A nadie le gusta ver reducido su ingreso mensual, aunque la cantidad final siga siendo relativamente alta. Esa sensación de que se quita algo que ya estaba consolidado genera malestar, especialmente cuando se trata de pensiones que representan el esfuerzo de toda una vida laboral. En el caso de las prestaciones, cada euro recortado se percibe como una injusticia, independientemente de la cifra total que se cobre.
La indignación aparece no tanto por la magnitud del recorte, sino porque se interpreta como un castigo inmerecido que afecta a la estabilidad económica y a la dignidad con la que se quiere vivir en la etapa de jubilación.
¿Es sostenible?
El debate televisivo pone sobre la mesa la tensión entre jóvenes y mayores
En este marco se sitúa la denuncia de Charo Catoira, que ha intervenido en el programa Espejo Público tras sufrir una reducción de 200 euros en sus ingresos. Percibe 1.400 euros de pensión de viudedad y 1.100 de jubilación, aunque ahora la suma se ha quedado entre unos 2.200 o 2.300 euros.
En esa primera aparición en la tertulia, afirmó que su marido cotizó durante años “para cobrar un sueldo” y añadió que de ese salario ella percibía el 52%, mientras que “otro 48% no se quien se queda con él”.
En su regreso al plató, quiso responder a quienes la critican y a quienes la respaldan. Allí explicó: “He puesto mi imagen para defender un colectivo vulnerable, el de las viudas”. Explicó que no puede estar pendiente de si en invierno podrá encender la calefacción, porque lo que reclama es vivir con dignidad tras décadas de trabajo.
Más allá de su caso concreto, reconoció que hay pensionistas con ingresos mucho más bajos y que los jóvenes atraviesan un panorama difícil. Con todo, rechazó que se plantee un enfrentamiento generacional, porque a su juicio la subida de pensiones debe ir de la mano de un aumento de los salarios. “Yo protejo a los jóvenes porque son el futuro de este país. Esta gente tiene que tener un trabajo digno y cuando se sube, se sube en general”, apuntó.
Los cálculos que hizo en directo mostraban un gasto medio mensual de 1.500 euros, entre suministros, comunidad, alimentación y ropa. En paralelo, en el debate también intervino Hugo Pérez, estudiante de Derecho y Ciencias Políticas, que consideró que “estamos en un sistema que para dar ciertos beneficios a algunas personas mayores se está supeditando el futuro de los jóvenes”.
El choque de generaciones quedó reflejado con otra reflexión aportada en el mismo espacio: “Postergamos los intereses de los jóvenes”. Un contraste que, lejos de cerrarse en el plató de Antena 3, sigue alimentando un debate tan delicado como eterno.

