Eduard Prats, directivo y escritor: “Tuve éxito profesional durante años, pero el vacío que sentía por dentro me hizo ver que aquella vida no era sostenible”
Educación
El autor de 'Elogio del tiempo' reivindica revisar el ritmo laboral antes de que la vida quede relegada a un segundo plano
Eduard Prats, emprendedor, directivo y escritor
Durante más de dos décadas, Eduard Prats vivió en modo “24/7/365”. La jornada nunca terminaba, las decisiones se acumulaban y el éxito profesional parecía justificarlo todo. Parecía que todo iba sobre ruedas: una carrera en ascenso, proyectos educativos que crecían sin pausa y una vida familiar que avanzaba como podía entre reuniones y viajes. Durante ese tiempo ocupó cargos de máxima responsabilidad en dos centros educativos de formación superior de reconocido prestigio en toda España, liderando equipos, decisiones estratégicas y un ecosistema que, para él, lo era todo.
Hasta que, de un día para otro, la pandemia desmontó cualquier idea de control. Aquel marzo de 2020 nos obligó a improvisar en tiempo récord y transformar, en solo 24 horas, un modelo totalmente presencial en clases online para 35.000 estudiantes. Él mismo lo resume con una mezcla de incredulidad y desgaste: “Hicimos en un día lo que habría requerido dos años, pero me dejó exhausto”. La transformación fue un éxito técnico, pero tuvo un coste personal enorme. Prats empezó a vaciarse por dentro, consciente de que aquel nivel de exigencia tenía un impacto que ya no podía ignorar.
Aquella sacudida no solo alteró su manera de trabajar. También le mostró, de forma inesperada, que el precio de mantener ese ritmo era demasiado alto. Descubrió que estaba descuidando todo lo demás: la familia, los amigos, la salud, incluso la propia identidad. Y en ese punto de ruptura tomó una decisión que casi nadie vio venir.
Prats decidió tomarse un tiempo sabático. Una pausa necesaria. Sentía que debía parar, bajar revoluciones y recuperar la capacidad de repensar el futuro que había perdido en medio de tantas urgencias. Necesitaba encontrarse de nuevo.
De ese paréntesis nació Elogio del tiempo, el libro en el que revisa qué significa realmente tener éxito y qué se sacrifica cuando el trabajo lo ocupa todo. “No decidí frenar para irme a una isla debajo de una palmera”, puntualiza. Si no que su tiempo sabático lo define como una travesía del desierto. “Un período sabático no es no hacer nada. Sigues trabajando, pero contigo y para ti. Te pones frente al espejo y ves lo que te enorgullece y lo que no. Ese ejercicio es duro”.
Un período sabático no es no hacer nada. Sigues trabajando, pero contigo y para ti
En el libro, esa travesía se explica con ejemplos transparentes, a veces dolorosos. Uno de los más reveladores tiene que ver con su hija, sorprendida de que su padre, por primera vez, tuviera tiempo para ayudarla con el trabajo final de bachillerato. “El problema no es no saber que la familia es importante. El problema es dónde pones el 90% de tu energía. Yo lo ponía en el trabajo. Tenía éxito profesional, sí, pero no en el conjunto de mi vida”.
Hoy entiende la vida como una silla con diferentes patas: trabajo, salud, familia, amigos, aficiones. “Para mí, ahora el éxito es el equilibrio entre esas patas. No es ganar más dinero o tener más poder, es sentir que tu vida no cojea”. Ese enfoque recorre el libro y define también su manera actual de relacionarse con directivos y jóvenes profesionales: los anima a repensar qué significa la palabra éxito.
“Otro de los temas centrales es la soledad. El día que dejó la dirección, el móvil se quedó en silencio. No había correos. No había urgencias ni llamadas a todas horas. El vacío, esta vez, tenía otra lectura. “Te das cuenta de que, cuando dejas el cargo, los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano. El resto estaban a tu alrededor porque podían obtener algo de ti”. Ese descubrimiento le llevó a hacer una profunda limpieza de agenda. “Aprendí a ser selectivo. Con quién quiero comer, con quién quiero tomar un café y con quién no. Después de veinte años priorizando a todos menos a mí y a los míos, decidí priorizarme. Si a alguien eso le parece egoísta, lo acepto”.
La honestidad, consigo mismo y con los límites, atraviesa todo el relato. También su visión sobre el dinero, otro eje del libro. Prats reconoce que pudo permitirse un periodo sabático porque llevaba años trabajando sin pausa y tenía un colchón económico, pero insiste en que, incluso así, muchas personas con margen para hacerlo no se atreven a romper la dinámica. “Tomar un tiempo sabático requiere recursos económicos, pero también valentía. Mucha gente podría hacerlo y no lo hace. Somos esclavos de obligaciones que nos hemos creado nosotros mismos”.
Te das cuenta de que, cuando dejas el cargo, los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano
Aquí cita al expresidente Pepe Mujica, cuya frase repite como un mantra: no compramos con dinero, compramos con el tiempo de vida que nos costó ganarlo. “Nos creemos libres, pero a veces somos esclavos de la casa, de la segunda residencia, de los coches. Cuantas más cosas tienes, más horas necesitas trabajar para mantenerlas y más difícil es tomar decisiones valientes”. De hecho, a los jóvenes les lanza un consejo: no se puede vivir del aire, pero tampoco hace falta poner el foco únicamente en cosas materiales.
Su experiencia también ha transformado su manera de liderar. Hoy se declara un “radical” con la conciliación. No envía correos fuera de horario y defiende regular por ley el derecho a desconectar. Rechaza medir el compromiso por horas presenciales. “Si mides a los jóvenes así, desconectan. Y en cuanto pueden, se van. Lo importante no son las horas, sino el valor que aportan mientras están”.
Elogio del tiempo incluye, además, una reflexión generacional. Prats insiste en que las trayectorias laborales tienen ciclos, igual que las estaciones del año, y que Europa todavía mira con recelo el fracaso o las renuncias voluntarias. “Los liderazgos y las empresas se tienen que renovar. Lo que fue útil hace veinte años no tiene por qué servir hoy. Si no decides tú cuándo cerrar un ciclo, corres el riesgo de que alguien decida por ti”.
El libro termina con una pregunta esencial: ¿quién eres más allá del cargo que ocupas? Prats lo resume con una frase: “Si me preguntan quién soy, respondo: soy Eduard Prats. Y solo después digo que trabajo en una empresa. Antes era al revés. Entender que lo esencial eres tú, y no tu tarjeta de visita, te da una libertad enorme”, acaba.
Lecciones de Vanguardia
“Empresa, salud, vida, trabajo, aficiones... Una vida que no mantiene el equilibrio en estas áreas vitales nunca es sostenible”.