La Administración Trump tiene una especial habilidad para mirar hacia el otro lado.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, calificó el domingo de “indicador obsoleto” que la agencia de calificación Moody´s se sumara el pasado viernes a Fitch y S&P Global Ratings al quitar el máximo de la triple A a Estados Unidos por su rampante déficit. “¿A quién le importa?”, planteó Bessent.
Los mercados financieros se expresaron de manera diferente y consideraron preocupante y muy actual esa decisión. El coste de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 30 años subió ayer a su máximo nivel desde noviembre del 2023 y se situó brevemente por encima del 5%, en el 5,04%. Luego volvió a bajar, hasta el 4,95%.
Moody’s se convierte en la última gran agencia que quita a Estados Unidos la triple A crediticia
La degradación de Moody’s y un proyecto de ley fiscal que empeoraría la imagen del país, según los analistas, propiciaron que Wall Street abriera a la baja, con los inversores vendiendo acciones, bonos y dólares, mientras crecía la preocupación por la deuda. La combinación indica que el sentimiento se está deteriorando respecto a las perspectivas para la economía más grande del mundo.
Aunque el índice Dow Jones, que arrancó perdiendo más de 300 puntos tras varios días en positivo, el S&P y el Nasdaq salieron de territorio en rojo a lo largo de la jornada, eso no cambió la sensación de incertidumbre.
EE.UU. ha conseguido durante años gestionar un elevado déficit gracias a su fortaleza económica y al papel estructural que el dólar y la deuda pública del país tienen en el sistema financiero global. Los analistas, sin embargo, cuestionan ahora ese estatus de valor seguro ante la política errática del presidente Trump.
La sombra de la guerra comercial, pese a la tregua establecida con China tras dejar en suspenso los gravámenes con otros países, sigue siendo amenazante, y de ahí la espera paciente de la Reserva Federal (Fed) antes de tomar medidas sobre recortes de los tipos de interés, como reclama el presidente Trump.
Moody’s fue la última agencia internacional de calificación que rebajó la triple A en la capacidad crediticia de EE.UU. La agencia sustentó su decisión en más de una década de inacción por sucesivas administraciones y del Congreso para frenar la tendencia a grandes déficits fiscales. El nivel de deuda actual sube a 36 billones de dólares. Bessent quitó importancia a esta preocupación y dijo que el Gobierno está dispuesto a rebajar el gasto y a impulsar el crecimiento económico.
Pero la decisión de Moody’s significa que la deuda de Estados Unidos no es considerada oficialmente “impecable” por ninguna de las principales empresas que la califican.
Para esta última agencia en pronunciarse, el déficit puede incrementarse al 9% del producto interior bruto en la próxima década, desde el 6,4% al que llegó el pasado año.
Estos niveles solo se habían alcanzado durante conflictos globales, como la Segunda Guerra Mundial, la crisis financiera del 2008 o el cierre decretado por la pandemia de la covid.
La degradación dictada por Moody’s tenía todo el potencial para amenazar con interrumpir la calma relativa que lograron los mercados tras la negociación arancelaria entre China y EE.UU. de la que surgió esa pausa de tres meses.
“La combinación de un menor apetito por comprar activos estadounidenses y la rigidez del proceso fiscal de EE.UU. hacen que el mercado se muestre nervioso”, sostuvo el economista George Saravelos en una nota.