Gegant
★★★✩✩
Autoría: Mark Rosenblatt
Dirección: Josep Maria Mestres
Intérpretes: Josep Maria Pou, Victòria Pagès, Pep Planas, Clàudia Benito, Aida Llop, Jep Barceló
Lugar y fecha: Teatre Romea, Grec’25 (19/VII/2025)
Giant es el debut de Mark Rosenblatt como autor. Se estrenó en el 2024 en el Royal Court –sigue en cartelera en el West End– y arrasa ese año en todos los premios convocados en Londres. Nada raro para un texto en el que conviven la polémica dialéctica con la solidez clásica del “drama de salón”. El protagonista es Roald Dahl, el célebre autor de literatura infantil. En 1983 se encuentra en la cúspide de su fama, a punto de publicar Las brujas y en el ojo del huracán por una reseña para un libro fotográfico (God cries) que documenta el horror de los ataques israelíes sobre Líbano. ¿Les suena?
Dahl dio rienda suelta a sus prejuicios con un artículo abiertamente antisionista. Aún no existen las redes sociales y para cortocircuitar las consecuencias negativas se convoca un gabinete de crisis en su casa de campo, en obras. Participan su editor inglés (Pep Planas), una enviada de la editorial norteamericana (Clàudia Benito), ambos judíos; su amante y futura segunda mujer (Victòria Pagès), y circunstancialmente su cocinera (Aida Llop) y jardinero (Jep Barceló).
El retrato que hace Rosenblatt de Dahl es fiel a lo que dijo el periodista Michael Coren cuando le entrevistó en 1983 para el New Statesman: “Dahl es educado, simpático, grotesco e intolerante”. Giant no es sólo una obra sobre su antisemitismo –sin filtros en esa polémica entrevista–, también trata sobre su clasismo, misoginia y abuso de su superioridad intelectual. Un niño maleducado en el cuerpo de un gigante. Un gran autor y una persona quizá miserable, a pesar de sus tragedias familiares.
Éxito reciente
Josep Maria Mestres dirige esta función sobre la caída de un gigante –no sin cierto placer por parte del autor– como si estuviera en el West End
Josep Maria Mestres dirige esta función sobre la caída de un gigante –no sin cierto placer por parte del autor– como si estuviera en el West End. Ante todo, que brille el reparto y sobre todo su protagonista. Si en el Harold Pinter luce John Lithgow, en el Romea deslumbra Josep Maria Pou. El papel parece escrito para él y sus talentos. Furia caprichosa, mirada y escucha atenta, ingenio seductor y condescendiente, fragilidad física y todas las capas de un personaje que disfruta con el enfrentamiento y que en sus minutos finales se suicida moralmente ante el público. Frente a él un conciliábulo para conseguir una disculpa pública (esta llegaría póstuma con un comunicado discreto de la familia).
Un reparto a la altura de la controversia dramática: Pagès y Planas, conciliadores, sacrificados al amor y la amistad; Llop y Barceló entregados a esos personajes inevitables en ese juego de clases de la ficción británica. Y destacada, Benito. Ella representa todo aquello que Dahl denigra y avasalla con su presencia física y crueldad emocional e intelectual: mujer y judía. Benito acepta la confrontación con la seguridad moral del Nuevo Mundo. Firme y retadora hasta que la resolución dramática exige su mutis. Un trabajo de gran actriz, en especial cuando su cuerpo y mirada se tensan en silencio como una columna de sal ante el embiste de la furia del genio.