La imagen que se tiene de una ‘rave’ ilegal suele ir asociada al desorden y al caos. Ramoncín, sin embargo, tiene otra lectura sobre lo que ocurre desde hace días en el pantano de Santa Teresa, en Salamanca, donde unas 2.000 personas se han reunido en una fiesta no autorizada. “Es estupendo que al final en estas raves están dejando los espacios limpios. Están recogiéndolo todo. No suele haber conflictos”, aseguró en Más Vale Tarde (laSexta).
Sobre los positivos en drogas o alcohol detectados en los controles, el artista no perdió la ironía: “Dicen, 'no, dan positivo en drogas y tal', no van a dar positivo en Cola Cao. O sea, van a donde van y a pasar cuatro días”.
Precios y seguridad, en el punto de mira
Ramoncín critica el alto coste y los abusos de precio que llevan a buscar fiestas ilegales
Pero sus críticas más duras se las llevó la industria de los macrofestivales. “No le extraña a nadie con el precio a lo que se están poniendo los festivales. Porque le están quitando a la gente la cabeza en los festivales”, lanzó, antes de señalar que “hay gente que está haciendo millonaria en los festivales. Con menos seguridad a veces incluso de la que tienen estos chicos. Con menos control de lo que se hace”.
Ramoncín fue más allá y denunció las condiciones en las que trabajan muchos montadores y técnicos en esos eventos: “Con chicos trabajando muchas horas, subiéndose en los escenarios sin tener la seguridad ni la preparación para hacerlo. Y luego les cobran cinco pavos por una botella de agua”. Y concluyó, tajante: “No me extraña en nada que haya gente que decida hacer este tipo de cosas”.
Mientras tanto, el operativo policial en torno a la ‘rave’ continúa. La Guardia Civil mantiene perimetrada la zona, con controles de acceso y pruebas de alcohol y drogas a los conductores.
Más allá de las sanciones administrativas y algunos arrestos, la fiesta ha seguido su curso durante varios días, atrayendo a gente de toda Europa gracias a convocatorias difundidas por redes sociales y aplicaciones de mensajería. En el lugar, no solo hay música: también puestos de comida, ropa y un despliegue de improvisada organización que, para bien o para mal, ha logrado que el evento se mantenga.