El alemán Alexander Zverev protagonizó ayer una de las mayores sorpresas en la primera ronda de Wimbledon al caer ante el francés Arthur Rinderknech, número 72 del mundo. Sin embargo, más allá del resultado deportivo, lo que marcó la jornada fue la profunda confesión del tenista en rueda de prensa. “Me siento solo en la vida”, expresó desviando el foco del revés en la pista hacia su estado anímico.
Zverev, actual número tres del ranking ATP, reconoció que su derrota no responde a un bajón tenístico, sino a un malestar más profundo. “Lo paso mal mentalmente. Lo llevo diciendo un tiempo desde el Abierto de Australia. Intento encontrar maneras de salir de este agujero, pero veo que no puedo”, confesó ante los medios.
A sus 28 años, el tenista alemán atraviesa uno de los momentos más difíciles de su carrera, no por falta de resultados, sino por la sensación de vacío que dice arrastrar desde hace tiempo. “Nunca me he sentido tan vacío. Sin alegría en lo que hago. No es algo relacionado con el tenis, sólo que no encuentro alegría fuera del tenis tampoco”.
Ahora mismo no encuentro respuestas”
A lo largo de su intervención, dejó claro que el deporte no es el origen de su malestar: “He perdido en la primera ronda, pero no creo que el tenis sea el problema ahora mismo. Es otra cosa que tengo que solucionar”.
Las palabras del alemán resonaron con fuerza en el All England Club, donde el tema de la salud mental ha ido ganando espacio en los últimos años, gracias también a testimonios como los de Naomi Osaka o Nick Kyrgios. Zverev se suma ahora a esa lista de deportistas de élite que rompen el silencio y reconocen, públicamente, que el éxito profesional no es garantía de bienestar personal.
Con un mes por delante hasta su próxima cita en el circuito, en el torneo de Canadá, Zverev se enfrenta a un desafío que va más allá de las pistas. “Algo en mí tiene que cambiar”, concluyó. Y ese cambio, como él mismo dejó entrever, empieza fuera del tenis.