Morgan Housel, analista económico e inversor: “El riesgo es lo que queda después de que creas que lo has pensado todo”

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Morgan Housel, autor de 'La psicología del dinero', revela en su nuevo libro, 'Lo que nunca cambia', que la clave del éxito no reside en predecir el cambio, sino en comprender las constantes del comportamiento humano. A través de anécdotas sobre Denzel Washington, Martin Luther King Jr. o Harry Houdini, extrae lecciones atemporales sobre el riesgo, la narrativa y la fragilidad del éxito para líderes y empresas.

El mayor error con el dinero que la gente comete sin saber: “Hacerlo bien tiene poco que ver con qué tan inteligente eres y mucho que ver con cómo te comportas”

Morgan Housel

Morgan Housel, autor de 'Lo que nunca cambia'

La noche que Will Smith ganó el Oscar, Denzel Washington le dio un consejo premonitorio tras el infame incidente con Chris Rock: “En tu momento más álgido, ten cuidado. Ahí es cuando el diablo viene a por ti”. Esta escena, cargada de tensión y sabiduría, sirve a Morgan Housel como punto de partida para una de las ideas centrales de su nuevo libro, Same as Ever: una guía sobre lo que nunca cambia. 

Housel, agudo observador de las finanzas y el comportamiento humano, argumenta que la historia no se repite, pero el ser humano sí. Su tesis es que, para navegar un futuro incierto, es más útil entender las constantes de nuestra psicología —la codicia, el miedo, la envidia, la complacencia— que intentar predecir el próximo gran cambio tecnológico. La advertencia de Washington a Smith es una verdad eterna: la calma y el éxito siembran las semillas de la locura y la vulnerabilidad. Es una lección vital para cualquier líder o empresa que disfruta de una posición dominante.

En un mundo empresarial obsesionado con las métricas, el Big Data y los análisis cuantitativos, Housel nos recuerda una verdad incómoda y poderosa: “Las historias son siempre más poderosas que las estadísticas”. El éxito no pertenece necesariamente a la mejor idea o al producto más eficiente, sino a la narrativa más persuasiva. 

La lógica puede convencer, pero solo una buena historia inspira y moviliza

Para ilustrarlo, relata cómo la parte más icónica del discurso “Tengo un sueño” de Martin Luther King Jr. fue una improvisación, un arrebato emocional sugerido en el momento por la cantante Mahalia Jackson. No estaba en el guion, pero fue lo que conectó con millones de corazones. La lección para cualquier directivo es clara: la capacidad de forjar una narrativa que resuene emocionalmente con clientes, empleados e inversores es una de las ventajas competitivas más duraderas y subestimadas. La lógica puede convencer, pero solo una buena historia inspira y moviliza.

Esta primacía de lo impredecible y emocional se extiende a la gestión del riesgo. Los consejos de administración dedican incontables horas a analizar amenazas conocidas y a modelar escenarios previsibles, pero, como advierte Housel, “el riesgo es lo que queda después de que creas que lo has pensado todo”. 

La pregunta para todo directivo no es si está preparado para los riesgos que ve, sino si su organización podría soportar el golpe que nunca imaginaría.

Los eventos que realmente transforman industrias y economías —una pandemia global, una crisis financiera, una innovación disruptiva— son casi siempre sorpresas absolutas. Por ello, la verdadera resiliencia empresarial no radica en tener un plan perfecto para cada contingencia, sino en construir un margen de seguridad (ahorros, deudas bajas, una cultura adaptable) que permita a la organización sobrevivir a lo inimaginable. La estrategia más inteligente no es la predicción, sino la preparación para un mundo donde lo único seguro es que ocurrirá lo inesperado.

Quizá la metáfora más contundente del libro sea la historia de Harry Houdini. El mayor escapista de todos los tiempos era un maestro en la gestión de riesgos conocidos. Podía sobrevivir a cualquier celda, cadena o caja sumergida en agua porque había controlado cada variable. Sin embargo, murió a causa de una peritonitis provocada por varios puñetazos en el abdomen que le propinó un estudiante, un riesgo que no vio venir y para el que no estaba preparado. 

Su historia es la advertencia definitiva para cualquier líder o empresa en la cima. Podemos fortificar nuestro negocio contra los competidores conocidos y las amenazas del mercado, pero la verdadera prueba de supervivencia llegará de un lugar inesperado. El éxito nos hace sentir invulnerables, pero, como nos recuerda Housel, el mundo siempre pende de un hilo. La pregunta para todo directivo no es si está preparado para los riesgos que ve, sino si su organización podría soportar el golpe que nunca imaginaría.

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