“La inteligencia artificial está sustituyendo aspectos de la vida emocional”, advierte Pablo Foncillas, profesor de escuela de negocios . Según él, las personas recurren a la IA porque “es más rápido, menos complicado y no implica negociar con los vaivenes de otro ser humano”, y porque a veces no encuentran otra opción. Esto erosiona los vínculos reales y satura los sistemas de salud mental.
Foncillas señala que interactuar con la IA para hablar del estrés o la soledad se ha convertido en uno de los usos más comunes, incluso por encima de tareas lógicas como buscar información o editar textos. Advierte, sin embargo, que la máquina “no te entiende, no tiene empatía aún, no siente nada todavía”, y que delegar lo íntimo a la tecnología puede hacernos perder habilidades humanas esenciales.