De intérprete en un hospital a fundador de una academia online con más de 60 profesores. La historia de Óliver Rodríguez no parte de un plan de negocio brillante, sino de algo más sencillo y potente: las ganas de ayudar. Todo empezó a finales de los 90, cuando comenzó a aprender chino para ayudar a los inmigrantes que llegaban a Barcelona y, casi sin querer, se convirtió en un puente entre la comunidad inmigrante china y los servicios públicos. “Hacía de intérprete en hospitales, y ahí te das cuenta de las barreras reales que existen cuando no se comparte el idioma”, recuerda.
Esa experiencia le marcó. No solo por lo que veía, sino por lo que intuía: el sistema tradicional para enseñar chino no funcionaba para la mayoría de adultos occidentales. “Muchos profesores enseñan como si fueras un niño chino, empezando por los caracteres y sin tener en cuenta lo difícil que puede ser eso para alguien que parte de cero”, explica. Esa observación lo llevó, años después, a desarrollar su propia forma de enseñar el idioma.

Óliver Rodríguez abrió su academia junto a su esposa, Loida Contreras
Pero antes de llegar a eso, hubo muchas clases particulares, viajes por toda España y una primera academia presencial en Mataró, que abrió en 2010. Aún no había metodología propia, pero sí una idea que empezaba a cuajar: que hacía falta un sistema más humano, más efectivo y mejor adaptado a la realidad de quienes querían aprender.
La verdadera transformación llegó cuando se topó con la neurociencia aplicada al aprendizaje de idiomas. “Ese curso me abrió los ojos. Empecé a aplicar lo que aprendía directamente en mis clases, y los resultados fueron muy distintos”, cuenta. Lo que surgió de ahí fue un método que rompe con muchas ideas preconcebidas sobre cómo se debe aprender chino: menos memorización, más conversación; clases más cortas y frecuentes, personalizadas, centradas en mantener la atención y aprovechar el tiempo al máximo.

Hanyu Chinese School y Trainlang, un proyecto que está ayudando a cientos de personas a dominar el chino
El sistema combina varias claves: clases individuales de 30 minutos, profesores nativos y bilingües especialmente formados, teoría en formato “Flipped Classroom” (aula invertida) —es decir, en lugar de que los estudiantes aprendan conceptos en clase y apliquen esos conocimientos fuera, estudian los conceptos en casa y luego los aplican en clase con la guía del profesor—, y sesiones centradas en practicar, resolver dudas y hablar sin miedo. Todo esto apoyado por una plataforma digital disponible 24/7 con más de 1000 horas de grabación, que incluye clases en streaming y cientos de masterclass de gramática en píldoras de 5 minutos que permiten al alumno seguir aprendiendo a su ritmo. Cuando llegó la pandemia, la escuela ya funcionaba online. No hubo que improvisar nada. “Teníamos todo montado: metodología, plataforma, equipo. Fue casi como si estuviéramos esperando ese momento, sin saberlo”, dice.
La academia de chino cuenta con más de 500 reseñas positivas
Óliver Rodríguez abrió su academia junto a su esposa, Loida Contreras, también profesora de chino. A día de hoy, su academia de idiomas orientales Hanyu Chinese School ofrece cursos de chino y japonés, y ya ha logrado reunir más de 500 reseñas positivas. Pese a que el mandarín sigue siendo una de las piedras angulares de su proyecto, han decidido expandirse y aplicar lo aprendido a Trainlang, una nueva academia para enseñar también inglés y francés.
Lo curioso es que, pese al crecimiento, no quieren convertir su academia en una máquina de escalar. Su prioridad sigue siendo el alumno. “No buscamos convertirnos en una multinacional. Queremos mantener la calidad. Saber quién enseña, cómo enseña y a quién está enseñando”, afirman. De hecho, detrás de ese éxito hay una filosofía muy clara que impregna todo el proyecto: “Hay más felicidad en dar que en recibir.”

La academia de chino cuenta con más de 500 reseñas positivas
Esa filosofía se nota también en el trato con el equipo. Muchos de los profesores llevan años en la academia y se han formado desde dentro, con criterios que van mucho más allá de saber chino. Óliver Rodríguez insiste en la importancia de enseñar con empatía, de entender que cada alumno tiene una motivación distinta y que la clave está en acompañarlo, no en exigirle.
Aportar valor a tu cliente
“El beneficio llega cuando haces las cosas bien y con el propósito adecuado: aportar valor a tu cliente”, aseguran. Hoy, con una valoración de 4,9-5 y alumnos que van desde particulares hasta profesionales de grandes empresas, su método ha demostrado que aprender chino no tiene por qué ser un muro infranqueable. Basta con tener a alguien que sepa cómo guiarte. Y en eso, Óliver Rodríguez no ha perdido ni un gramo de la vocación que lo llevó a empezar: la de tender puentes, uno a uno, palabra a palabra.
Más información
Web: https://www.trainlang.com/
Web: https://www.hanyuchineseschool.com/