Marta Gironès se crió entre los fogones del emblemático restaurante Ca L’Isidre de Barcelona. La familia le inculcó la pasión por el producto de calidad y cuando decidió fundar su propia empresa tuvo muy claro que no quería alejarse de este universo.
“Lo intenté con la venta de vinos pero es un sector muy masculinizado y al final me decidí por el aceite. Me formé como catadora y ahora ya llevo 21 años al frente de Olivias”, comenta. La compañía ha crecido desde entonces. Empezó como distribuidora de aceites y vinagres de alta gama y, con el tiempo, ha diversificado con snacks –vende las famosas patatas chips Bonilla, que aparecen en la película Parásitos –, aceitunas, frutos secos, anchoas, caviar...
“Con el tiempo, he sumado 500 referencias, entre las cuales la marca propia Santa Oliva, que ofrece aceites y aceitunas producidos en la provincia de Tarragona”, comenta.
La compañía vende a tiendas gourmet, restaurantes (Ca L’Isidre, por supuesto), hoteles y empresas de catering. También exporta a países como Francia, Portugal y, en el pasado, Estados Unidos, un mercado que ha tenido que abandonar a causa de los aranceles. Además, a raíz de la pandemia, Olivias ha activado una tienda online para llegar a los consumidores finales.
El interés por la calidad del producto procede del restaurante familiar Ca L’Isidre
De forma paralela, Gironès también ha puesto en marcha una división de experiencias que ofrece catas de aceite en su propia sede, ubicada en la Zona Franca de Barcelona. Próximamente, tiene previsto ofrecer catas de caviar.
Con este dinamismo, Olivias cerró el año pasado con unos ingresos de 2,8 millones de euros y un ebitda (beneficio bruto) que se situó entre el 3 y el 4%. Este año, la empresa espera superar los 3 millones de euros, potenciando las ventas a restaurantes y hoteles. “También quiero reforzar la presencia en Francia: es un mercado con mayor poder adquisitivo y cultura gastronómica y por eso pienso que tengo grandes oportunidades”, apunta.
A lo largo de estos años, la compañía ha financiado su crecimiento con recursos propios salvo en el 2013, cuando dio entrada a Josep Roset, presidente de la fundación CIES (de empleo de personas con discapacidad). A raíz de aquella ampliación de capital, Roset se quedó con el 30% de la propiedad de la empresa.
Gironès comenta que aquella operación fue una excepción porque Roset era amigo y persona de confianza. Por eso, la empresa no contempla dar entrada a nuevos inversores. Ante todo, la empresaria quiere conservar el carácter familiar de Olivias.