De récord en récord... pero con la duda de saber si se van a alcanzar nuevas cotas. El precio del oro se mantiene cerca de máximos en un contexto de rebaja de tipos en EE.UU. y unas tensiones geopolíticas y comerciales instaladas. Además, los bancos centrales siguen apostando por él. Unas buenas bases para el metal precioso.
La cotización alcanzaba la semana pasada los 3.700 dólares por primera vez. Un récord que sigue a los de semanas anteriores. Poco después corregía a la baja (rondando los 3.650 dólares), tras la reunión de la Reserva Federal de EE.UU. Si bien bajó los tipos –lo que resta atractivo a los bonos y vuelve más interesante al oro– el presidente Jerome Powell “adoptó un tono prudente”, advierte Sergio Ávila, analista de IG, sin entrever tantos recortes posteriores o tan rápido como se anticipaba. Los inversores a corto plazo y los especulativos recogieron ganancias –el oro ha subido un 40% en lo que va de año– y vendieron, de modo que cayó el valor. “Pero no debe confundirse con una señal de un cambio en el contexto fundamental”, afirman desde Julius Baer. Porque el enfriamiento de la economía estadounidense, la bajada de tipos y la debilidad del dólar “deberían seguir atrayendo a los inversores”, lanzan. De hecho, este lunes volvía a superar los 3.700 dólares.
La onza toca los 3.700 dólares: ha subido un 40% anual
Así, a pesar de los máximos, parece que queda recorrido. “El panorama geopolítico y macro actual sigue caracterizándose por unos niveles de incertidumbre inusualmente altos”, argumenta Claudio Wewel, de J. Safra Sarasin. Los análisis y previsiones apuntan a los 4.000 dólares, aunque con diferencias sobre cuándo se logrará. Vontobel los espera en el primer trimestre del 2026. Además de los argumentos citados, Regina Hammerschmid, gestora en la firma, añade “las fuertes entradas en los ETF (fondos cotizados)”.
En sus proyecciones más actuales Bank of America habla de los 4.000 dólares a mediados del año que viene. En IG también creen que la onza podría situarse en los 4.000 dólares en el 2026 por los recortes de tipos, el debilitamiento del dólar y la fuerte demanda de los bancos centrales. “Si los factores clave se alinean –política monetaria laxa, inflación persistente y tensiones geopolíticas–, lo más probable es una vuelta a máximos y que los supere”, dice Ávila. Una hipotética subida del récord de 3.700 dólares a 4.000 dólares deja un potencial del 8%. Deutsche Bank es más cauta, apuntando a los 3.800 dólares en un año.
En el oro, el 44% de la demanda global viene de la joyería. La parte de inversión privada (monedas, lingotes, ETF) representa un 26% y una parte similar la suponen los bancos centrales, según datos de J. Safra Sarasin. Estos últimos se mantienen fuertes en las compras y son otro motivo para las subidas. En el segundo trimestre Polonia sumó 18,6 toneladas a sus reservas, Kazajistán 15,6 y Turquía 10,8, liderando, detalla el World Gold Council. La búsqueda de alternativas al dólar débil es un argumento. China también empuja, y lleva cuatro años seguidos sumando reservas.
Los tipos, el dólar, la economía y el empuje de los bancos centrales, focos de atención
“La mayoría de análisis mantienen un tono constructivo”, expone Daniel Marburger, consejero delegado de la firma de compra de metales StoneX Bullion. Apunta que los récords siempre atraen atención, pero lo que realmente lleva a comprar es “la búsqueda de refugio en tiempos inciertos”. “Vemos que los clientes, incluyendo jóvenes y un peso creciente de mujeres, ven más allá del momento del precio y ven los lingotes y monedas como una forma de mantener la riqueza en la inestabilidad”.
Como alternativa, se puede optar por invertir en empresas mineras, pero Charlotte Peuron, de Crédit Mutuel AM, alerta que la correlación entre mejora del precio y la cotización en bolsa “no es perfecta”. Es una buena idea, sí, pero hay que elegir porque depende del control de costes de explotación de las empresas y su capacidad de mejorar el margen.

