Qué extraños son los días en el tenis.
Se alargan y se comprimen como un acordeón, nunca sabemos cuándo van a acabarse definitivamente, y menos en Londres: aquí no hay quien se aclare, pues ahora llueve y hace fresco y hay que cerrar el techo retráctil, y al atardecer sale el sol y en ese caos, Jannik Sinner es un enigma y el desenlace de este partido, un galimatías.
Todo se rompe al caer la noche, cuando Sinner se ve contra las cuerdas y Grigor Dimitrov, héroe sobrevenido, se desgarra el pectoral derecho: el partido acaba abruptamente, a las 2h08m de juego, con el marcador en 3-6, 5-7 y 2-2 para Dimitrov, con el búlgaro llorando y maldiciendo su mala suerte y el italiano, consolándole.
-Esta no es una victoria, no la considero así -dice Sinner cuando aborda el micrófono.
Le habla a la concurrencia, a los miles de londinenses que han pagado un mínimo de 400 euros por el pase y, en silencio, abandonan el teatro. Se van tras un interruptus.
Sinner habla algo más, tampoco se extiende en su discurso, y es imposible averiguar qué pasa por su mente. Por algo es el hombre de hielo del tenis contemporáneo, el italiano que lidera el circuito ATP desde hace más de un año pero que durante un par de horas, en el Centre Court, se ha estado derritiendo ante Grigor Dimitrov.
Dimitrov es tan anárquico como estiloso, con su revés a una mano, como el de Federer.
Baby Federer le llamaban en otros tiempos, aunque ahora ya no es tan bebé pues tiene 34 años. En realidad no le conocemos tendencia ni pedigrí, tampoco pertenece a un grupo generacional. Su escuela es la búlgara, otro factor desconcertante, y quizá todo ese abanico de circunstancias confunde a algunos.
Por ejemplo, a Sinner.
En las profundidades del segundo set, cuando ha vuelto a perder el servicio, Sinner llama al fisioterapeuta porque le duele el codo: se ha caído en el primer juego, lo arrastra desde entonces. Se lo manipulan en el entreacto, el italiano se retuerce de dolor, y ante la escena, Dimitrov sonríe para sus adentros: se le afilan los colmillos. Sigue proponiendo un partido de fuerza bruta, manda bombas desde el fondo de la pista, y sigue sirviendo a 218 km/h, aunque la organización lo comunica como 136 millas/hora.
(Y cómo se manejan los anglosajones a su manera, con sus pies, sus yardas, sus millas y sus libras).
El fisioterapeuta manipula el codo de Jannik Sinner, este lunes en Wimbledon
Se supone que ya pasaron los mejores días de Dimitrov, aquellos tiempos en los que se asomaba al Top 3 (noviembre del 2017, cuando ganó la Copa de Maestros), pero hoy se le abre el cielo. En días así, se acaparan portadas. Mientras le dejan, mordisquea a la presa: a la 1h31m de partido se apropia también del segundo set, ha montado una revuelta en toda regla.
Empieza a anochecer en Londres, ya refresca, y esto lleva pinta de alargarse, y el juez ordena cerrar el techo retráctil: se procede a una pausa de diez minutos y cada uno, a lo suyo.
En las gradas, la concurrencia entra y sale. Ahora unas fresas con nata, ahora descorchamos champán.
Sinner se retira a los cuarteles de invierno y allí se conjura, acaso estudia la manera de aplacar a Baby Federer (por defecto, insistimos en el apodo).
Cuando se reanuda el juego, todo se acelera: cuando el italiano se está arremangando, con 2-2 en el tercer set, Dimitrov efectúa un mal gesto al servir y, desencajado, se derrenga sobre la hierba.
Corre Sinner, corre a asistirle, pasa al otro lado de la pista.
-Me duele, me duele -le dice Dimitrov, que jadea y palidece.
Vienen el fisioterapeuta y el médico, el búlgaro dice que no con la cabeza, se lo llevan al banco y de allí, al vestuario. Se va llorando, diciendo que no con la cabeza, y así regresa tres minutos más tarde, es imposible, así no se puede jugar, ni siquiera puede levantar el brazo para saludar al juez. Tampoco se ve en condiciones de atender a los medios, explicarnos qué le ha ocurrido y cómo se siente.
Se va llorando como un niño, pero ya no es un bebé, sino un tenista de primerísima categoría: en la catedral del tenis, el búlgaro ha puesto contra las cuerdas al número 1 del circuito ATP.
(En cuartos, Sinner se medirá Ben Shelton).
