Carlos Arango es el director general de la Asociación Española de Directivos de Sostenibilidad (Dirse), una organización que cuenta ya casi con 1.000 asociados –desde el responsable del departamento de una compañía del Ibex 35 hasta una pyme– y que tiene una presencia territorial en casi todo el país, también en Catalunya. El objetivo es seguir creciendo y llevando esta “forma de gestión empresarial” a compañías de gran, mediano y pequeño tamaño. Con Donald Trump en la Casa Blanca, el reto es aún mayor.
¿Qué es la ASG?
Es un acrónimo en inglés que viene de Environmental, Social and Governance (ESG) que en España traducimos como ASG. Básicamente señala los ámbitos en los que trabajan las empresas para cumplir con los objetivos de sostenibilidad. La A son los temas medioambientales, la reducción de huella de carbono, la mitigación del cambio climático, la economía circular, etcétera. La S es bastante amplia y abarca los temas de impacto social o de relación con las comunidades, así como los recursos humanos, de gestión de talentos, de diversidad e igualdad, inclusión, retribuciones o acceso a la formación. Y la G tiene que ver con toda la gestión del gobierno corporativo, aspectos de funcionamiento de los consejos de administración, la transparencia, la ética, la gestión de riesgos y la toma de decisiones o la forma de financiar la empresa. Son muchas materias importantes.
¿A qué nivel se encuentra en España en materia de ASG?
Ha experimentado un crecimiento muy grande en los últimos años. Sí que es cierto que puede haber varias velocidades. O sea, no es lo mismo el conocimiento y la conciencia y la forma de gestionarlo en las grandes empresas que en las pymes. Pero en las pequeñas empresas es un asunto que está en ascenso. Y el reto es llegar cada vez a más pymes.
¿Cómo ayudan desde la asociación a las pymes?
Primero intentamos que tomen conciencia de la necesidad. Muchas de ellas, por desconocimiento, no son conscientes de que la sostenibilidad es algo que les afecta directamente. Por ejemplo, para ser proveedores de grandes empresas, las pequeñas y medianas tienen que cumplir con ciertos criterios ASG o de sostenibilidad. Si no lo hacen, quedan fuera del proceso.
Desde el otro lado del Atlántico soplan aires diferentes. ¿Qué está ocurriendo tras la victoria de Trump?
Es algo que está en el debate. Pero es un asunto que se está llevando a la ideología, cuando la sostenibilidad no es ideología. La sostenibilidad es una forma de gestión empresarial, de negocio, que lo que promueve es la creación de valor a largo plazo y hacer mejores empresas. Y si son mejores empresas, son más competitivas. Lo que está pasando en Estados Unidos es que se lleva al lado de la política, del estás conmigo o estás contra mí. Y ahora mismo la sostenibilidad, lamentablemente, en muchos ámbitos, es un arma arrojadiza.
“Existe un exceso de burocracia y la UE está preparando un paquete para simplificarlo”
¿Estamos ante la primera gran crisis de la ASG?
Necesitamos una narrativa que sea menos activista y que vaya más a los fundamentos y a la base de por qué se trabaja la sostenibilidad. Hay que hablar de factores económicos, de cómo la sostenibilidad, por un lado, mitiga riesgos empresariales y, por otro lado, favorece el crecimiento. La ASG es un sistema de gestión empresarial.
¿Seguirá la UE apostando por la ASG pese a lo que está ocurriendo en Estados Unidos?
Sí. A finales de enero la UE lanzó un programa que se llama La Brújula de la Competitividad, que lo que promueve es la competencia y la innovación. Una de las palancas que aparece es la ASG. Uno de los debates en esta era Trump es el riesgo de pérdida de competitividad de Europa respecto a Estados Unidos por trabajar con criterios ASG. El mensaje que transmite Europa es que con la ASG se fomenta la competitividad. Además, la UE está preparando un paquete ómnibus para simplificar la burocracia. El mensaje no cambia, simplemente intentamos facilitar la vida de las empresas.
“La sostenibilidad afecta a las pymes para, por ejemplo, ser proveedores de grandes empresas”
¿Qué aporta la sostenibilidad a una empresa?
Una empresa no puede crear valor a largo plazo, no puede perdurar en el tiempo, sin tener en cuenta su contexto, el medio ambiente, qué pasa en la sociedad, los grupos de interés. Es imposible. Y sus grupos de interés no son los accionistas. El más importante son los trabajadores. Yo hablaría de tres grandes beneficios: puede abrir nuevos productos y nuevos mercados. Productos bio, por ejemplo, u otros relacionados con la electrificación. Así las empresas pueden revisar su portfolio y añadir productos que no tenían. Por otro lado, retorno de capital, por ejemplo, la financiación. Los bancos apuestan por la financiación sostenible. Son créditos a un tipo de interés especial si las empresas cumplen con cierta taxonomía o con ciertos criterios de ASG. Y, por último, los riesgos regulatorios. Las empresas tienen que cumplir normativas exigentes. También suceden tragedias, como la dana de Valencia, que tienen riesgos reputacionales.
¿Está comprobado que la ASG ayuda a una empresa a mejorar sus resultados?
Sí. Además, hay un ejercicio de transparencia. Todo está ligado al negocio y cómo influye en la cuenta de resultados. En las empresas hay un ejercicio de transparencia, también exigido por la normativa de reporting , en la que las empresas al final ofrecen sus informes en los que ya no solo hay aspectos financieros, simplemente incluye todos estos aspectos no financieros. Y se ve perfectamente como todo esto está ligado al negocio y como esto influye en la cuenta de resultados. Pero yo creo que la respuesta está en lo que hemos comentado anteriormente.
¿Observan un exceso de burocracia?
Sí, es cierto que existe ese exceso. Lo que pretende el paquete ómnibus es la simplificación. Pero el mensaje no cambia, es una apuesta por la sostenibilidad.
“Necesitamos una narrativa que sea menos activista; hay que hablar de factores económicos”
¿Hay un avance real en las empresas españolas? ¿Están consiguiendo reducir emisiones?
Sí, ahí están los datos. Podemos citar muchos ejemplos de empresas que están reduciendo emisiones a doble dígito. Esto no significa que quiera transmitir complacencia. El reto que tenemos por delante es que, para cumplir los objetivos de reducción, todavía estamos lejos de conseguirlos.
¿Y cómo avanzan en diversidad e igualdad en las empresas?
Es un asunto con mucha resonancia y relevante, pero también ideologizado o politizado. Y es una pena. Dentro de la sostenibilidad es importante. Mi percepción es que se ha ido avanzado en los últimos tiempos. Si vemos los comités de dirección de las empresas de hace unos años y los vemos ahora, la presencia de la mujer ha crecido. Y también las empresas han crecido en políticas de igualdad.