busca soluciones en el bolsillo. 

Parece encontrarlas en el noveno juego, cuando Sinner sirve para apuntarse el set y se atasca y pierde el saque y el marcador se iguala (5-4 y 5-5).

¡Hay partido!

¿Hay partido?

O sí o no: en el tie break, Sinner sigue mandón y supremo, por algo lleva 52 semanas seguidas liderando el circuito, y no cede más y suma su 17.º parcial consecutivo en todo el torneo (ni una manga había entregado en estas dos semanas), y en apariencia se apaga la figura de Alcaraz.

(El murciano jamás había remontado una desventaja de dos sets, hasta la Wikipedia lo sabía: antes de que acabase la tercera manga, la enciclopedia digital publicaba que Sinner era el campeón de Roland Garros 2025).

Carlos Alcaraz, este domingo en Roland Garros

Carlos Alcaraz, este domingo en Roland Garros 

Clive Brunskill / GETTY

Para Alcaraz, el reto es mayúsculo, y aún así lo afronta de buena gana. A las 3h02m rompe el servicio de Sinner por tercera vez en ese tercer set y se apunta el parcial. Cuando el sol se pone tras las gradas y empieza a refrescar en el Bois de Boulogne, y me pregunto cómo lo hacen estos colosos para mantenerse centrados durante tantas horas, el partido penetra en la dimensión desconocida. Alcaraz salva tres bolas de torneo en 0-40 y luego rompe el saque de Sinner, que servía para ganar, y París se rinde al murciano.

-¡Sí, se puede! -vocea la parroquia, y Alcaraz responde alzando el puño, agradecido.

El murciano se tunea el escenario, como hacía Nadal.

¿Y Sinner? Hacia afuera, no parece inmutarse. Ni un lamento, ni un mal gesto, ni un desplante. Y sin embargo, lleva adentro la crisis. Cede el tie break y vuelta a empezar: a las 4h12m ambos están empatados, dos sets por cabeza.

Ya para entonces, Sinner no corre como antes. Por momentos renquea, y Alcaraz lo ve y le busca las cosquillas. Sus ángulos le echan de la pista y luego lo castiga con una dejadita. Su tenis va creciendo exponencialmente y se vuelve inexpugnable en el tramo final, en el super tie-break, cuando le convierte en un superhéroe y lo cierra con 10-2.

Sí, Sinner se le rinde y París, también.

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