Derek Chamizo nació en Sabadell hace 22 años y vive en Dubai desde hace tres. ¿Las razones? No quiere pagar impuestos. En su Instagram (@youtubemillonario), jalonado de imágenes suyas en suntuosos interiores, se describe como “fundador de la primera y más grande academia de Social Automation”. Un modelo de negocio, explica sucintamente a La Vanguardia , “que se basa en crear canales de YouTube para que generen beneficios”. Él empezó a generarlos durante el Bachillerato. “Al acabarlo ya ingresaba más de 10.000 euros al mes. ¡Ganaba más que mis profesores! Después, ya pude centrarme más en mi negocio y empecé a escalar una barbaridad”. Escaló tanto, que su primera declaración de la renta fue demasiado para él: “Prácticamente la mitad de lo que estaba ganando lo estaba soltando en impuestos abusivos, que se destinan a cosas con las que no estoy de acuerdo”, dice. “No me parecía muy normal, así que preferí irme a un país donde no me robaran y vine a Dubai; un lugar que me inspira”.
'Wall Street Wolverine'
El youtuber Wall Street Wolverine, afincado en Andorra, participó junto a Milei, en el Madrid Economic Forum donde proclamaron que los impuestos “son un robo”
Otro de los destinos que Derek barajó fue Andorra. Allí vive, desde hace casi dos años, Javier (no es su nombre real), un joven de 25 años, nacido en Sant Cugat. Las razones para mudarse al Principado son similares a las de Derek: “Aquí la mayor tasa impositiva es de un 10%, mientras que en España, a partir de 60.000 euros, el máximo es un 47%”, explica. Cuando Javier se instaló en Andorra su negocio de software ya generaba beneficios, aunque a un volumen más bajo: “Pero ya tenía unos impuestos que me picaban y decidí marcharme”. ¿A un paraíso fiscal, con 23 años y con la obligación de residir fuera de España seis meses y un día? Andorra, puntualiza, “ya no es un paraíso fiscal. Lo era antes, cuando tributabas al 0%, pero sigue siendo un buen lugar para vivir y emprender. No me aburro, hay un buen ambiente de networking , de gente de mi edad, con los mismos objetivos”.

Camiseta con el mensaje “Evade impuestos”
Camisetas 'made in Spain'
Camiseta con el mensaje “Evade impuestos”, la comercializa la firma Evadehouse, con sede en Madrid y Londresd, y cuesta 67€; está confeccionada, eso sí, por un taller local, como muestra, aseguran “del compromiso sostenible y comunitario” de la empresa.
Los objetivos son emprender, capitalizarse y no tributar, o tributar el mínimo
Los objetivos son “emprender”, “capitalizarse” y no tributar –o tributar el mínimo–. Tanto Derek como Javier se criaron en un estado del bienestar, sufragado por los tributos: han ido a colegios públicos o concertados y han disfrutado de los parques, de las fuentes y del alumbrado de sus ciudades. Han usado los trenes y las carreteras del estado y tienen derecho a una sanidad gratuita y universal. Sin embargo, ni contemplan cumplir con sus obligaciones fiscales ni es algo que les produzca rubor. “No me avergüenza, para nada, no pagar impuestos”, dice Derek. A Javier tampoco le molesta que le llamen insolidario por no tributar: “Yo paso. ¿Insolidario? Pues perfecto, pero gano más dinero que tú y este mes me he comprado un Porsche”, zanja.
Derek y Javier son dos ejemplos de un fenómeno en sintonía con los tiempos: el de jóvenes
–en su mayoría, varones–, que aspiran a forrarse rápidamente gracias a la economía digital, pero sin tributar. Los impuestos, repiten, son injustos, están mal gestionados o no sirven para nada; el estado del bienestar no les atañe. Este tipo de mensajes se escuchan en redes sociales y en actos como el Madrid Economic Forum, celebrado el pasado 7 y 8 de junio y patrocinado por dos plataformas de criptomonedas. En el mismo, ponentes como el youtuber Wall Street Wolverine (afincado en Andorra) y el presidente argentino, Javier Milei, reivindicaron reducir el estado al mínimo y proclamaron que los impuestos “son un robo”. El público compuesto, en su mayoría, por hombres jóvenes, jaleó sus palabras.

Al acabar el bachillerato, Derek Chamizo ya ingresaba 10.000 euros al mes. Ganaba más que sus profesores y después comenzó a escalar
Aunque llamativo, este discurso es poco original. En Europa se viene forjando desde los ochenta, cuando se inició una reducción continuada de los impuestos a los ricos, con el argumento que facilitaría la “economía de goteo”: cuanto más ganaran los de arriba, más llegaría a los de abajo. Una falacia que triunfa en EE.UU. Allí hace tiempo que se abre paso la ideología libertaria, que defiende el individualismo a ultranza y la práctica supresión del estado (y, por ende, de las obligaciones fiscales). Es parte del ADN del trumpismo, apoyado por libertarios tan influyentes como el magnate de Silicon Valley, Peter Thiel.
“Internet se ha convertido en eje de la petición de una insumisión fiscal absoluta por parte de los jóvenes, inmersos en la cultura del pelotazo y del cripto-bro”, denuncia Juan Carlos Galindo, autor de Cómo no defraudar a Hacienda (La esfera de los Libros) y especialista en prevención de blanqueo de capitales. “Hemos conseguido un estado de bienestar y ahora resulta que tenemos esta moda populista de: Vente conmigo a Andorra o a Dubái’ –o a cualquier paraíso fiscal de los más de 90 que hay en todo el mundo–, donde vas a poder trabajar sin pagar impuestos”.
“¿Soy insolidario? Pues perfecto, pero gano más que tú y este mes me he comprado un Porsche”
Galindo lamenta una tendencia que tanto se manifiesta en actos como el de Madrid como en camisetas supuestamente cool
–con el mensaje Evade Taxes o Fuck Taxes–, en podcasts de empresarios millonarios que arremeten contra las pensiones y en reels en TikTok. “Ya no importa lo que digamos en casa, en el colegio ni en los medios de comunicación tradicionales: importa lo que algunos digan en internet, hoy el gran agente socializador”. En este medio, añade, se aprovechan de la vulnerabilidad de unos jóvenes agobiados por el futuro. “Entonces aparecen las criptodivisas, las inversiones y esos anuncios para ganar dinero… Se genera una cultura del pelotazo a la que le sigue una cultura de no pagar impuestos. ¡No conocen otra cosa!”.
Los jóvenes se hayan inmersos en la cultura del pelotzo y del ‘cripto-bro’ alentada por internet
“Sí, hay toda una música que ha venido muy de golpe”, coincide Valentí Pich, presidente del Consejo General de Economistas de España. “No soy ni psicólogo ni sociólogo, pero me gusta seguir YouTube y me sorprende este sector de liberales exagerados, que relacionan los impuestos con una acción coercitiva del Estado”. Esta música, añade, ha calado en un sector de una sociedad que ha cambiado mucho: “Hace no tantos años, la gente pensaba que tenía que trabajar para cotizar y construir el estado del bienestar. Ahora, el modelo son las start-ups: montar una empresa, venderla, forrarse y… no pagar impuestos”. Para Pich hay un ambiente de desconfianza hacia lo institucional al que, subraya: “No ayudan los espectáculos políticos que vemos ni que los marginales de renta sean muy elevados, lo que es un problema para la clase media”.
Para la historiadora Agatha Ortega Cera, docente de la Universidad de Málaga y especializada en la sociología de la fiscalidad, los impuestos están en la base de todas las sociedades. Pero este instrumento para la paz social atraviesa un momento delicado: “Los jóvenes perciben que hay una crisis de vivienda y de trabajo e, inevitablemente, se preguntan: ¿A dónde van mis impuestos, si no voy a poder tener la vida de mis padres?”. Si a ello le añadimos que vamos hacia una sociedad cada vez más individualista, inspirada en la estadounidense, “se explicaría esta ruptura con una conquista fundamental del siglo XX: el estado del bienestar”.

Peter Thiel es un influyente empresario tecnológico, cofundador de PayPal y Palantir y primer inversor externo en Facebook. Defiende el libre mercado y es escéptico con el estado regulador
Pero esta situación, puntualiza Ortega, no se ha producido por inercia: “Es fruto de las políticas de la derecha, que buscan desmantelar el bienestar como estrategia. Porque si voy desmantelando la sanidad pública, la educación y los servicios, si no me dan una cita con el médico, se consigue que se cuestionen los impuestos. Es algo intencionado, pero muchos no son capaces de verlo”.
¿Qué se necesita para que lo vean? Ortega cree urgente darle la vuelta al discurso, “muy mentiroso”, que reciben en redes: “Hay que educar, explicar que pagar impuestos no es ni un castigo ni un robo: es una forma de construir hacia lo común”. Recordarles, en definitiva, que “Hacienda somos todos”; como decía la famosa campaña de 1978. Más de cuarenta años después, la Agencia Tributaria sigue trabajando para conseguir “una conciencia fiscal”, ahora con un nuevo frente: la corriente anti-impuestos en la red. De todos modos, fuentes de este organismo aseguran “que aunque hay personas que no pagan y generan mucho ruido, la inmensa mayoría de los españoles cumple con sus obligaciones fiscales”.
Al acabar el bachillerato, Derek Chamizo ya ingresaba 10.000 euros al mes. Ganaba más que sus profesores y después comenzó a escalar
Pero la pedagogía sigue. En 2003, la Agencia lanzó un Programa de Educación Cívico-Tributaria “para explicar a niños y adolescentes el impacto del sistema fiscal en su vida cotidiana y en su futuro”. Además de material didáctico: “Hay jornadas de puertas abiertas en la Agencia Tributaria y charlas en las escuelas. Tenemos más solicitudes de las que se pueden atender”.
En las charlas pueden desmontarse frases como el “no quiero trabajar para el Estado”, uno de los fakes más habituales. “La respuesta es que no trabajas para el Estado: estás trabajando para contribuir, en la medida que te corresponde, al mantenimiento de servicios y bienes públicos de los que disfrutas”, dicen fuentes de la Agencia.
Pero el mayor problema de imagen que tienen los impuestos es el mal uso del dinero público (llámese corrupción, despilfarro o falta de transparencia), por parte de los responsables de gestionarlo. “Porque pagar impuestos no deja de ser un valor humano; un acto de generosidad para construir en comunidad. Y si hay una parte del panorama político a la que no le importa el bien común eso, sin duda, hace mucho daño”, sintetiza Agatha Ortega.