Entrevista a Mireia Pujol-Busquets, directora adjunta de la bodega Alta Alella
'Investigación e innovación son clave: somos agricultores, pero también científicos'
GEMMA MARTÍ
27/09/2025
Entre el mar Mediterráneo y el Parque Natural de la Serralada de Marina, Alta Alella es una bodega familiar pionera en viticultura ecológica y en la elaboración de vinos y cavas naturales. Desde su creación, en 1991, el proyecto ha combinado investigación, innovación y compromiso con el territorio. Recientemente, ha sido reconocida como la mejor iniciativa joven de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles por uno de sus cavas naturales, el Bruant 2022.
¿Qué ha significado para Alta Alella recibir el Premio de BBVA?
Es un reconocimiento muy especial a todo el recorrido que hemos hecho hasta hoy. Refuerza nuestra trayectoria, siempre enfocada en la innovación y la creatividad, pero sin perder nunca de vista la calidad de nuestros productos, el respeto por nuestro territorio y la responsabilidad ambiental y social. Al mismo tiempo, es también una oportunidad, y casi una necesidad, de dar visibilidad al mundo rural en un momento global complejo, mostrando que la sostenibilidad y la calidad pueden ir de la mano.
La finca Can Genís, el sueño de la familia Pujol-Busquets Guillén
¿Por qué decidisteis apostar por un cava natural, elaborado sin sulfitos, y qué reto ha supuesto?
Lo hicimos porque no sabíamos que era imposible. Desde 1991 hemos sido pioneros en agricultura ecológica y queríamos ir todavía más allá. Hacer un cava natural y sin sulfitos era el paso lógico para ser coherentes con nuestra manera de entender el mundo del vino. El gran reto ha sido ser cada vez más exigentes y superarnos a nosotros mismos, buscando siempre la máxima autenticidad en todo lo que hacemos. La expresión más pura de este compromiso es que cada botella transmita nuestro paisaje mediterráneo y el carácter del sauló, el suelo granítico tan característico de Alella. A partir del cava Bruant desarrollamos un proyecto más ambicioso que dio lugar al Celler de les Aus, la bodega radical de Alta Alella, fundada en 2012, donde todos los vinos y cavas son naturales y sin sulfitos añadidos.
Habéis integrado tecnología puntera en el cultivo de la viña. ¿Cómo contribuye esta innovación a mejorar la calidad y la sostenibilidad de vuestra producción?
La tecnología nos ayuda a ser más eficientes y sostenibles. Trabajamos con sensores, estaciones meteorológicas e imágenes por satélite que nos permiten entender mejor cada parcela y optimizar el uso de los recursos, sobre todo el agua. Esta información nos permite tomar decisiones más precisas y respetuosas con el entorno, que se reflejan en la calidad de nuestros vinos. Hace más de diez años también apostamos por la agricultura regenerativa, poniendo el foco en el suelo.
¿Cómo valoráis la colaboración con centros de investigación para desarrollar variedades adaptadas al cambio climático?
Hace más de una década que trabajamos en este proyecto, que iniciamos sin apoyo administrativo y al que, con el tiempo, se han ido sumando más actores. Para nosotros, la investigación y la innovación son imprescindibles: somos agricultores, pero también científicos. Desarrollar variedades resistentes al cambio climático no es solo una opción, es casi una obligación si queremos garantizar que las próximas generaciones puedan dedicarse al mundo del vino. Al mismo tiempo, es también un homenaje a los primeros que elaboraron vino en nuestras tierras, los layetanos, mucho antes de la llegada de los romanos. Trabajamos para preservar este legado y proyectarlo hacia el futuro.
Vuestra apuesta por la viticultura ecológica empezó mucho antes de que fuera una tendencia. ¿Qué aprendizajes os han dejado estos años?
Cuando mis padres fundaron Alta Alella en 1991 ya apostaron por la agricultura ecológica, mucho antes de que fuera habitual en el sector. En mi caso, como segunda generación, lo que me atrajo de pequeña no era tanto el vino como el concepto de agricultura ecológica, y seguramente eso es lo que en el fondo ha garantizado la continuidad del proyecto. En todos estos años hemos aprendido que la paciencia es fundamental, que siempre hay que trabajar a largo plazo y desarrollar una gran capacidad de resiliencia. La agricultura ecológica nos ha abierto las puertas a otros caminos, como los vinos naturales, las variedades resistentes, y nos ha llevado a apostar con fuerza por nuestro territorio.
¿Cómo combináis el respeto por el entorno con la experiencia de enoturismo?
El enoturismo nos permite llegar al consumidor de una manera que ninguna botella por sí sola puede conseguir. Es una experiencia directa e imbatible, que crea vínculos y emociones. Lo más importante para nosotros es trabajar el sentimiento de pertenencia, sobre todo con el público local, y por eso ofrecemos un enoturismo 100% experiencial y muy personalizado. Nos gusta combinar vino, gastronomía y arte en un entorno privilegiado: a solo 12 km de Barcelona, con vistas al mar, dentro del Parque Natural de la Serralada de Marina. El público valora mucho esta autenticidad y proximidad.
Las fincas de Alta Alella con Barcelona al fondo
¿Hacia dónde se dirige Alta Alella? ¿Qué objetivos os marcáis en sostenibilidad e innovación?
Nuestra gran apuesta de futuro ha sido recuperar terrenos en nuestro territorio, y en los últimos años hemos plantado nuevas viñas. Empezamos el proyecto con 1,5 hectáreas y actualmente tenemos 60 en producción. El objetivo es mejorar cada vez más en viticultura y centrarnos en plantar y elaborar vinos con variedades resistentes al cambio climático. Todo esto lo hacemos con la sostenibilidad como hilo conductor: profundizando en la agricultura regenerativa y ecológica, e incorporando innovación. Nuestro propósito es claro: reforzar el arraigo al territorio y dejar un legado sólido para las generaciones futuras. En este camino, seguiremos trabajando para reducir la huella de carbono mediante el uso de energías renovables, el fomento de la economía circular y otras iniciativas, con la voluntad de consolidar y perfeccionar todo lo que ya forma parte de nuestro día a día.
¿Qué creéis que necesita el sector para seguir avanzando hacia un modelo más responsable y competitivo?
El sector del vino está sobrecargado de regulaciones y burocracia, y eso hace muy difícil el día a día de los viticultores. Lo que se necesita es más visibilidad, más formación (tanto dentro del sector como para el consumidor) y, sobre todo, una colaboración real de las administraciones. Si queremos un modelo más sostenible y competitivo, es necesario que las instituciones nos acompañen de verdad, facilitando y no complicando el trabajo en el mundo del vino y de la agricultura. En este sentido, iniciativas y reconocimientos como este son muy valiosos, porque ayudan a poner en relieve el trabajo que hacemos y a dar voz al mundo rural.
Más innovación y sostenibilidad
Créditos
Producción: Edicions Clariana SL | Diseño: Marta Sagarra | Maquetación: Enric Abad | Un proyecto de Brandslab. Godó Nexus
Investigación e innovación son clave: somos agricultores, pero también científicos

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