Ángela Sarmiento, experta en puericultura: “Hacerlo bien sale caro, pero hacerlo mal lo paga alguien”

Jyoko Kids

Conversamos con Ángela Sarmiento sobre cómo un despido en plena gestación fue el detonante para crear una marca ética de productos infantiles, y sobre los desafíos de sostener un negocio honesto en plena era del low cost

Ángela Sarmiento, experta en puericultura: “Hacerlo bien sale caro, pero hacerlo mal lo paga alguien”

Ángela Sarmiento, experta en puericultura: “Hacerlo bien sale caro, pero hacerlo mal lo paga alguien”

¿Cómo empieza todo?

Me despidieron cuando estaba embarazada. Tenía contracciones intrauterinas muy fuertes y me recomendaron coger una baja. Se lo conté a mi jefa, con toda la honestidad del mundo, y fue a peor. Al poco tiempo me encontré sin trabajo y embarazada de siete meses.

¿Tenía algún plan?

Solo que quería seguir trabajando. Me gustaba mi trabajo. Pero al irme, lo primero que pensé fue en mi hija. Me pregunté: ¿qué sé hacer bien? Y pensé: sé coser, sé de textil, he estado en producción, he gestionado equipos... Hice 200 baberos para mi hija y ahí empezó todo.

¿Sabía vender?

No. Pero me lancé. Vi que en Amazon no había fundas como las que yo necesitaba y me puse a ello. Poco a poco, entendí que era yo la que vendía con cada título, con cada ficha de producto, con cada solución que le ofrecía a una madre.

¿Y empezó a funcionar?

Sí. Al principio era solo Amazon, pero luego vinieron otros marketplaces. Jyoko fue creciendo, contratamos gente, montamos almacén, producción, logística… Hoy tenemos más de 2.500 referencias activas.

“Al principio era solo Amazon, pero luego vinieron otros marketplaces. Jyoko fue creciendo, contratamos gente, montamos almacén, producción, logística… Hoy tenemos más de 2.500 referencias activas”

“Al principio era solo Amazon, pero luego vinieron otros marketplaces. Jyoko fue creciendo, contratamos gente, montamos almacén, producción, logística… Hoy tenemos más de 2.500 referencias activas”

¿Qué significa eso en un sector como el de la puericultura?

Que vivimos con una presión constante. Es un sector muy delicado. Trabajas para bebés. Cualquier error tiene consecuencias. Por eso usamos tejidos con certificado Oeko-Tex, trabajamos con proveedores auditados, cumplimos todos los estándares. Pero competir con quien vende a mitad de precio sin esos controles es durísimo.

¿Habla de marcas 'low cost'?

Claro. Es fácil criticar el precio de una funda bien hecha, pero hay que ver lo que hay detrás de ese “chollo” que compras en esas plataformas: químicos tóxicos, explotación laboral, fábricas insalubres. Lo publiqué en redes y muchas madres no se lo podían creer. Pero es la realidad.

¿Es rentable resistir?

Cada vez menos. A la presión del low cost se suman los cambios legislativos, como la reducción de la jornada laboral, que afectan directamente a la producción: si mis operarios trabajan menos horas, produzco menos fundas; si tengo que contratar a más gente, el coste se dispara. Y la clientela no siempre está dispuesta a pagar más por un producto bien hecho. En paralelo, también hemos tomado decisiones internas que implican ajustes similares: recientemente nos hemos mudado a una nueva nave industrial en Bigues i Riells, a unos 45 minutos de Barcelona, y para facilitar el traslado y mejorar la conciliación del equipo, hemos reducido la jornada en 20 minutos y modificado los horarios. Son adaptaciones estructurales que, aunque suponen un esfuerzo añadido, responden a nuestra voluntad de sostener el crecimiento del negocio cuidando a las personas que lo hacen posible.

¿Y qué hace entonces?

Cubrir los huecos. Si falta alguien en logística, voy yo. Si hay que programar una máquina, lo hago yo. Si se rompe el robot de corte, bajo yo al taller. Algunos días acabo a las diez de la noche. No porque quiera ser mártir, sino porque quiero sostener el equipo. Y porque sé lo que es estar en el otro lado.

Yo también fui operaria, jefa intermedia, empleada de base. Sé lo que es pedir una baja, aguantar gritos, trabajar estando mal. Por eso intento que, en mi empresa, si alguien se embaraza, tenga su baja tranquila. Si necesita conciliar, conciliamos.

Yo también fui operaria, jefa intermedia, empleada de base. Sé lo que es pedir una baja, aguantar gritos, trabajar estando mal. Por eso intento que, en mi empresa, si alguien se embaraza, tenga su baja tranquila. Si necesita conciliar, conciliamos.

¿En qué otro lado?

En el de la empleada. Yo también fui operaria, jefa intermedia, empleada de base. Sé lo que es pedir una baja, aguantar gritos, trabajar estando mal. Por eso intento que, en mi empresa, si alguien se embaraza, tenga su baja tranquila. Si necesita conciliar, conciliamos. Dependemos de la buena fe de nuestro equipo para que esto sea sostenible.

¿Le duele que se cuestione al empresario?

Sí. Se ha instalado un discurso de “el empresario es el malo” que no siempre es justo. ¿Hay abusos? Claro. Pero también hay gente como nosotros, que se deja la piel por sostener un proyecto con valores. Que quiere pagar mejor, pero no puede si le suben la Seguridad Social un 30%. ¿Quién sostiene eso?

¿Qué le enseñó el despido?

Que un despido no siempre es el final. Para mí fue el principio. Me obligó a ver herramientas que ya tenía y no estaba usando. No romantizo lo que pasó, pero sí creo que fue una bendición disfrazada. Porque me permitió crear algo que hoy alimenta a muchas familias.

¿Y ahora, cuál es el reto?

No morir de éxito. No colapsar por tener más pedidos de los que puedo asumir. No traicionar lo que somos por vender más. Seguir aquí, dentro de un año, pudiendo mirar a mi equipo a los ojos y decirles: seguimos. Y seguimos bien.

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