La primera cumbre del G20 en continente africano arranca este sábado de manera muy descafeinada después de que Estados Unidos haya consumado su boicot a la cumbre, dejando por primera vez en la historia su silla —a todos los niveles— vacía. Con Washington rompiendo su tradicional papel en la gobernanza multilateral, España aprovechará para defender que no se puede dar “ni un paso atrás” en la ayuda al desarrollo y en la defensa del derecho internacional con la emergencia climática como telón de fondo. Lo hará al más alto nivel, en la cumbre “más complicad” desde el punto de vista geopolítico, con la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que llega a Johannesburgo como primera parada de una minigira africana que le llevará también a Angola, donde asistirá a la cumbre UE-Unión Africana para reforzar las relaciones con la región.
En Moncloa son conscientes de que la cumbre del G20 llega en un contexto “extremadamente difícil”. Hasta la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, estas cumbres se caracterizaban por sacar adelante unas declaraciones conjuntas —con mayor o menor grado de dificultad para lograr el consenso—, pero el estallido de la guerra en suelo europeo cambió estas dinámicas. Al final, reconocen fuentes gubernamentales, la cita anual no es más que un espejo de la fragmentación geopolítica que sacude el planeta. Más pronunciada aún desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, con una posición más escéptica del sistema multilateral. El último discurso del inquilino del despacho oval en la sede de Naciones Unidas es prueba de ello. A eso se suma la disputa bilateral que mantiene Estados Unidos con Sudáfrica, a quien acusa de estar llevando a cabo un genocidio contra ciudadanos blancos.
La cumbre viene marcada por el boicot de Estados Unidos, que ha decidido no asistir
Ese puzzle mundial lo terminan de componer una Argentina envalentonada por el radicalismo estadounidense —aunque Javier Miles no asista—, una India puesta de perfil en esta ocasión o una China más tímida en sus posiciones que no enviará a su líder. Y mientras tanto, una Unión Europea que trata de defender unida sus posiciones más tradicionales, que pasan por el refuerzo del sistema multilateral de la legalidad o comercio internacional y la lucha contra el cambio climático. Y todo ello, sin ir al choque duro o directo con Estados Unidos.
No solo habrá notables ausencias de primeras espadas en las sillas de líderes, sino que tampoco habrá una declaración conjunta consensuada, “con casi total seguridad”, concretan fuentes de Moncloa. En su lugar, según lo previsto, es que se elabore un documento, a modo de resumen, a manos de la presidencia, en el que se plasme una visión global, pero que no comprometa a nada. En el Gobierno consideran que esta opción no es una derrota, puesto que una declaración, aunque descafeinada, que contase con las posiciones reduccionistas de Estados Unidos o Argentina hubiese sido un mal peor. “Esto es mejor que una mala declaración”, admiten, en la que se pudiesen plasmar posiciones contrarias al desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático o la igualdad de género. “Preferimos no dar pasos atrás”, reconocen desde el Gobierno.
España, que acude como invitada permanente, se ve totalmente cómodo navegando entre los temas que ha decido llevar Sudáfrica a la mesa: solidaridad, igualdad y sostenibilidad, aunque en el Gobierno admiten que les hubiese gustado “profundizar” mucho más en ellos, cosa que la fragmentación mundial no le ha permitido. “Nos sentimos un poco frustrados”, admiten las mismas fuentes. Así, durante la cumbre cobrarán peso informes que en otras citas eran considerados como secundarios. En este punto nombran varios relacionados con el desarrollo africano, las materias primas críticas, desigualdad global o el proceso de revisión del G20, al cumplirse la 20 edición de este foro. En este último documento se ha logrado que España quede consolidada como país invitado permanente. Un estatus que, según explica el Gobierno, le sitúa en la práctica como un miembro más del foro, salvo en el papel de organizar las cumbres.
El jefe del Gobierno defenderá, en sus distintas intervenciones, la agenda social para lucar contra la desigualdad. En Moncloa consideran que Sudáfrica ha escuchado las peticiones españolas, que quedarán reflejadas, salvo sorpresa, en el resumen final de la presidencia. Este sábado Sánchez intervendrá en una primera sesión de trabajo que lleva como título “Un crecimiento económico sostenible e inclusivo que no deje a nadie atrás”. Por la tarde, en otra bajo el nombre “Un mundo resiliente: la contribución del G20”. Mañana, antes de comparecer ante los medios de comunicación, intervendrá en la tercera titulada “Un mundo justo y equitativo para todos”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó ayer que los líderes de la Unión Europea abordarán, en los márgenes de la cumbre, el plan de paz que han diseñado EE.UU. Y Rusia para Ucrania, aunque reiteró que cualquier iniciativa debe contar con la participación de los ucranianos. “Se hizo público un plan de 28 puntos. Debatiremos la situación tanto con los líderes europeos como con los dirigentes presentes aquí, al margen del G-20”, aseguró. “También me pondré en contacto con el presidente Zelenski para tratar esta cuestión. Lo importante es un principio clave que siempre hemos defendido: nada sobre Ucrania sin Ucrania”, remarcó.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, instó ayer al G-20 a impulsar reformas que den a los países en desarrollo, especialmente a los africanos, una “voz real” en la formulación de políticas globales y desbloqueen financiación para aliviar la creciente deuda de esas naciones. “Vivimos tiempos turbulentos. Los conflictos, el caos climático, la incertidumbre económica, la creciente deuda y el colapso de la ayuda internacional están causando un sufrimiento masivo en todo el mundo”, afirmó Guterres.


