Incombustible es un adjetivo que le define a la perfección. En el año que ha cumplido su quinta década, Arturo Valls sigue tan presente en los medios de comunicación como de costumbre y no le faltan los nuevos proyectos. Y es que a su trabajo como presentador del impactante Mask Singer: Adivina quién canta en Antena 3, en este 2025 ha sumado también su estreno en la pública, a los mandos de la segunda temporada de That’s My Jam España, el formato musical que ya produjo para Movistar+ en su primera tanda de episodios.
Y es que es evidente que la televisión quiere de Arturo y Arturo está encantado con permanecer en ella. Ahora bien, a pesar de que lleva años colándose en nuestros hogares, no son demasiados los detalles sobre su vida personal que comparte. Por eso ha sorprendido —y mucho— conocer recientemente, en una conversación con la periodista María Canales para Metrópoli, la sección de ocio del diario EL MUNDO, que el humorista valenciano también cultiva, con mimo y dedicación, una faceta menos conocida: la de cocinero.
“Lo primero que diseñé fue el paellero”
La paella de siempre, la tradición que le une con los suyos
La entrevista, publicada el pasado 12 de julio, revelaba que los fines de semana en casa del comunicador son sinónimo de convocatoria alrededor del arroz. “Al menos un fin de semana al mes hago una convocatoria con amigos”, expresaba. El caso es que la suya no es una paella cualquiera, pues en la elaboración es valenciana, de leña y hecha con receta estricta, como dicta la costumbre. Pollo, conejo, verdura, sin gambas ni otros ingredientes que se escapen de lo estipulado. “Ver guisantes en una paella me parece una aberración; tampoco puedo entender la mixta”, sentenciaba.
Cabe destacar que la devoción de Valls por el plato estrella de su tierra ha dado incluso un paso más allá. Hace apenas unas semanas ha lanzado Socarrón, su propia marca de arroz con Denominación de Origen València, en colaboración con la firma local Dacsa. “La marca tiene mucho que ver conmigo; quería hacer algo muy personal que reflejara mis raíces y mi pasión por este plato”, explicaba con entusiasmo en su charla con el citado medio. El nombre, que juega con el característico 'socarrat' del fondo de la paella, terminó imponiéndose a otras ideas igual de creativas como Rolang Arroz, que bebía de la unión de su gusto por el plato tradicional con su pasión por el tenis.
“Me gusta la cocina a fuego lento”
Una práctica que lleva a cabo entre la cuchara, los guisos y el pan artesano
Pero más allá de la paella, Valls también confesaba disfrutar de otros fogones más cotidianos. “No tengo mucha técnica, pero me gusta mucho hacer una pasta carbonara, lentejas y guisos; me gusta la cocina a fuego lento”, reconocía en tono desenfadado. La escena, “copa de vino” en mano y tiempo por delante, le seduce más que los menús degustación eternos: “Estoy en un momento en el que aprecio más lo sencillo (…). Esa sobredosis de sabores no tiene mucho sentido”.
Esa visión más reposada de la cocina –y de la vida– parece haber calado hondo en el que fuera conductor de Ahora caigo. Tan sencillo como que a día de hoy valora más el pan artesanal en la mesa que las florituras. “No entiendo a esa gente que lo compra congelado. Hay que currárselo (…) El pan es como el alma”, apuntaba. Hasta en su dieta diaria se nota esa transformación, pues practica el ayuno intermitente desde hace unos tres años, pero no perdona una buena comida en condiciones.

Arturo Valls, en 'La Revuelta'.
“Se me ha pasado el arroz en hacer un ‘late night’”
Entre lo dulce, lo salado y lo que nunca ha llegado a cuajar
Con todo, Valls también se permitía algunas confidencias más personales en la charla citada. Si bien asegura vivir un momento “muy dulce, con mucho equilibrio”, tanto en lo personal como en lo profesional, también señala que algunos trenes ya pasaron. “Creo que se me ha pasado el arroz en hacer un late night”, dice. Un formato soñado que, cuando tuvo la oportunidad, descubrió que ya no encajaba con su ritmo actual de vida. Entre anécdotas culinarias –como su paella para Paula Badosa, que “antes de probarla tuvo que llamar a su nutricionista para saber si podía comerla o no”–, Arturo dejaba claro que su relación con la cocina es mucho más que postureo. Como en su día a día, lo suyo es hacer lo que le gusta. Y hacerlo bien, aunque se precise fuego lento.