El salto emocional y físico de Óscar Casas

En la piel de Gervasio Deferr

El actor se mete en la piel del gimnasta desde sus años de gloria olímpica hasta su caída al mundo de la adicción a las drogas y el alcohol en la nueva serie de Atresplayer

El salto emocional y físico de Óscar Casas
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El salto emocional y físico de Óscar Casas 

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Para Óscar Casas, interpretar a Gervasio Deferr en El gran salto no fue solo un reto interpretativo, sino una transformación física y personal. El actor se enfrentó a uno de los papeles más exigentes de su vida: dar cuerpo y alma a un personaje real, con luces y sombras, desde la juventud gloriosa hasta la adultez marcada por la caída. Un reto del que ha salido victorioso según se puede desprender de la acogida que tuvo la serie tras ser exhibida en la última edición del Festival de Cine de San Sebastián.

El gran salto , que se estrena este domingo en Atresplayer y consta de cinco episodios, narra el auge y caída del campeón olímpico Gervasio Deferr, que ganó dos medallas de oro en salto en Sídney 2000 y Atenas 2004, y una de plata en suelo en Pekín 2008, para caer después en el infierno de la adicción a las drogas y el alcohol.

El cambio físico de Casas fue brutal. El actor tuvo que oscilar entre dos extremos corporales. Primero, aumentar su musculatura hasta alcanzar los 77 kilos, más de diez por encima de su peso habitual. “Ganar masa fue fácil”, reconoce, “era comer bien, entrenar duro, disfrutar del proceso”. Pero luego vino el descenso. Para encarnar a un Gervasio consumido por las adicciones, Casas se sometió a una restricción alimentaria extrema, que le llevó a querer prescindir de la báscula. “No quería saber cuánto pesaba, ya no podía hacer más que dejar de comer. ¿Para qué iba a torturarme con un número?”, confiesa.

“Uno de los aprendizajes que me ha dejado Gervasio es vivir con más calma, sin la necesidad de ganar siempre”

Esta fase fue la más dura, pero también la más útil: “La sensación de debilidad y vacío físico me ayudó muchísimo a entrar en la piel del personaje. No sabía lo que era una desintoxicación, pero el no comer me dio una idea parecida: el cuerpo retorciéndose, el dolor interno... lo usé para Gervasio”.

Casas no solo trabajó el cuerpo: también construyó una psicología compleja. Para no contaminar al Gervasio joven que debía interpretar, decidió mantener distancia con el Gervasio real durante los primeros dos meses de rodaje. “Quería captar al niño, al adolescente ambicioso, no al hombre en el que se había convertido. Me habría influido demasiado”. Solo en la segunda etapa, ya en la piel de un Gervasio adulto y marcado por la caída, se permitió acercarse más a él. “Ahí lo exprimí al máximo. Ya podía usar sus gestos, su voz, lo reciente. Fue muy útil”.

Deferr y Casas, durante la presentación de la serie en el Festival de San Sebastián

Deferr y Casas, durante la presentación de la serie en el Festival de San Sebastián

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En lo físico, Casas asumió gran parte de los ejercicios gimnásticos del rodaje. Entrenó dos meses en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, ganando masa muscular y fuerza. La mayoría de las acrobacias y caídas las realizó él mismo, recurriendo al doble solo en escenas muy complejas. Además, en la serie, se mezclan imágenes reales de Gervasio, avisa el actor. “Pero el espectador no lo va a detectar porque está muy bien hecho”, afirma.

En lo interpretativo, Casas llegó tan profundo que, incluso después del rodaje, seguía hablando como Gervasio, algo que su propio hermano Mario le hizo notar: “Tuve que volver con mi coach para recuperar mi forma de hablar. Me había metido tanto que se me quedó el personaje”.

El actor, en su papel de Gervasio Deferr

El actor, en su papel de Gervasio Deferr

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Pero este papel no solo le dejó huella como actor. También le impactó personalmente. El proceso de entender y encarnar la historia de Gervasio hizo que revisara sus propios hábitos. Decidió dejar el alcohol durante el rodaje, y a día de hoy sigue sin beber. “No digo que nunca volveré a hacerlo, pero lo hago desde otro lugar. Me siento más despierto, más equilibrado. He aprendido a vivir sin extremos, sin ir del blanco al negro”. En esa misma línea, reflexiona que ”uno de los mayores aprendizajes que me ha dejado el personaje de Gervasio es vivir con más calma, sin la necesidad de ganar siempre, aceptando los grises de la vida”.

Casas también destaca que este trabajo le ha marcado a nivel profesional. Considera El gran salto una experiencia que le ha permitido volar, y sueña ahora con trabajar fuera de España, con directores que admira. Pero más allá de los sueños laborales, su lucha personal sigue siendo convertirse en la mejor versión de sí mismo, física y mentalmente.

Casas encarnando a un Deferr ya adulto

Casas encarnando a un Deferr ya adulto

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Desde los primeros ensayos hasta el día del estreno, la conexión entre Casas y Gervasio se fue afianzando. Cuando Deferr vio el primer capítulo, se emocionó profundamente. Según cuenta Óscar, el exgimnasta ha visto ese episodio más de diez veces y se siente plenamente identificado. “Cuando veo la serie y cierro los ojos, escucho a Óscar y me escucho a mí”, llegó a decir Gervasio. Para Casas, que el propio protagonista de esta historia tan intensa se sienta reflejado es el mejor premio: “Eso ya me deja tranquilo. Con eso me basta”.

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