Arte, historia y moda dialogan en París

En el Louvre

El museo ofrece hasta julio una exposición inédita de diseños de los grandes creadores

A dress designed by Iris Van Herpen from the Haute Couture F/W 2018-2019 is displayed at the exhibition

La exposición estará abierta durante más de seis meses 

Gonzalo Fuentes / DIMITAR DILKOFF (Reuters/afp)

El Louvre, como todos los grandes museos de arte, puede ser una fuente infinita de inspiración, una escuela idónea para los nuevos creadores de las más variadas disciplinas, incluida la moda. Consciente de ese papel y del pedigrí de la ciudad, el templo cultural parisino ha querido ofrecer hasta el 21 de julio una exposición inédita, Louvre costura. Objetos de arte, objetos de moda, en la que se pueden admirar un centenar de vestidos y accesorios confeccionados por 45 casas de moda y estilistas de primer nivel entre los años 1949 y 2025.

La muestra incluye diseños, a cual más sofisticado y atrevido, de firmas míticas de sector como Balenciaga, Christian Dior, Givenchy, Fendi, Prada o Versace. También están representadas figuras jóvenes que aprietan fuerte, como los franceses Marine Serre y Simon Porte Jacquemus, de solo 33 y 35 años, respectivamente, o los británicos JW Anderson y Gareth Pugh, ambos en la temprana cuarentena.

La originalidad de la exposición es que se extiende y está incrustada a lo largo de unos espacios de casi 9.000 metros cuadrados dedicados a artes decorativas como muebles, cerámicas, tapices y orfebrería. El visitante va avanzando en su recorrido y se encuentra con estas creaciones de moda, siempre estratégicamente situadas para que dialoguen con su entorno.

Pie

Diseño de Donatella Versace 

DIMITAR DILKOFF / AFP

El grueso de los diseños ha encontrado acomodo en los suntuosos aposentos del ministro de Estado de Napoleón III, unas salas que tras la caída del emperador –y hasta 1989– fueron ocupadas por el Ministerio de Finanzas.

Los paneles informativos animan a dejarse llevar por la fantasía. “Imagina esta inmensa estancia iluminada por la enorme araña de cristal en el centro y tú que das giros entre otros bailarines dentro de este vestido”­, se dice, por ejemplo, sobre el espectacular modelo de Jacquemus, de la colección otoño/invierno 2023-2024, a base de flores metálicas, instalado en el Gran Salón.

Una de las creaciones más originales es la de Jean-Paul Gaultier para la colección de alta costura otoño/invierno 2008-2009. Se trata de un vestido con estructura “jaula” –o crinolina–, típico de la época de Napoleón III, a mediados del siglo XIX. La crinolina permitía sostener la falda y darle una generosa amplitud, hasta alcanzar los diez metros de circunferencia. La genialidad y el gusto por la provocación de Gaultier consistieron en reciclar la estructura de soporte como ornamento sobre el vestido y no escondida debajo. La combinación con el color verde fluorescente provoca un gran efecto. Es un juego estético que evoca el esplendor y la opulencia de un periodo, el Segundo Imperio, que por cierto tendría un epílogo dramático con la severa derrota francesa en la guerra contra Prusia, el exilio de Napoléon III y la pérdida de territorios.

Pie

Diseño de Maison Margiela 

DIMITAR DILKOFF / AFP

En la Cámara del Rey se expone un modelo de Donatella Versace, para la colección Prêt-à-Porter de primavera/verano 2018. Su propuesta, de ambición erudita, es un homenaje a su hermano Gianni, asesinado en Miami en 1997. Se trata de un vestido de motivos vegetales que recuerda los tapices del siglo XVII y también la decoración del dormitorio de Luis XVIII, rey de Francia entre 1815 y 1824.

Uno de los modelos recientes, fruto quizás de la angustia geopolítica de los últimos años, es un vestido de carácter mimético concebido por Marine Serre, una especie de collage de tapices, con motivos vegetales y animales, que la diseñadora imaginó “para una mujer guerrera en un mundo apocalíptico”. El entorno es ideal. Está colocado en la sala de Ana de Bretaña, con tapices del siglo XV en sus paredes.

Diseño de John Galliano

Diseño de John Galliano

DIMITAR DILKOFF / AFP

Hay diseños especialmente bellos, como uno de Fendi que juega a reproducir las baldosas de los palacios renacentistas romanos. Otros son de estética más dudosa, por ejemplo el de Balenciaga que se atreve a copiar una armadura medieval, pero sirviéndose de una impresora en 3-D.

Con esta exposición, que rompe moldes, el museo quiere innovar y, al mismo tiempo, ser fiel a su vocación natural de siempre. El pintor impresionista Paul Cézanne dijo que “el Louvre es el libro en el que aprendemos a leer”. Aún hoy se ve a muchos visitantes, bloc en mano, que copian y estimulan su propio talento. La moda contemporánea, en su versión alta costura, ya ha conquistado el santuario sagrado.

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