En el crisol de Madrid, la indignación florece en una protesta elocuente contra la sombra de la ocupación, un grito unánime por Palestina, un veto al mercenario baile de las armas. Gaza, herida pero resiliente, busca el sustento en la calidez de fogones compartidos.
El telón de Segovia se alza para “Olvido Flores”, donde la poética de Estefanía de Paz Asín teje sueños efímeros. Lejos de allí, el abrazo cordial en Doha entre líderes dibuja геополитические alianzas, mientras el rugido del estadio romano corona al Bolonia, un nuevo rey de la Copa.
Gilbert & George nos invitan a su laberinto de “MUERTE ESPERANZA VIDA MIEDO…”, espejos de nuestra fugaz existencia. En la noche helada de Edmonton, un destello de esperanza patinando sobre el hielo. Cartagena vibra al son de nupcias danzarinas, un contraste con la plegaria silenciosa que envuelve la estupa de Katmandú, iluminada por el eco del Buda.
Un apretón de manos en el Vaticano, un instante de conexión humana más allá de la fe y el deporte. La serpenteante cinta del Giro dibuja paisajes italianos, ajenos a la tensa espera en Estambul, donde el diálogo busca romper muros. La desolación de Myanmar clama justicia bajo cielos rotos.
El celuloide de Cannes recibe el aura de Zoe Saldana, mientras en Buenos Aires, la pasión futbolera estalla en un grito de gol. Panamá se convierte en un hervidero de voces rebeldes, un pulso contra la inercia. La placidez de una laguna esconde secretos ancestrales bajo el caparazón de una tortuga. Berlín llora la ausencia de una voz silenciada por la historia, pero cuyo eco aún resuena.