Georgina Rodríguez y Cristiano Ronaldo anunciaron su compromiso y la imagen del anillo desató el análisis técnico inmediato. En el programa Y ahora Sonsoles, el joyero Dani Nicols fue tajante: “A ver, es que esto no tiene un precio real, porque no hay. Estamos hablando que en los 50 últimos años, solo hay dos diamantes que hemos visto en anillos de compromiso famosos a la altura de esta pieza. Y son los dos Elizabeth Taylor: el Krupp, de 33 quilates un corte Asscher; y luego el Taylor-Burton, que estamos hablando de 68 quilates, que fue en talla gota”.
Una joya para la historia
El anillo de Georgina Rodríguez supera al de Grace Kelly y se acerca a las piezas más icónicas de Elizabeth Taylor
Para Nicols, la singularidad no es solo cuestión de quilates: “No hemos visto en la historia una pieza así de grande en corte ovalado. Y es increíble que la hayan regalado a Georgina y que sea, como ella ha dicho, para esta vida el sí, quiero y para todos los demás. Porque este diamante probablemente está hecho en el fondo de la Tierra hace más de 300.000 millones de años, y se encuentra uno, a lo mejor, en 50 años”. Los geólogos sitúan la formación de muchos diamantes naturales entre 1.000 y 3.500 millones de años —profundidades y tiempos descomunales que explican su rareza—, muy por encima de cualquier escala humana.
En cuanto al valor, la horquilla no es estrecha. “Yo no sé si vale 6 o vale 12 porque es lo que quieran pagar. Porque, vuelvo a decir, es algo completamente único. Nunca lo sabremos, pero este es uno del tipo de anillo que quedará en la familia y que, quizás, espero que, dentro de varias generaciones, salga a subasta por miles de millones de euros”. En la mesa se recordó, además, que “las tasaciones lo sitúan entre los 5 y los 6 millones de euros”, y que la pieza luce un gran solitario oval con acompañamiento lateral: “En esa pieza no solo hay un diamante… estoy convencido de que lleva por lo menos un diamante oval más en cada lado”, apuntó Nicols.

El joyero Dani Nicols asegura que la pieza es única y que podría tardar medio siglo en encontrarse otra igual
Las comparaciones históricas ayudan a dimensionar el anillo. El célebre Krupp —rebautizado como The Elizabeth Taylor Diamond—, de 33,19 quilates en talla esmeralda (Asscher), se subastó por 8,8 millones de dólares en 2011 y es un diamante tipo IIa, categoría de excepcional pureza.
El Taylor-Burton, un pera de 69,42 quilates (posteriormente recortado a 68,00), fue tan pesado que Taylor terminó luciéndolo como collar y no como anillo, un precedente que encaja con la advertencia práctica de Nicols sobre piezas de este calibre.
Sobre el tamaño de la gema de Georgina, el joyero se mojó: “Yo creo que está entre los 40, 45 kilates, probablemente por encima de los 33 del Krupp y por debajo de los 68 del Burton”. Y deslizó otro dato que alimenta el debate del precio: “Cristiano es una persona que gana muchos millones de euros… si es 6 millones de euros, se ha quedado corto. […] En Estados Unidos estaríamos hablando de 20 o 30 millones”.
Más allá de cifras, Nicols subrayó la excepcionalidad del objeto: “Como joyero, que somos especialistas en anillos de compromisos grandes aquí en Madrid, nunca he estado cerca de uno similar. Me encantaría tocarlo, lo primero”. Y, ante el ruido en redes, remató con una reivindicación: “Tendríamos que estar muy contentos de que a unas personas españolas les regalaran algo así… en los últimos 50 años no se ha encontrado en el mundo una piedra como esta”.
En cincuenta años solo hemos visto dos diamantes a la altura de esta pieza”
En el mundo del coleccionismo y la alta joyería, los récords recientes muestran lo extremo del mercado: un simple anillo de 10 quilates D/IF puede superar con holgura el millón de dólares en subasta, y los diamantes tipo IIa —como el de Taylor— se cotizan con sobreprecio por su pureza atómica. En este contexto, un oval natural que ronde los 40 quilates entra directamente en la liga de lo “incomparable”: casi nunca aparece a la venta pública y su precio, como dice Nicols, “es lo que quieran pagar” quienes pueden pagarlo.
Con todo, el mensaje del experto queda claro: por talla, por corte y por historia, el anillo de Georgina Rodríguez no compite con el mercado… lo define.