Se reduce el desperdicio alimentario

Economía verde | Alimentación

España es el cuarto país de la Unión Europea que menos comida tira, cuando en el 2015 era el séptimo

BARCELONA- TIRAR COMIDA A LA BASURA- FOTO ANA JIMENEZ

En España se pierden 90 kg de comida por personaal año

Ana Jiménez

Si el desperdicio alimentario fuera un país, sería el tercero del mundo que más contribuye al cambio climático, por detrás de China y Estados Unidos. Es decir, tirar comida no solo es un despropósito en un mundo en que 811 millones de personas sufren hambre y desnutrición, también tiene un impacto ambiental y económico.

La FAO, la agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para acabar con el hambre, estima que el mundo desperdicia una quinta parte de los alimentos que se producen. Este derroche es responsable de entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Desde el punto de vista económico, supone una pérdida económica de aproximadamente un billón de dólares anuales globalmente (0,85 billones de euros, según el cambio actual).

El 47% de los alimentos aptos para el consumo humano que no se venden se donan a entidades del tercer sector

La Unión Europea y España se han propuesto poner fin a tal derroche social, ambiental y económico. El objetivo es reducir a la mitad la pérdida y el desperdicio de alimentos para el 2030. Los avances en esta dirección han conseguido que España haya pasado de ser el séptimo país menos derrochador de la UE en el 2015 a ser el cuarto, por detrás de Eslovenia, Croacia y Suecia. Según Eurostat, en España se desperdician 90 kg por persona al año, mientras la media de la UE asciende hasta los 132 kg.

“Debemos cuidar lo que cuesta tanto producir y evitar su impacto ambiental”, señala Ana Rodríguez, la secretaria general de recursos agrarios y seguridad alimentaria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Rodríguez hizo estas declaraciones en la presentación del informe El desperdicio alimentario en la industria y la distribución en España, elaborado por la Asociación de Empresas de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc) para el ministerio. En la jornada se analizó también el impacto de la entrada en vigor, en abril del 2026, de la ley de Prevención de la Pérdida y el Desperdicio Alimentario.

“La ley quiere que comamos responsablemente porque cuando como o dejo de comer, tengo que tener en cuenta algo más que el precio”, indicó la secretaria general. La responsable del ministerio remarcó que la nueva normativa prioriza la prevención, seguido de la reutilización de los desperdicios en alimentación humana, a la que sigue la reutilización en alimentación animal, la revalorización de subproductos y el reciclado del desperdicio alimentario, la recuperación de nutrientes y, en última instancia, la incineración o eliminación. “El objetivo es dar una segunda oportunidad a los alimentos que quedan descartados; el fracaso es que se llegue a la incineración”, advirtió Rodríguez.

El 62% de las empresas asegura tener estrategias o planes contra el desperdicio alimentario

A las puertas de la entrada en vigor de la nueva ley, el 62% de las empresas españolas asegura tener estrategias o planes contra el desperdicio alimentario. El grado de preparación para cumplir con los nuevos requisitos normativos varía según el tamaño. En concreto, el 79% de las grandes compañías declara tener ya una estrategia o plan contra el desperdicio alimentario, mientras que este porcentaje desciende hasta el 48% en el caso de las pequeñas y medianas empresas. Lo mismo ocurre en el caso de los convenios de colaboración con oenegés para donar los productos no comercializados (otro de los requisitos de la ley). El 83% de las grandes compañías ya cuenta con un acuerdo, mientras que el porcentaje se reduce al 42% en el caso de las pequeñas y medianas empresas.

En la actualidad, el 47% de los alimentos aptos para el consumo humano que no se comercializan son donados a entidades del tercer sector y un 13% son empleados para la elaboración de coproductos para el consumo humano, mientras que el 8% se destina a alimentación animal, y el 2,6%, a compostaje aeróbico.

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