El Open de Estados Unidos ha sido un tanto dickensiano para Marcel Granollers. Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos… “Este año, me está tocando sufrir, pero lo compensamos después”.
El spoiler de esta historia es que acaba bien y que el veterano doblista termina llevándose su segundo Grand Slam en Nueva York. El inicio es un poco más sombrío. El barcelonés empezó el año con una lesión de pectoral que le obligó a retirarse del Open de Australia en el último minuto.
Meses más tarde, conseguía uno de los sueños de su carrera: su primer título de Grand Slam. Se había quedado a las puertas seis veces, primero con Marc López y después con su compañero habitual de hace seis años, Horacio Zeballos. Finalmente, en Roland Garros, tocó la gloria.
Fresco de su triunfo en París, el tándem tenía, para seguir con Dickens, grandes esperanzas de cara a Wimbledon, pero a Marcel una fascitis plantar no le dejó competir al 100%, y la pareja cayó en semifinales. Los problemas en el pie prosiguieron y Granollers y Zeballos llegaron al Open de Estados Unidos sin haber competido desde julio.
“Tenía una pelota muy grande en el tobillo”, afirma Granollers
El catalán tenía el problema de la fascia “más o menos controlado”, pero el destino quería seguir poniendo piedras en su camino. “Han sido las dos semanas más duras de mi carrera”. El día antes de que empezara la competición de dobles, Granollers se torció el tobillo. “Tenía una pelota así de grande” y gesticulaba para mostrar una esfera de tamaño considerable.
La primera ronda de la modalidad se jugaba en dos días y el par solicitó estrenarse en el segundo, para ver si le daba tiempo a Marcel de recuperarse. “Yo estaba en el fisio, y Horacio me dice ‘¿Voy a calentar o no hace falta?’ Y yo le dije ‘Ves a calentar. Tú haz lo tuyo y yo intentaré competir con lo que haya’”.
Los compañeros no pudieron entrenar juntos hasta el mismo día de la final. “No jugábamos juntos ningún día antes de hoy, porque yo no podía darle el calentamiento que él necesitaba. Él se buscaba otra persona para calentar, y yo hacía lo mío y no me desgastaba demasiado hasta que íbamos al partido”.
Granollers empatizaba con su colega. “Han sido semanas difíciles para él también, que no sabía si yo iba a jugar, y entrenaba solo de lunes a viernes”. Zeballos le agradeció su dedicación. “Si hubieran visto de cómo tenía el tobillo el primer día, yo dije ‘Listo, ya está. Mañana me tomo el primer avión’. Puso muchísimo corazón y creo que obviamente nos salió bien”.
No ha terminado aún la temporada tenística y Granollers, con Zeballos, tienen ya 14 títulos juntos, incluidos dos Grand Slams, y están clasificados para las Finales de Turín. Como le gusta a Dickens para sus héroes, después del sufrimiento, un final feliz.
