Una mañana fría de 1956, Francesc Viladomat puso en marcha el motor de un viejo camión adaptado y activó el primer telesquí del Pas de la Casa. Era solo una cuerda que arrastraba esquiadores cuesta arriba, pero aquel gesto sencillo encendió una revolución: la nieve empezaba a transformar Andorra. Aquella primera temporada se cerró con una facturación de apenas 21.000 pesetas. Hoy, Grandvalira Resorts —grupo que engloba todas las estaciones de esquí de Andorra— genera cerca de 150 millones de euros anuales y consolida el Principado como uno de los grandes referentes del esquí europeo.
Desde sus orígenes, el modelo andorrano ha apostado por la inversión constante, la mejora de servicios y una estrategia de crecimiento colaborativo entre actores públicos y privados. La creación de la marca Grandvalira en 2003 supuso un punto de inflexión, al unir los sectores de Pas de la Casa - Grau Roig y Soldeu - El Tarter en un único dominio esquiable. Más adelante se integraron Ordino Arcalís (2018) y Pal Arinsal (2022), configurando así Grandvalira Resorts como el mayor operador de montaña del sur de Europa, con más de 300 km de pistas, 2,3 millones de días de esquí vendidos por temporada y un único forfait para esquiar en todo el país. Ese primer telesquí no solo fue el germen de una estación de esquí, sino el punto de partida de un modelo que hoy impulsa buena parte de la economía andorrana.
Actualmente, los ingresos más allá del forfait representan cerca del 40% de la facturación total
Esta consolidación interna de Grandvalira Resorts va más allá e incluso traspasa fronteras. Entre las sociedades que forman parte del dominio andorrano, se incluye Pas Grau International (PGI), su división internacional. PGI opera y asesora proyectos turísticos y de montaña en todo el mundo. En la última década ha liderado múltiples proyectos en varios países, incluyendo destinos en Kazajistán, Uzbekistán, Arabia Saudí, Argentina o Azerbaiyán. El reciente acuerdo con el Gobierno de Kazajistán para desarrollar un clúster de esquí en Almaty representa un nuevo hito para una empresa que no solo exporta know-how, sino también un modelo operativo contrastado. La expansión refuerza tanto la proyección internacional de Grandvalira como el prestigio de Andorra como destino de montaña.
El nuevo modelo de valor
En el crecimiento sostenido de Grandvalira ha sido clave la transformación del modelo de negocio. Esto pasa por una diversificación real y sostenida. Actualmente, los ingresos generados más allá del forfait —como la restauración, las escuelas de esquí, el après-ski y otros servicios en pistas— representan cerca del 40% de la facturación total. Con más de 60 puntos de restauración repartidos por todo el dominio, el grupo ha consolidado una propuesta gastronómica cuidada, variada y alineada con los estándares de un destino premium.

Un claro ejemplo reciente de desestacionalización en Andorra, el Mirador Solar de Tristaina, situado en Ordino Arcalís
Un claro ejemplo es la incorporación del chef Nandu Jubany, estrella Michelin, que esta temporada ha asumido la gestión de espacios emblemáticos como el Vodka Bar y el Restaurante Piolet en Grau Roig. Su cocina eleva el nivel de la oferta, pero también actúa como palanca de reposicionamiento para atraer a un público más exigente y convertir la experiencia en pistas en algo más completo, memorable y transversal.
Esta apuesta por la calidad se complementa con una red de más de 900 instructores en las escuelas de esquí, una sólida programación de eventos deportivos y culturales, y propuestas de ocio capaces de atraer tanto a familias como a parejas, grupos de amigos o visitantes internacionales. Todo ello refuerza el objetivo de Grandvalira Resorts: dejar de ser solo una gran estación para convertirse en un gran destino de montaña. Grandvalira es, simplemente, el lugar en el que estar en invierno.
Afrontar los retos del futuro
En marzo de 2024, el Comú de Encamp firmó un nuevo contrato de concesión por 50 años con SAETDE —la empresa matriz que opera Pas de la Casa - Grau Roig— para la explotación de estos sectores, el cual marca el inicio de una nueva etapa. Este acuerdo incluye un compromiso de inversión superior a los 100 millones de euros que se destinarán a la reforma integral del pie de pistas del Pas de la Casa, la modernización de remontes clave, la mejora de la accesibilidad y nuevos desarrollos orientados a mejorar la experiencia del visitante. Estos proyectos permitirán absorber mayor demanda, reforzar el posicionamiento internacional del dominio y mantener Andorra en la primera línea de la industria de la nieve.
Se invertirán 100 millones de euros en los próximos años en la mejora de los sectores de Pas de la Casa y Grau Roig
Una parte importante de la inversión se destinará al desarrollo sostenible de la estación para hacer frente a los retos de cambio climático. En este sentido, Grandvalira Resorts ha desarrollado una estrategia ambiental basada en tres pilares: eficiencia, regeneración y movilidad. Se han sustituido cientos de cañones de nieve por modelos de bajo consumo, se han instalado placas solares y minicentrales hidroeléctricas, y se han activado más de 100 puntos de recarga para vehículos eléctricos en todo el país. Las máquinas pisanieves incorporan tecnología que permite optimizar los espesores de nieve necesarios para poder esquiar de cara a minimizar el uso de agua y energía para la producción de nieve, y en algunos sectores se ha logrado reducir el consumo de agua en un 25%.
El chef Nandu Jubany ha asumido la gestión de espacios como el Vodka Bar y el Restaurante Piolet
Además, gracias a la inversión de los últimos años, el 66% del dominio de Andorra cuenta con cobertura de innivación artificial, lo que permite garantizar la apertura y la calidad de las pistas durante toda la temporada, incluso en contextos de meteorología adversa y menor regularidad en las precipitaciones de nieve. Esta capacidad técnica sitúa a Grandvalira Resorts entre los operadores mejor preparados del sur de Europa frente al cambio climático. Estas acciones no son solo una obligación reputacional: se han convertido en una ventaja competitiva real en un entorno donde los viajeros valoran cada vez más el compromiso ambiental.
En este sentido, las estaciones de Andorra han dado pasos de gigante en los últimos años en el uso de energías renovables. Por una parte, se han instalado 113 puntos de recarga para vehículos eléctricos repartidos por los diferentes pies de pistas de los dominios, a la vez que se trabaja activamente en la restauración del paisaje y la reducción de la huella de carbono. Otro de los proyectos más importantes de Grandvalira Resorts es la autoproducción de energía. Desde hace años disponen de dos minicentrales hidroeléctricas de una potencia de 800 kWh/hora. Además, los tejados de diferentes edificios situados en las estaciones cuentan con paneles fotovoltaicos. Para la próxima temporada 2025-2026 entrará en funcionamiento un gran parque solar de una potencia de 2 MWh/hora. Toda esta capacidad permitirá a Grandvalira autoproducir el 25% de la energía que consume anualmente, mientras que en Ordino Arcalís se autoproduce más del 100% de la energía que se consume al cabo del año.
Más allá del invierno
En Grandvalira, la desestacionalización ya no es una aspiración, sino una palanca real de transformación. La estación ya diversifica su oferta más allá de la nieve, con actividades estivales en crecimiento, impulsando un ecosistema de actividades estivales que capitalizan las infraestructuras existentes y activa nuevos usos del territorio. El crecimiento de productos como la BTT y la e-bike, el golf de alta montaña en Soldeu o los parques familiares como el Mon(t) Magic de Canillo está atrayendo a un visitante distinto, con intereses más amplios, estancias más largas y mayor capacidad de consumo. Otro claro ejemplo reciente de desestacionalización en Andorra es el Mirador Solar de Tristaina, situado en Ordino Arcalís, un punto de atracción que se inauguró el verano de 2021 y en cuatro veranos ha acumulado prácticamente 400.000 visitantes, convirtiéndose desde un principio en uno de los puntos más visitados en Andorra fuera de la temporada de invierno.

Homenaje a Francesc Viladomat en Coll Blanc, en la parroquia de Encamp
Pero la propuesta veraniega en Grandvalira va todavía más allá, con una oferta variada y que también incluye restauración de alta montaña de primer nivel: el restaurante Llac dels Pessons, en Grau Roig, es uno de los iconos del sector, por su propuesta gastronómica y por su situación privilegiada, frente al lago y el circo glaciar de Pessons, que además se puede conocer a fondo con los Grandvalira Mountain Guides. Otra oferta de verano única en la estación es la del Funicamp, el funitel más largo de Europa que recorre el valle de Encamp hasta llegar a 2.500 metros de altitud, donde se encuentra el restaurante de Solanelles y sus impresionantes vistas y el lago de Cubil, donde se puede practicar la actividad de pesca sin muerte.
Esta evolución no solo amplía la temporada operativa, sino que permite retener talento, ofrecer continuidad laboral aparte del equipo de invierno y generar nuevas oportunidades para el tejido económico local, desde restauración hasta actividades guiadas o transporte. La montaña, en verano, ya no es solo paisaje: es un producto turístico estructurado, con capacidad de competir y crecer.
El caso de Grandvalira demuestra que el futuro del esquí no se limita a los meses de nieve. En un contexto de cambio climático y hábitos turísticos en transformación, convertirse en un destino de montaña activo los 365 días del año es tanto una estrategia de resiliencia como una nueva vía de negocio.