Oliu declara la alerta roja en el Sabadell

Análisis

Oliu declara la alerta roja en el Sabadell
Adjunto al director

La sorpresiva resolución del consejo del Banc Sabadell de aprobar la vuelta de su sede a Catalunya es una medida de emergencia extrema para intentar salvarse como entidad bancaria independiente. La amenaza existencial, obviamente, es la oferta de compra hostil del BBVA. Peligro similar al que le llevó, en este caso al revés, a marchar de Sabadell a Alicante en octubre del 2017, cuando la crisis política tras el referéndum desencadenó el pánico bancario y sus clientes se lanzaron a llevarse sus depósitos a otras entidades españolas. También entonces el banco pensó que solo una opción radical, casi impensable, abandonar Catalunya, evitaría su hundimiento.

Aunque la decisión ha sido inesperada, no se puede ocultar que un movimiento de estas características, que también implica un desgaste en la comunidad donde se ha establecido estos más de siete años -Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat Valenciana, no se lo tomó muy a bien cuando se le comunicó ayer la noticia- lleva semanas meditándose en el seno del reducido equipo ejecutivo del Sabadell, encabezado por su tenaz presidente, Josep Oliu.

El presidente valenciano Carlos Mazón no se tomó muy bien la noticia

¿Cuál es el sentido de este radical cambio de guion tras decenas de negativas públicas durante años a plantearse el regreso a Catalunya? En primer lugar, reforzar las murallas defensivas en el ambiente social más propicio para el banco. El tejido económico catalán -patronales, organizaciones y colegios profesionales, cámaras de comercio- ha apostado por defender el castillo del Sabadell desde el primer momento, dejando claro que considera la entidad vallesana como uno de sus referentes financieros más próximos.

Ahora, Oliu les pide que redoblen la apuesta, dejándoles claro a esos mismos empresarios, que en muchos casos son también accionistas y que por lo tanto tendrán en su bolsillo la última palabra sobre la futura existencia del banco, que es catalán a todos los efectos. No solo por la ubicación de su equipo directivo y sus servicios centrales, como ha sido hasta ahora. También por la sede, que vuelve a su lugar de origen, recuperando a todos los efectos lo que ha sido normal durante la mayor parte de sus más de 140 años de historia.

Sede del Sabadell en Sant Cugat del Vallès

Sede del Banc Sabadell en Sant Cugat del Vallès

MANÉ ESPINOSA

Pero también incorpora un elemento adicional de presión sobre las fuerzas institucionales y políticas, que también rechazaron la opa del banco de origen vasco que preside Carlos Torres. El retorno del Sabadell convierte una anodina batalla financiera - que si el precio de la acción, la prima, las sinergias- en un factor relevante de la gestión política. Del Govern de Salvador Illa, que enfrenta uno de sus primeros expedientes críticos de gestión económica; pero también de las fuerzas de la oposición. Y de Junts de Carles Puigdemont, que ha venido reclamando este movimiento. Ahora todos ellos tienen sobre la mesa una decisión pendiente.

Y con la Comisión de la competencia pendiente aún de pronunciarse. Y en especial el Gobierno de Pedro Sánchez, que ya se opuso con dureza cuando el BBVA hizo su anuncio hostil, el verano pasado, a dos días de las elecciones catalanas y que puede tener pronto que tomar alguna decisión sobre el asunto en un consejo de ministros. Justo en el momento en que el ejecutivo español ha optado por desembarcar en Telefónica aduciendo necesidades de orden estratégico. Muchos en Catalunya mantienen idéntica consideración hacia la actual coyuntura crítica del banco vallesano.

Finalmente, para el banco que quiere comérselo, se le eleva la factura. Ya no solo en términos económicos y financieros. Frente a una sede con todas las de la ley, la oferta de mantener Sant Cugat como un centro operativo de empresas innovadoras pierde atractivo, suena a cosa menor. La piel se venderá más cara en Barcelona.

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